Roca: los insultos, el chicle y las lágrimas forzadas del confeso asesino de Javier Videla
Gregorio Colicheo deberá afrontar una condena por este crimen. También aguarda otro proceso por el femicidio de Alejandra Casmuz.
Afeitado, con una descolorida boina ancha, cara desafiante y masticando chicle. Así apareció Gregorio Antonio Colicheo (32) en la audiencia del juicio abreviado que se realizó ayer en los tribunales de Roca, donde reconoció haber asesinado de un disparo al trabajador judicial Javier Videla, tras protagonizar un violento hecho en la zona norte de Roca.
El sujeto, que también está acusado del femicidio de Alejandra Casmuz -por el cual podría afrontar una condena a prisión perpetua-, participó por video conferencia del proceso que lo tiene como único imputado.
La audiencia comenzó más tarde de lo previsto porque la defensa pidió una reunión en privado. Recién cerca de las 13 se encendió el televisor y apareció el rostro impávido de Colicheo, ya despojado de la barba que tenía en las primeras audiencias y casi escondido abajo de su boina.
Desafiante, así permaneció durante casi toda la audiencia donde pocas veces quitó la vista de la cámara que reproducía su imagen casi en un primer plano.
De tanto en tanto, movía en su boca un chicle que masticaba de manera nerviosa aunque hubo tres momentos en los que se sintió acorralado; donde supo que no tenía escapatoria para la condena que le espera y que -según el abogado querellante- podría superar los 20 años (sólo por el crimen de Videla).
Fue cuando el fiscal del caso, Andrés Nelly, nombró los elementos que encontraron en La Perseverancia -establecimiento rural ubicado en la zona de la barda norte- donde ocurrió el crimen de Javier Videla y el de Alejandra Casmuz.
«Hijo de puta, la puta que te parió…», fue la frase que dijo frente a las cámaras y que el tribunal integrado por los jueces Gastón Martín, Fernando Sánchez Freytes y Alejandro Pellizón no pudo escuchar ya que el volumen del micrófono de Colicheo se encontraba bajo.
Casi de frente, en primera fila y con una actitud valiente, las tres hermanas de Javier escucharon atentamente a las partes y no se amedrentaron ante la mirada de Colicheo quien desde su propio monitor (en el Penal 1 de Viedma) podía observar la sala de audiencias del Poder Judicial, en Roca.
Sobre el final de la audiencia, el juez Martín le preguntó a Colicheo si reconocía los dos delitos que le imputaban (tenencia ilegal de armas y homicidio simple).
«También se lo acusa de homicidio simple es decir que con esa arma le dio muerte a Javier Videla. Usted se declara único autor de ese hecho», le preguntó el magistrado.
-Si…respondió titubeante. Y fue allí donde por primera vez bajó la vista.
El juez le volvió a preguntar si estaba de acuerdo y comprendía el juicio abreviado al cual estaba siendo sometido.
Volvió responder de manera positiva por lo que el presidente del tribunal dio por terminada la audiencia.
Antes de que se apaguen las cámaras Colicheo se frotó los ojos. «Vio que al final de la audiencia se largó a llorar», le comentó a un periodista de este diario el abogado defensor. «Casi», fue la respuesta irónica del trabajador de prensa.
Cuando se levantó la audiencia, las hermanas de Javier se abrazaron fuerte, lloraron y estrecharon lazos con su abogado. El viernes será el turno de la audiencia de cesura, donde se comenzará a analizar la pena que deberá cumplir el confeso asesino del trabajador judicial.
El caso
El 4 de marzo del 2021, fue el día en que desapareció Videla después de una serie de incidentes que ocurrieron en una vivienda ubicada en el casco céntrico. En medio de esa violenta situación, a punta de pistola se llevó al trabajador judicial a bordo de un vehículo.
Una de las hipótesis fue una discusión sobre un vehículo Chevrolet Agile, que Videla y su pareja le habían entregado a Colicheo para que lo repare. Como nunca volvieron a saber del auto, en varias oportunidades le recriminaron el hecho al imputado. El auto fue hallado en el campo donde también encontraron el cuerpo de Casmuz.
La familia, sus allegados y compañeros de trabajo, realizaron varias movilizaciones y manifestaciones para que no se detenga la búsqueda del trabajador judicial.
Hasta el 18 de noviembre pasado, que se confirmó la aparición de su cadáver a 35 kilómetros de Roca a la vera de la Ruta 6, nada se sabía de él. Luego la autopsia confirmó que murió de un disparo de arma de fuego 9 milímetros.
Tanto la fiscalía como la querella solicitaron que sea declarado responsable por los siguientes delitos: “homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego, todo en concurso real con la portación de arma de fuego de guerra sin la debida autorización legal”, según los Artículos 79, 41 bis, 189 bis inc. 2do., 55, y «abuso de armas en concurso real con portación de arma de fuego de guerra sin la debida autorización legal», según los Art. 104, 189 bis inc. 2, 55, todos del Código Penal.
Comentarios