Condenado a 18 años por matar a su ex mujer
Sentenciaron al hombre que atacó a puñaladas a Verónica Villarruel en la estación de servicios de Sierra Grande, donde la víctima trabajaba. El fallo de la Cámara de Viedma cuestionó la atención que dio salud mental del hospital al atacante.
Marcelo Ochoa
Para los jueces Aquino no actuó con emoción violenta ni sufrió amnesia. Afirman que “su conducta fue direccionada a matar a la víctima”.
VIEDMA (AV).- A 18 años de prisión fue condenado Gustavo Aquino por el delito de “homicidio simple” del que resultó víctima su ex mujer. En el atardecer del 18 de junio del año pasado en la estación de servicio del barrio Industrial de Sierra Grande, donde trabajaba Verónica Villarruel, su ex marido le asestó cuatro puñaladas en el abdomen, la cara y un hombro. A los pocos días la mujer murió en el hospital Zatti de Viedma producto de las gravísimas lesiones sufridas. Para el Tribunal integrado por los camaristas Jorge Bustamante, Pablo Estrabou y Francisco Cerdera, en el juicio quedó acreditada “sin duda alguna” la autoría de Aquino “con plena capacidad mental que le permitía comprender la criminalidad de sus actos y dirigir sus acciones”, según el informe del psicólogo forense destacado en el fallo. Agregó el fallo que Villarruel y Aquino conformaban una unión de hecho de la que nacieron dos hijas. Tras 18 años de convivencia, la mujer decidió dejar el hogar y el día anterior al ataque formuló una exposición policial ante un intento de agresión de su ex pareja, quien en esa misma jornada roció con nafta la vivienda que ambos habían compartido bajo la amenaza de prenderla fuego con él adentro. Hubo entonces intervención policial y de los bomberos, mientras que profesionales de salud mental lo medicaron. Finalmente el hombre fue trasladado al domicilio de un vecino, a pesar de la oposición de éste por la situación protagonizada por Aquino. Al día siguiente se encontró con sus hijas y en la tarde empezó a merodear la estación de servicios donde trabajaba su ex mujer. Finalmente ingresó al predio por la parte posterior, sin ser visto por el resto de los empleados. Llevaba consigo un cuchillo con el que le propinó a Verónica varias puñaladas, inclusive estando ella en el suelo. La sentencia dedicó un crítico párrafo a la actuación de la psicóloga Toresani -quien atendió a Aquino cuando quiso incendiar la casa el día anterior al ataque contra Verónica- quien señaló en el debate que la urgencia se había superado y que inclusive el imputado había firmado la mediación sobre la división de bienes. Este testimonio fue considerado como “una forma de justificar la deficiente atención al paciente, lo que seguramente influyó en el acaecimiento del hecho lamentable”. El juez Bustamante agregó al respecto que “Aquino debió encontrar un límite en el hospital, debió ser observado, medicado para controlar su violencia, se debieron prever en él futuras conductas violentas que el mínimo análisis hacía ver como cierto el aumento de la violencia. El hecho que fue con el cuchillo a agredir a la víctima desbarata la excusa profesional de la desaparición de la urgencia y que el desenlace se produjo porque la víctima se burló del imputado”. Los jueces descartaron tanto la hipótesis de la emoción violenta argumentada por la defensa del imputado como la amnesia. “Su conducta fue direccionada con la intención de matar a la víctima”, destacó el fallo al resaltar que cuando Aquino ya había sido detenido señaló que “esperaba el momento que ella fuera al cementerio”.
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