Plan para una Recuperación Sostenible del Sector Energético
Más allá de la pandemia urge en el país un plan estructural para la energía. Desde la La International Energy Agency (IEA) se elaboró un documento que podría guiar a Argentina hacia una senda del crecimiento y la mejora energética.
Por Rubén Etcheverry (*)
Mientras muchos se lamentan y se quejan y otros han quedado paralizados por la cuarentena hay quienes aprovechan este impasse para pensar en el futuro. La energía y sus organizaciones no son ajenas a estas situaciones. La International Energy Agency (IEA) que hace pocos días nos ha regalado un relevante informe donde nos brinda una valiosa asistencia para aplicar en la recuperación sostenible de nuestra industria.
Contempla establecer la escena de interacción entre covid-19 y la energía, evaluar las posibles medidas de recuperación y diseñar un plan sostenible para la recuperación del sector energético a implementarse en forma urgente y con impacto inmediato.
No es el motivo de esta nota hacer un análisis exhaustivo y detallado de todo su extenso contenido, pero sí tomar en cuenta los objetivos, medidas y pilares que pueden soportar esta recuperación y la visión y prioridades para diseñar un proyecto de recuperación.
Muchos de estos análisis e iniciativas se encuentran lejanos a nuestras urgencias: balanza de pagos, suministro confiable, financiamiento del sector, etcétera, pero marcan un rumbo que es imprescindible focalizar, analizar para adaptar y diseñar nuestras propias políticas energéticas.
El Plan de Recuperación Sostenible plantea tres objetivos principales:
1. impulsar el crecimiento de la economía;
2. creación de empleos y
3. construcción de sistemas de energía más resilientes y limpios.
El plan debe tener medidas a ser evaluadas rápidamente según estos objetivos particulares:
Cronología o tiempo de implementación: medidas que pueden proporcionar un impulso inmediato a los empleos, ya sea porque son relativamente a pequeña escala y no requieren procesos de planificación prolongados o porque ya han pasado por estos procesos (los conocidos como “listo para la pala”);
Efectos en el empleo a corto plazo: cuanto mayor sea el número de empleos por unidad de gasto, cuanto mayor sea el impacto inmediato en el empleo y el crecimiento mejor. Esto se evalúa en cantidad de empleos creados por millón de dólares de inversión o gasto.
Provisión de empleos para trabajadores desplazados: crear empleos para los trabajadores que fueron despedidos como resultado de la pandemia o que trabajan en sectores donde es probable que se pierdan más empleos. Deberían proporcionar trabajo que requieren habilidades similares a las utilizadas en ocupaciones que han desaparecido, minimizando la necesidad de reentrenamiento.
Para cada tipo de tecnología y energía, brindan datos tabulados de los promedios de empleos que crean, y en qué plazos, los costos de las efectivas emisiones de CO2 que reducen, y la inversión asociada a la creación de cada puesto de trabajo. Para asignar cada medida del plan ponderan: cronograma (tiempo de inicio y puesta en marcha), efectos en el empleo en el corto plazo, oportunidades de empleo para los trabajadores desplazados por la crisis, beneficios de largo plazo y valorizan los costos anuales de la aplicación de cada una de esas medidas. Metas, datos, cifras, costos, tiempos, cómo se financia, quién y cómo lo paga, quien se perjudica y quien se beneficia, debemos aprender que son claves para lograr un plan exitoso.
El sector energético debe tornarse más resiliente y estar mejor preparado para futuras crisis, focalizar la inversión en la mejora y digitalización de redes eléctricas, en mejorar las instalaciones hidroeléctricas, extender la vida útil de la energía nuclear y aumentar la eficiencia energética.
Las energías limpias y vistosas y con mejor prensa, lamentablemente no son siempre compatibles con las posibilidades económicas y disponibilidad de financiamiento de nuestro país. Tenemos imperiosamente que analizar los costos y nuestras chances, poner los pies sobre la tierra, y darnos cuenta de la diferencia entre lo que podemos y lo que queremos. Un plan debe tener metas. Ser ambicioso, pero no utópico.
El plan de recuperación descansa en varios pilares de política energética según las circunstancias y necesidades de cada país:
1. Eficiencia Energética y Transición a Renovables
2. Cooperación Internacional
3. Movilización de Financiamiento Privado
4. Ayuda Especial para las Empresas en Dificultades
5. Desarrollo de una Sólida Cartera de Nuevos Proyectos
6. Proyectos Listos para arrancar de Energía Limpia
Las medidas de eficiencia energética obtienen una alta puntuación en términos de eficacia en todo el transporte, sectores de la industria y la construcción, y tienen una fuerte presencia en todo el plan. Proporcionan un impulso inmediato a los empleos locales y son medidas que permanecen en el tiempo.
Están los puntos transversales fundamentales para los países de bajos ingresos: acelerar los esfuerzos para proporcionar acceso universal a electricidad y soluciones para la cocción o cocinas, aumento inmediato en empleos locales y mejoras duraderas al bienestar social.
El subsecretario de Hidrocarburos de Nación luego de 120 días de cuarentena estricta anuncia que estamos en condiciones de comenzar a plantear la post-pandemia (¿no podría haberse abordado desde el primer día?), el ministro Kullfas avisó que la ley de Vaca Muerta iba a tratarse después de la pandemia, y el propio presidente declaró que no cree en los planes en coherencia con su permanente “vamos viendo”.
Un gasoducto a Brasil desde Vaca Muerta partiendo de fojas cero o la exploración offshore en nuestra plataforma continental marina austral como un acto de soberanía son algunas de las ideas recién lanzadas por el gobierno que suenan muy atractivas, pero no están alineadas con las bases de un Plan de Recuperación concreto como el que aquí planteamos.
Ponerse a pensar hoy es tarde, pero es mejor que mañana. Es un plan que debería estar listo y ser implementado en los próximos 3 años. Bienvenida la colaboración de la IEA. Una propicia plataforma para aprovechar, emular y darle forma a nuestro propio porvenir energético.
(*) El autor es ingeniero, y es el exsecretario de Energía de la provincia de Neuquén.
Por Rubén Etcheverry (*)
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