Pese a que parece que cayó mucha nieve, servirá poco para alimentar los ríos de la Patagonia Andina
La Autoridad Interjudiccional de Cuencas informó que la cantidad de nieve en la cordillera de Río Negro y Neuquén será insuficiente para alimentar el caudal de los ríos. Podría ser hasta un 50 % menor a la cantidad promedio. Obligaría a un manejo cuidadoso del agua en los próximos meses.
Pese a que cayó mucha nieve en invierno, el caudal de la cuenca de los ríos Limay, Neuquén y Negro no alcanzarían los niveles promedio. La Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC) explicó a RIO NEGRO que el fenómeno, visible en altitudes menores de la cordillera, no incidirá en los caudales de la cuenca Limay, Neuquén y Río Negro, y ratificó que “estamos transitando un período seco que lleva más de una década”.
La cuenca se encuentra situada en la parte norte de la región Patagónica. Es el sistema hidrográfico más importante de todos los que se extienden íntegramente en el territorio de la Nación Argentina. Drena una superficie de 140.000 Km2 y cubre casi la totalidad del territorio de la Provincia de Neuquén y parte de las Provincias de Río Negro y Buenos Aires.
Pese a que los lugareños han observado grandes cantidades de nieve en la cordillera de Río Negro y Neuquén durante los últimos tres meses, el aporte del deshielo en el caudal de los ríos se prevé entre un 30% y un 50% deficitario respecto del promedio normal, según informó Julio Porrino, como representante de la AIC. Este organismo monitorea la acumulación de nieve en las altas cumbres de las cuencas de los ríos Limay – Neuquén – Negro.
Los caudales promedio son 300 metros cúbicos por segundo para el río Neuquén y 700 metros cúbicos por segundo para el Limay. Trabajadores y esquiadores avanzados comentan en redes sociales o en medios de comunicación que desde julio en adelante ven una inusual acumulación de nieve, incluso en cotas más bajas, como son las bases de las pistas de esquí.
Consultado al respecto Julio Porrino, quien es ingeniero hidráulico y secretario de operaciones y fiscalización de la AIC, descartó que el fenómeno observado influya en los caudales de los ríos y embalses de la región. “La acumulación de nieve en las cotas altas de la cordillera se mantiene deficitaria, igual que viene sucediendo en la última década”, afirmó.
El funcionario explicó que la acumulación de nieve se mide en unidades llamadas “Equivalente en agua de la nieve” (EAN) y es la altura de agua en milímetros que equivale a la altura de nieve depositada. Este dato se recoge en estaciones meteorológicas ubicadas en distintos lugares de las altas cumbres cordilleranas dotadas, entre otros instrumentos, de unas almohadillas llamadas “colchones de nieve”, donde se deposita y activa sensores especiales. Esos registros se guardan automáticamente y se transmiten en general a través de satélites de comunicaciones.
“Esos valores puntuales en EAN sirven para comparar la cantidad de nieve precipitada en los distintos años y correlacionarla con el caudal aportado por los ríos. De esa manera se puede tener una estimación del volumen de agua que aportan los ríos para el siguiente período de primavera – verano”, afirmó Porrino.
Diferencia según la altitud
El funcionario pone como un ejemplo la información proveniente de la Estación Pampa de Chacaico, ubicada a unos 2.600 metros sobre el nivel del mar que a lo largo de los años les ha mostrado su eficiencia para determinar lo que ocurre el río Neuquén. A esa altitud, la nieve se endurece y compacta con las sucesivas precipitaciones invernales y luego, al avanzar la primavera y el verano, su derretimiento es lento y paulatino. Esto permite mantener los caudales estables hasta abril.
En altitudes menores, por debajo de los 2.500 metros sobre el nivel del mar, coincide parcialmente con la observación de los lugareños el ojo experto de los técnicos de la AIC que advierten una mayor acumulación de nieve en cotas bajas. “Esta situación permite prever, como viene sucediendo en los últimos años, que el deshielo finalizará anticipadamente”, aseguró el ingeniero Porrino. Detalló que se trata de nieve escasamente compactada que poco aportará al volumen total de agua.
Por eso pronosticó que será necesario un manejo conservador del agua retenida en los embalses y que se emplea tanto para la generación eléctrica como para el riego y los usos de las poblaciones situadas sobre las márgenes de los ríos.
Sin embargo, Porrino acotó que no todo depende de la nieve en las altas cumbres sino que hay que ver también qué sucederá durante los meses de octubre, noviembre y diciembre con las lluvias y el tiempo en general. Pero también “los pronósticos meteorológicos de mediano plazo no son muy alentadores”, señaló el funcionario.
En este sentido hay varias proyecciones que responden a diferentes situaciones de temperatura y precipitaciones para los meses venideros. “Estamos trabajando con las menos optimistas en tanto la preocupación es disponer del caudal necesario para satisfacer todos los usos”, añadió el profesional. La hipótesis actual de mínima que manejan en la AIC es que si no hay nada de lluvia en la primavera, la merma en los caudales llegaría hasta al 50% de los promedios estimados normales.
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