Personajes y anécdotas del Esquel pionero

La primera y modestísima casa urbana la erigió Simón Whitty, un patagónico "NYC"

FRANCISCO N. JUAREZ

fnjuarez@sion.com

El joven Simón Whitty y el inglés Nickson construyen con palos y barro la primera vivienda en el nuevo ejido. Esa vivienda existió hasta el año pasado (1949) ubicada en la esquina de las calles Belgrano y Roque Sáenz Peña, en la propiedad del Dr. Ugo Roggero», se lee en la página 145 de la edición especial publicada en 1950 por el periódico «Esquel» de esa ciudad cordillerana. Y, aunque la precaria vivienda se construyó no menos de cuatro años antes de que se concluyera el trazado del pueblo, el dato es igualmente valioso y luce en aquella edición de la que perduran escasísimos y reverenciados ejemplares.

Se publicó en papel satinado y abundancia de viejas fotografías regionales junto a evocaciones que resultaron un gran aporte historiográfico para Esquel, la ciudad chubutense que el próximo sábado festejará su centenario.

Simón Whitty nació en 1875 en Rawson y a los 14 años partió con el arreo de las primeras 800 ovejas que llegaron a la Colonia 16 de Octubre, cercana a la futura Esquel. El arreo comenzó en 1897 conducido por el norteamericano James Wagner –uno de los dueños de la majada–, ayudado por Whitty y el paraguayo Díaz de Vivar. Tardaron tres años de travesía pastoreos y esquilas, se vendieron en el verano de 1900 y se multiplicaron por millares.

En 1901, los 18 años, Simón Whitty y el inglés Gebart Nickson, construyeron aquella precaria casa que sobrevivió casi medio siglo. El primer invierno (1901) en donde no se sospechaba que se trazaría un pueblo, la pasaron Whitty y cinco hombres más: Antonio Miguens, Arthur Evans, Pearcy Worton, David Griffiths, Jhon Walter Davies y Evan Davies (alias Punta Norte).

Simón se casó con Margarita Ana Jones. Fue granjero, peticionó tierras, pero a cuatro décadas de esperar la adjudicación, abandonó el campo.

 

Una espada Fronteriza

Cuando en 1950 el diario Esquel entrevistó al matrimonio Whitty para su edición especial, ya eran septuagenarios, habían cumplido sus bodas de oro y vivían en una humilde casa de la calle Ameghino de Esquel. En ella Simón guardaba una espada que el jefe de la Policía Fronteriza del Chubut mayor Mateo Gebhardt obsequió al británico E. B. Fheobold. El arma, que seguramente aplanó los costillares de pobladores cordilleranos –por ejemplo de El Manso–, Fheobold se la cedió a Whitty reconociéndolo como el chasque a Esquel y al comisario Eduardo Humphreys co la noticia del asesinato en Arroyo Pescado cometido por los bandidos norteamericanos el 28 de diciembre de 1909.

Whitty contó que «esa espada perteneció a un gendarme de la Fronteriza que mató al bandido Evans, el que atacó conjuntamente con Ryan y Place…» (equivocándose, ya que estos dos últimos habían muerto en Bolivia en 1908 y la Fronteriza mató a Evans y Wilson en 1911).

Con este tipo de rescates del pasado, aún con los errores que suele deslizar cierta tradición oral, la edición especial del diario «Esquel» acompañó honrosamente el festejo por su cuarto de siglo de vida periodística. El aporte de notas regionales e históricas, en las que prevalecieron aquellas referidas a Esquel, fue nutrido. Resultó un trabajo titánico si se tiene en cuenta que el archivo del periódico se había incendiado 4 años antes con pérdida de valiosos materiales. Al parecer el fuego devoró también los originales de un anecdotario autobiográfico –entrecortado y quizás parcialmente fabulado– del legendario cowboy Martin Sheffield. Fueron pocas y espaciadas entregas del texano –ya deteriorado por el alcohol– a la imprenta Esquel para un libro finalmente inconcluso: falleció el 25 de noviembre de 1932 junto al arroyo Las Minas, tributario intermitente del alto río Chubut.

Claro que la nota dominante del número especial del «Esquel» hurgaba en las raíces del pueblo. Entre otras materias consideraba al primer mensaje telegráfico verificado desde el lugar, como el hito inicial de su historia urbana. Esa primera comunicación, como se sabe, fue pulsada por el telegrafista Merardo Morelli desde una carpa de quienes acababan de trazar el ejido del nuevo pueblo, y establecida como respuesta a las cotidianas llamadas que desde Neuquén se hacían hasta el día anterior a la punta de línea en Súnica, y que desde las 8 de la mañana del 25 de febrero de 1906 lo fueron al Esquel naciente.

Un día después, el 26, pero de 1923, el gobernador del Chubut Oreste Franzoni decretó la creación de la Municipalidad de Esquel «con el ejido de 8.000 hectáreas que establece el decreto del 30 de mayo de 1917, que quedarán ubicadas, tomando como centro la plaza de dicho pueblo, con una extensión de 2.000 hectáreas a cada uno de los cuatro frentes». El decreto también convocó a elecciones municipales para el 1 de abril de ese mismo 1923 y con cerca de 500 votantes inscriptos se votaron dos listas para su primer Consejo Municipal de un presidente y cuatro concejales (uno por la minoría). Lo curioso es que el telegrafista Morelli que operó aquella primera comunicación desde Esquel, no sólo se aquerenció en el lugar (venía de Bahía Blanca), sino que resultó el primer presidente que tuvo el flamante Consejo del año 23 y a consecuencia de la pionera votación de una sola mesa de votación y escrutadora.

 

Siempre todos conocidos

A medida que se indaga en la historia regional, los personajes aparecen y se cruzan en diversas geografías regionales y épocas diversas, en episodios de trascendencia –no siempre de lustrosa resonancia– y son esos registros los que abastecen el tejido de la memoria nativa. Se descubren lazos familiares, de amistad –y hasta de enemistad- que pueden explicar los vaivenes del pasado.

Por ejemplo: el concejal nombrado en minoría en el primer Consejo Municipal resultó ser Cecil Mac Williams, el mismo que se hizo cargo de la sucursal Arroyo Pescado –cercana a Esquel– de la Compañía Mercantil del Chubut. Asumió unos meses después del inútil asesinato del gerente reemplazado, ingeniero galés Lloyd Ap Iwan. Durante el asalto que intentaron los torpes bandidos norteamericanos Bob Evans y Williams Wilson y el joven argentino, hijo de galeses, Mansel Gibbon.

Wilson había sido carrero del chacarero más infatigable y humorista de la Colonia 16 de Octubre y pionero en Súnica, don Ricardo Clarcke, mientras que Mansel era hijo de uno de los primeros pobladores de Esquel: Daniel «Dan» Gibbon.

Los datos se siguen cruzando. Es que Ap Iwan había sido quien mensuró las tierras de la Colonia 16 de Octubre, fértil valle de chacras, pero sin pueblo. Sólo el comercio de Clarcke en Súnica y –allí mismo– el boliche de los hermanos Eduardo y Mauricio Humphreys (edificio también comisaría y oficina telegráfica hasta que surgió Esquel) hubieran propiciado la sede del pueblo que finalmente se estableció en Esquel. Súnica sirvió, en cambio, para que en 1911 se construyeran allí los miserables cuarteles de la Policía Fronteriza del Chubut.

El periódico «Esquel» fue fundado el 25 de febrero de 1925 por Valeriano Morelli y Angel V. Moré. Valeriano era hermano de Merardo y fue el primer comerciante con joyería, la que lució en la esquina de la avenida Alvear y Belgrano, un edificio casi común y contiguo a la oficina telegráfica de Merardo donde también funcionó el correo.

 

Dónde corrió la tinta

En el mismo edificio surgió la imprenta Esquel de los hermanos Morelli a donde Martín Sheffield, ya con su barba «perita» encanecida, llevaba sus manus

critos y en donde finalmente se fundó el periódico Esquel. Imprenta y periódico se mudaron a la calle 25 de Mayo 561 en el año 1946, año del incendio del archivo.

Merardo Morelli, quien quedó vinculado al telégrafo hasta 1913, cumplió simultáneamente muchas funciones, entre ellas para la Dirección de Tierras. También fue juez de paz suplente y tuvo el infortunio en 1909 de firmar varias guías de lanares nada menos que para los bandidos Evans, Wilson y Duffy (este último organizó una fuga con sospechas de complicidad desde la comisaría de Esquel, nuevamente a cargo del subcomisario Eduardo Humphreys: Duffy desapareció, y al parecer fue asesinado por sus propios compinches).

Es posible que Morelli firmó de buena fe las guías de ganado para esos bandidos (que por otra parte tenían trato con casi todo el vecindario y hacendados de la región). Es que intervino como remitente el vecino británico naturalizado argentino William Jones Glyn, por una majada con destino a Río Mayo.

Mansel Gibbon era peón de Jones Glyn a quien el comisario Humphreys le presentó al enigmático Duffy (también conocido por «Dientes de oro»). Así Duffy resultó pastor de unas vacas de Jones Glyn, según sus propias declaraciones.

Las guías eran por un total de 1.500 ovejas, en realidad robadas a la Compañía de Río Frías. Todos estos últimos datos figuran en la declaraciones tomadas por la Policía Fronteriza del Chubut en oportunidad de instruirse el sumario por el secuestro de R. Lucio Ramos Otero y en el cual fue indagado el propio Jones Glyn el 6 de enero de 1912, casi tres años después del interinato de Merardo Morelli como juez de paz.

Oportunamente Jones Glyn negó los cargos. Tenía tras de sí el prestigio de ser uno de los principales propulsores de la Colonia 16 de Octubre, había importado de Inglaterra los mejores toros reproductores Hereford para su cabaña «Park Img» (parque solitario) que más tarde fue la cabaña El Parque de Ricardo Berwyn. También instaló el primer aserradero de la zona.

Los Moré, por su parte tenían empecinamiento y virtudes para las publicaciones.

José Pedro Moré, quien primero se asentó en la costa del Chubut a fines de siglo XIX, resultó un hombre de reconocimiento público y de ética tenacidad. Para los albores de 1901, cuando Moré era comisario inspector del territorio del Chubut, una desinteligencia con el Jefe de Policía lo decidió renunciar. Poco después editó un periódico.

(Continuará)


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