PERFIL: Ícono del PJ derrotado

La figura de Italo Luder está inevitablemente asociada, dentro del peronismo, a la derrota: fue el primer -y único candidato presidencial de ese partido hasta que Eduardo Duhalde siguiera sus pasos en 1999-, vencido en elecciones limpias y sin proscripciones. Ese dato opaca el breve lapso en que Luder ejerció la presidencia interina de la República: fue entre el 13 de setiembre y el 17 de octubre de 1975, cuando la entonces jefa del Estado se tomó una licencia «por enfermedad», pocos meses antes de ser derrocada por el golpe militar.

Santafesino -nació en la ciudad de Rafaela, el último día de 1916- fue abogado constitucionalista, recibido en la Universidad del Litoral, y defensor del general Juan Perón, tras su derrocamiento en 1955, en el proceso por «Traición a la Patria» que le abrió la entonces llamada «Revolución Libertadora».

Previamente, en 1949, fue convencional en el proceso de reforma constitucional, luego derogada por los militares. También ocupó la banca de senador nacional desde 1973, desde donde saltó a la primera magistratura del país, tras la aprobación de la Ley de Acefalía. Fue una movida se sectores internos del PJ para evitar que el entonces todopoderoso ministro de Bienestar Social, José López Rega, se quedara con todo el poder: «Luder quedate piola, que Isabel no está sola», pintaban entonces en las paredes los partidarios de «el brujo».

Durante su breve interludio, Luder firmó los dos polémicos decretos que crearon el Consejo de Seguridad Interior, compuesto por el presidente y los jefes militares, y que también extendieron a todo el territorio del país la autorización a las Fuerzas Armadas para «aniquilar a la subversión». Si fue un intento por terminar con el accionar de la Triple A, creada y dirigida por López Rega, el remedio fue peor que la enfermedad, ya que abrió la puerta a la represión más sangrienta de la historia argentina, con el golpe que se daría meses después.

No obstante la derrota de 1983 a manos del radical Raúl Alfonsín, Luder fue una figura respetada dentro y fuera de su partido, especialmente por su moderación, algo no muy común por esas épocas dentro de las filas del peronismo. (DyN)


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