Patagonia, único desierto con agua en el mundo

por Mario Reynaldo Goldman (*)

Especial para «Río Negro»

Más de 6.100 millones de hectáreas, casi un 40% de la superficie del plantea, son tierras secas, parte de las cuales se han convertido en desiertos como consecuencia de actividades humanas. Se estima que un 70% de esas tierras secas productivas están actualmente amenazadas por distintas formas de desertificación. Esto afecta al bienestar y al futuro de una sexta parte de la población mundial.

• Más de 6.100 millones de hectáreas.

• 40% de la superficie del planeta.

• 70% de las tierras secas amenazadas por desertificación.

• Sexta parte de la población, afectada por este flagelo.

• En América Latina y el Caribe, más de 600 millones de hectáreas están perjudicadas, en diversos grados, por la desertificación.

Este proceso es una ruptura del frágil equilibrio que hizo posible el desarrollo de la vida en zonas áridas del planeta. Esta desencadena una serie de procedimientos autodestructivos en los que intervienen todos los elementos que antes favorecían los procesos vitales. Dentro de esa cadena destructiva, la pérdida de suelos por erosión eólica e hídrica, su empobrecimiento químico, la reducción del nivel de agua en el subsuelo, una alteración general del ciclo hidrológico y la menor regeneración natural de plantas herbáceas y leñosas son consecuencias inmediatas de la desertificación y al mismo tiempo, son consecuencia del empeoramiento del fenómeno. Esto se traduce en una severa en una severa reducción de la productividad de los ecosistemas, lo que se expresa en la disminución de los rendimientos agrícolas, pecuarios y forestales, así como en la perdida de la diversidad biológica. La biodiversividad ha sido reconocida en muchos grupos y foros nacionales e internacionales como nuestro mas valioso y amenazado recurso todavía sujeto a un necesario estudio y desarrollo. Los numerosos y significativos beneficios económicos que comienzan a desprenderse de todos los intentos de inventario o conservación sostenible de la biodersividad representan un poderoso argumento.

Efectos de la desertificación:

• pérdida de suelos por erosión eólica e hídrica,

• empobrecimiento químico del suelo,

• reducción del nivel del agua del subsuelo,

• alteración general del ciclo hidrológico • menor regeneración natural de plantas herbáceas y leñosas,

• severa reducción de la productividad de los ecosistemas,

• pérdida de la diversidad biológica.

De los 780.000 km2 que pertenecen a la región Patagónica, el 80% de su extensión presenta signos graves de degradación, lo que significa que un tercio de ese territorio es un desierto estéril. El principal de las zonas rurales en la región Patagónica es el avance de la desertificación. Debido a factores naturales y a la acción del hombre (sobrepastoreo, extracción de arbustos para leña, etc.) el suelo y su producción se degradan progresivamente y de manera alarmante.

Según el mapa mundial elaborado por las Naciones Unidas, la Argentina se encuentra seriamente comprometida en el proceso de desertización. La Patagonia, la zona natural mas extensa del país se convierte año tras año en una de las grandes zonas desérticas de nuestro planeta.

En otro informe, puntualizaremos alternativas de solución para los problemas existentes, como utilizar los grandes caudales de riego desaprovechados.

El natural escalonamiento en mesetas, que asume la topografía patagónica, permite utilizar reservorios ubicados en la proximidad de bordes de dichas mesetas, y dominar con riego a menor nivel. El papel del reservorio en los emprendimientos de riego, es equiparable al del embalse en los hidroeléctricos. Permiten racionalizar el uso del agua, almacenando los excedentes originados por receso anual de los cultivos, la estación lluviosa, las crecidas ordinarias o extraordinarias y otras eventuales excedentes de caudal, para asignarlos, en los períodos oportunos, al abastecimiento de las demandas estacionales de riego. La aptitud de los suelos deberá ser valorizada en detalle para justificar selectivamente las inversiones dentro del proyecto, sin perder de vista, en el balance final, que los beneficios que se logran en este proyecto, no se basan en la mejora de rendimientos de producción, sino que se trata de la incorporación al ciclo productivo de zonas desérticas absolutamente marginadas cuyo valor intrínseco es lisa y llanamente despreciado.

La superficie dominable en territorio rionegrino es del orden de 1,5 millones de hectáreas. Con los aportes de Chubut y Buenos Aires llega a los 2 millones de hectáreas antes desérticas, para lo cual se deberá contar con un acuerdo entre las tres provincias, también se podría pudiendo hacer un proyecto similar en el río Neuquén.

 

(*) Ex- asesor coordinador de Presidencia de la Nación, en CAFADE y Consejo Nacional de Desarrollo.


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