Pasó la floración de la caña, pero hay más temor al hantavirus
Cuando el fenómeno queda atrás y todo vuelve a la normalidad, terminan los recaudos pese a que el riesgo de la enfermedad zoonótica siempre está presente.
La última floración no dejó casos de hantavirus en Angustura, pero dejó las alarmas encendidas. Foto: archivo
La última floración de la caña colihue en Villa La Angostura no dejó registrados casos de hantavirus. Pero las alarmas están encendidas. Los especialistas consideran que, ante el fenómeno natural que genera más alimentos para los roedores y, por lo tanto, una proliferación, la gente se cuida mucho más.
Cuando la floración queda atrás y todo vuelve a la normalidad, cesan los recaudos pese a que el riesgo de la enfermedad zoonótica siempre está presente.
«Hay que desligar el tema de la ratada del hantavirus y la posibilidad de contagio. La floración es un fenómeno natural que ocurre cada 50 años. Pero hay un alto riesgo de hantavirus todos los años, independientemente de la floración de la caña«, sintetizó Juan Fernández Canigia, coordinador de Salud Ambiental de la IV Zona Sanitaria de Neuquén.
Se estima que, en promedio, hay 100 roedores por hectárea (de los cuales 5 están infectados). Pero ante una ratada, suele haber 1.000 por hectárea -y 50 infectados-.
«La ratada se asocia al hantavirus, pero solo es un caso excepcional en el que hay mayor riesgo. No quiere decir que después, estemos exentos a contraer hantavirus», aclaró el especialista.
A fines del 2018, Parques Nacionales informó que las imágenes de bosques marcaban una floración masiva de caña colihue en la zona de Villa La Angostura. Sin perder un segundo y apremiados por la inminente temporada turística estival, se comenzó a trabajar en medidas de prevención. Asomaba el fantasma del brote anterior de hantavirus en Epuyén, con 34 casos y, 11 personas muertas (aunque este siniestro no ocurrió a partir de una ratada).
Pero el fenómeno natural en La Angostura no generó ningún caso de hantavirus. Lo mismo ocurrió en Bariloche, en la zona de El Manso, entre 2010 y 2011, cuando los pobladores debieron hacer zanjas para promover que los roedores cayeran adentro.
«Con una floración, la gente ve el elemento, habla más del hantavirus y toma recaudos. Supone también que, al no haber floración, no hay hantavirus. Por eso, es ahí cuando se enferma«, dijo Fernández Canigia.
Puso como ejemplo los últimos cuatro casos de hantavirus en la zona que se registraron en San Martín de los Andes; por lo tanto, fuera del área de floración.
Los primeros tres casos afectaron a empleados rurales que eran ajenos a la zona; mientras que el cuarto caso se registró en enero del 2020, ya superada la etapa de floración. Este último episodio demandó el aislamiento domiciliario preventivo de 22 personas que habían sido contactos estrechos. «Cuando lo finalizaron, empezó la cuarentena por el Covid-19», recordó Fernández Canigia.
Ahora que la situación sanitaria producto del Covid-19 dio un respiro, los esfuerzos comenzaron a volcarse nuevamente en las campañas de concientización del hantavirus.
A través de la Sociedad Rural, se intenta llegar a los productores y a la población rural. También se brinda información a la Asociación Hotelera para sus asociados. «En este momento, se limpian muchas cabañas vacías o se limpian sectores desmalezados y ahí se entra en un ámbito donde está el ratón. Este año, los medios están abocados al Covid-19 y los incendios de interfase, pero usamos las redes para que la gente no se olvide del hantavirus», señaló.
También se capacita al personal sanitario, al menos una vez al año ya que, en muchos casos, rota y quizás algunos profesionales no estén acostumbrados a detectar un caso de hantavirus.
El especialista insistió en que no hay una época del año con mayor riesgo. Por eso, se ponen en marcha «diversas estructuras de prevención». «Hay distintas actividades para la población rural de riesgo. Ahora, empezamos con las recomendaciones para el sector turístico respecto de los lugares cerrados y desmalezados. En otoño y primavera, se trabaja con la recolección de hongos; mientras que, en el invierno, se apunta a la recolección de leña y los enfardados. Son actividades muy puntuales», señaló.
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