Parque Central, cuna de la ciudad de Neuquén
Fue el asentamiento de la colonia ferroviaria a partir de 1902. Con los años se fue transformando hasta convertirse en el primer pulmón verde la capital.
Al Parque Central se lo podría denominar la cuna de la capital neuquina. Es que en sus 29 hectáreas comenzó a desarrollarse el primer poblado, en los alrededores de las vías del tren.
En ese entonces, ya existía un pequeño y disperso asentamiento de casas de adobe en el vértice del río Limay y la ribera oeste del Neuquén. Pero fue la llegada del Ferrocarril en 1902, lo que permitió dar vida a lo que luego se transformaría en la capital del Territorio.
En la última década de 1800 llegaron desde los centros administrativos de poder ingenieros, topógrafos, fotógrafos y obreros para realizar el proyecto de extensión del servicio ferroviario desde la entonces punta de rieles (estación Limay-Cipolletti) hasta el Paraje Confluencia.
Luego vino la etapa de construcción de la estación, los galpones de máquinas y de almacenamiento, la playa de maniobras y las viviendas para los trabajadores del Ferrocarril Sud.
Así, el área comprendida entre las actuales calles Vuelta de Obligado, Independencia, Tierra del Fuego, Mitre, Sarmiento, Láinez y San Martín pasó a ser la colonia ferroviaria de la ciudad y el corazón del centro comercial. Permitió además, que comenzaran a llegar nuevos grupos familiares que está vez se asentaron en cercanías de las vías.
La capital fue creciendo y el actual Parque Central se fue colmando de veredas y arbolado urbano, pero siguió siendo el lugar de los ferroviarios.
Dato
- 29
- hectáreas tiene el espacio verde del centro de la ciudad. El sector oeste conversa mucho de su fisonomía orignal
En la década del 60 el gobierno de la Provincia firmó un acuerdo con Ferrocarriles Argentinos para construir una nueva playa de maniobras y viviendas para el personal en el barrio Valentina Sur, donde se mudó la colonia.
Esta primera decisión permitió ponerle fin a un problema histórico: una ciudad sin comunicación fluida de norte a sur. Se resolvió abrir cruces peatonales, uno de ellos a la altura de calle La Pampa, donde antes solía haber un cerco de palos y alambre. Esto fue la antesala de otro proyecto del Ejecutivo local que abrió calles durante los primeros años del 2000.
En los años 80, se ejecutó un proyecto de intervención urbana para convertir al ya denominado Parque Central en un paseo público. Los antiguos descampados se transformaron en plazas y espacios verdes con tupido arbolado. Se construyeron senderos internos y los edificios del Ferrocarril Sud se remodelaron y mutaron a espacios de arte, abiertos a la comunidad.
La transformación de la zona, incluyó la ampliación de calle San Martín y una refuncionalidad de la avenida Argentina-Olascoaga. Con el proyecto concluido, el Parque Central pasó a ser el primer pulmón verde de la capital neuquina.

Pero todavía faltaba un paso más, que se dio más de un década después, cuando se resolvió modificar la fisonomía del sector este del Parque. La vieja y deficiente terminal de ómnibus se trasladó a un moderno edificio, en el oeste de la ciudad. Se construyó la única sede del país del Museo Nacional de Bellas Artes, un cenotáfio en memoria a los Héroes de Malvinas, una fuente de agua, senderos cementados con iluminación y mobiliarios urbano y “nuevas veredas”, como dice la canción “Regreso al Ayer”.
En la actualidad, de la colonia ferroviaria de 1900 solo quedan sus antiguos edificios declarados patrimonio histórico de la ciudad y la impronta de una historia que hoy cumple 117 años.
Al Parque Central se lo podría denominar la cuna de la capital neuquina. Es que en sus 29 hectáreas comenzó a desarrollarse el primer poblado, en los alrededores de las vías del tren.
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