Para ARSA no hay contaminación en el río Negro
“Mucha de la gente que opina no entiende nada del tema”, dijeron en su defensa directivos y técnicos. Rehúyen a la mención de la palabra contaminación. Hablan de indicadores que no se ubican dentro de lo que se consideran “parámetros normales”.
“No hay contaminación” dice ARSA
Por Javier Lojo y Adrián Pecollo
No cabe duda de que el tema de la contaminación ambiental forma parte, desde hace varios años, de las decisiones políticas que toman, o dejan de tomar, nuestros gobernantes.
No son muchos los funcionarios que le ponen el cuerpo a los cuestionamientos que llegan desde la sociedad sobre este tema. Roger García, titular de Aguas Rionegrinas; Juan Ericabe, técnico del área; y Horacio Lizasoain, subgerente de planta del organismo, recibieron a “Río Negro” dispuestos a contestar parte de las inquietudes que hoy existen sobre este polémico tema.
Los funcionarios defienden lo actuado por la provincia con una fuerte convicción. Rehúyen a la mención de la palabra contaminación. Hablan de indicadores que no se ubican dentro de lo que se consideran “parámetros normales” e intentan relativizar la lógica empíricos que señala la sociedad desde el sentido común. “Mucha de la gente que opina no entiende nada del tema”, se defienden.
Sin embargo, las cosas pasan y suceden a la vista de todos: caños cloacales que revientan en las ciudades, vertidos crudos de materia fecal en el río, infraestructura obsoleta… en definitiva, hay un problema político, ya que en los últimos 50 años no se tomaron las medidas preventivas que se debían tomar. Es una realidad que hoy se vive con la mayoría de los servicios públicos del país. Pero la diferencia esta que con un corte de gas o luz perdemos comodidad por unas horas… pero cuando no trabajamos a conciencia para frenar la contaminación estamos generando un daño social que arrastrará a generaciones completas.
A continuación, se detalla parte de la conversación mantenida con los funcionarios.
Pregunta- ¿Qué salubridad tiene hoy el río Negro?
Respuesta- Los parámetros ambientales son buenos. La salud es muy buena porque podemos potabilizar en todos los puntos que requerimos el agua.
P- Pero hay indicadores que muestran lo contrario…
R- Todos los valores son relativos, lo importante es el continuo monitoreo. Nuestro trabajo cotidiano es conseguir que la planta de tratamiento entre en los parámetros adecuados que estableció el contrato de concesión para el vuelco.
P- Insisto, hay indicadores preocupantes…
R- Los parámetros son relativos, si llovió tiene una interpretación, sino cayo agua, es otro el análisis. Si hay un mayor caudal muestra unos números, si este es bajo, otros. Son sólo fotos.
P- Fotos de un río que está siendo contaminado.
R- No, nada de eso. No está contaminado, sólo está sintiendo el impacto del crecimiento de las poblaciones que se instalaron a la vera del río.
Horacio Lizasoain, subgerente de planta de Aguas Rionegrinas (Arsa)
P- Impacto, buen eufemismo…pero yo cada vez que me quiero meter en el río en la zona lindante con Cipolletti hay carteles que dicen lo contrario a sus afirmaciones. ¡Esta todo contaminado!
R- Bueno pero ahí va el 50% de los residuos cloacales de la ciudad van crudos…y se reconoce que Cipolletti no tiene la capacidad de frenar eso.
P- ¿Por qué la provincia no repara ya el enorme daño que hace dos décadas se le hace al río?
R- Estamos trabajando con el plan director para poder ampliar la planta y así corregir lo que no se ha hecho hasta ahora.
P- ¿Se tuvo que esperar 20 años?
R- Este gobierno se puso un proyecto al hombro y lo sacará adelante. Es la primera vez en la historia de la provincia que existen inversiones de la magnitud de las que estamos hoy poniendo en marcha. Eso hay que valorarlo
P- Doy otro ejemplo. Cualquier persona que fue este año a Las Grutas en la bajada 0 observó que los residuos cloacales están bajo los pies de los turistas…
R- Bueno la gente también está muy sensible…
P- ¡¿Sensible?¡ ¿A usted le parece bien que las personas estén caminando sobre excrementos en un lugar donde va a vacacionar medio Valle de Río Negro y Neuquén? Le aseguro que no es una cuestión de sensibilidad…
R- El agua que se ve ahí no es de cloaca, es de la napa freática. Pero ahí también estamos trabajando con el nuevo plan director anticipando el impacto de una ciudad que crece en forma desordenada.
En los últimos 50 años no se tomaron las medidas preventivas en materia de inversiones para contar con un óptimo sistema cloacal rionegrino.
P- ¿Cuánto se necesita para poner en orden el sistema cloacal?
R- Hoy para poder tener el sistema rionegrino de saneamiento en optimo estado debemos hablar de una inversión superior a los 600 millones de dólares. Y hoy es de 30 millones de dólares al año con el impulso del Plan Castello, sino es mucho menor.
P- ¿Por qué tan lejos de las metas?
R- Porque son obras que la provincia con recursos propios no las puede hacer. O los fondos llegan de Nación o de organismos internacionales.
P- ¿Lo central es la falta de financiamiento?
R- Correcto.
P- ¿Con eso se soluciona el problema?
R- Por supuesto que no. Son muchos los factores que inciden para llegar a cumplir con estos objetivos de máxima.
P- ¿Me puede dar algunos de esos factores?
R- Hay un problema político de falta de ordenamiento de la ciudad. Hay muchas que crecen en construcción y después recaman por os servicios. En cualquier otro país la secuencia esta invertida: sin servicios no hay construcción.
Finalizada la entrevista, nos retiramos con la amarga sensación sobre el río que le estamos dejando a las generaciones venideras.
El funcionario optó por el silencio.
Al momento de solicitar una entrevista, no brindó respuestas.
OPINIÓN
La indiferencia de funcionarios con responsabilidad
La previsión de 12 planes cloacales en el Plan Castello consigna preocupación provincial por los ríos y su “contaminación”, como lo aceptó el gobernador Weretilneck en la sesión legislativa del 1° de marzo.
Destacó la obra de Viedma por 300 millones para que “nunca más el sistema que maneja ARSA tire líquidos cloacales tratados y no tratados al río”. Repasó otros planes, incluso el saneamiento para Cinco Saltos, que “hoy está contaminando el río Neuquén” y “tendrá el mayor saneamiento que pueda tener una ciudad”.
Esas alusiones y las inversiones planificadas expresan la real atención gubernamental, pero sorprende el silencio del DPA, el organismo rector y ejecutor de esas políticas. Esa cartera -según su ley- tiene como “misión fundamental” ejercer la “tutela, el gobierno, la administración y el poder de policía sobre el agua pública”, centralizados en los ríos. Entre sus funciones “más relevantes” se prevé su “actuación como ente regulador” de los sistemas de riego y de saneamiento, como también, las autorizaciones y permisos de uso de agua pública, y la puesta en marcha de acciones de prevención y control de la contaminación hídrica”.
Además, ese organismo -siempre según su formal creación- participa por Río Negro en los entes organizados -como la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC)- para el manejo de “cuencas compartidas” con el objetivo de diferentes relevamientos.
Así, la opinión del DPA y la AIC eran prioritarias para conocer qué hicieron, qué hacen o qué harán para mitigar la contaminación de los ríos.
Sin embargo, tanto el titular del DPA, Fernando Curetti, como el secretario de Gestión Ambiental de la AIC, Héctor Labollita, optaron por el silencio y la indiferencia frente a los requerimientos de “Río Negro”.
Lamentable.
El Código Penal de la República Argentina, vigente desde 1921, no regula de manera clara y concreta los delitos contra el ambiente. De ahí que muchos de los funcionarios de turno tienen un alto grado de impunidad a la hora de definir responsabilidades sobre el grave deterioro que sufren, día a día, las aguas de nuestro lagos y ríos.
El derecho a un ambiente sano lo establece la propia Constitución Nacional, que implica tratar a todas las formas de vida con responsabilidad. Ríos y lagos forman parte de este principio.
OPINIÓN
Subsidios regresivos: llegan a quienes más consumen
Los sistemas de subsidios funcionan, por lo general, como un salario indirecto, que apunta a mejorar la calidad de vida de las personas en general o a garantizar un nivel básico de consumo de algún bien definido.
De igual modo, es posible considerar a este mecanismo como un instrumento de redistribución de la riqueza.
El agua en Río Negro tiene el subsidio a “la demanda”. Esto significa que termina reduciendo lo que paga el usuario por debajo del costo que efectivamente tiene el servicio.
Son pagos corrientes, en este caso unos 150 millones de pesos sin contrapartida, que el Gobierno provincial hace a Aguas Rionegrinas y representan un tercio del gasto total ejecutado por la empresa.
De esa manera los consumidores reciben el servicio a un precio menor que el que pagarían si no existiera el subsidio.
Pero este tipo de esquema beneficia siempre al que gasta más agua, lo que lleva a establecer una relación lineal sobre aquellos ciudadanos que tienen un medio o alto poder adquisitivo.
Siguiendo con este lineamiento, el gasto en consumo de agua y el subsidio recibido, son crecientes con el nivel de socio económico de la familia afectada. Esto también indica que la proporción de recursos del Estado apropiados por la población es creciente con el ingreso.
Sin embargo, el objetivo debería ser todo lo contrario: los recursos transferidos por el Gobierno provincial deberían tener mayor peso en la economía familiar de los primeros deciles de la distribución.
Claramente la política de subsidios aplicada por el gobierno a través de la empresa Aguas Rionegrinas tiene escasa capacidad de focalización en la población de menores recursos.
Trabajar en revertir esta matriz de ingresos y gastos será clave para volver a poner a los subsidios dentro de un verdadero esquema solidario.
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