Pantomima a la brasileña: la historia de una suspensión inaudita

Con las autoridades sanitarias entrando a la cancha, el gobierno de Jair Bolsonaro decidió interrumpir el partido contra Argentina por Eliminatorias. Un trasfondo político que se metió en el fútbol y la reciente obtención de la Copa América como antecedente inmediato.

Lo que pasó ayer en el Arena Corinthians de San Pablo entra en la colección de bochornos inéditos en la historia del deporte. La imagen que dio el fútbol sudamericano ante el mundo tiene como máximo responsable al gobierno de Jair Bolsonaro, que a través de las autoridades sanitarias se metió en la cancha para cortar un partido que ya había empezado.

Pasadas las 16 de nuestro país, los espectadores quedaron incrédulos frente al televisor mientras un señor de remera azul con jean y un papel en el bolsillo de atrás de su pantalón, discutía con Nicolás Otamendi y el zapalino Marcos Acuña.

El Brasil-Argentina por las Eliminatorias se paró a los 4 minutos, luego de las discusiones que comenzaron en la zona de los bancos de suplentes. Después, la selección nacional se retiró a los vestuarios y el escenario de confusión incluyó conversaciones de autoridades sanitarias de nombres desconocidos, Messi, Neymar, Tité, Scaloni y hasta Juninho Paulista, mánager de la ‘Verdeamarelha’.

El argumento para la interrupción fue que Emiliano Martínez, Cristian Romero, Emiliano Buendía y Giovani Lo Celso estaban violando normas vigentes, que (supuestamente) se aplican a quienes llegan desde el Reino Unido.

El sábado, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (ANVISA) pidió la deportación de los cuatro por “violar normas migratorias”. El argumento fue que debían hacer una cuarentena obligatoria al venir procedentes del Reino Unido, según la legislación local.

Más allá de esta situación, Conmebol ratificó lo que había acordado con AFA ayer. El ente sudamericano dio luz verde a la presencia de los futbolistas al considerar que no rompieron la burbuja sanitaria. Con el visto bueno de Conmebol, los jugadores se subieron al colectivo rumbo al estadio junto al resto del plantel. Excepto Buendía, los otros tres arrancaron como titulares. Recién con el partido empezado, las autoridades sanitarias actuaron e interrumpieron el partido, que finalmente quedó suspendido y con resolución incierta.

La película

La previa había sido rara a partir del trasfondo político y el antecedente deportivo inmediato: la final que Argentina le ganó a Brasil en el Maracaná, en la Copa América que terminó hace menos de dos meses.

La gestión Bolsonaro está marcada por actitudes temerarias en cuanto a la pandemia. Desde considerar ‘una gripecita’ al coronavirus hasta los conflictos con los gobernadores que no quisieron flexibilizar los controles, en un país de los más castigados por el covid-19 en cantidad de contagios y muertes. Esa misma gestión es la que maltrató a varios equipos argentinos que viajaron a jugar por partidos de Conmebol y ayer apeló a las restricciones (que tanto combatió) para llevar adelante su cometido.

Por su parte, la Confederación Brasileña de Fútbol se enfrentó abiertamente a Bolsonaro (ver aparte) evidenciando que hay un conflicto que va más allá de lo que ocurrió ayer.

Otro hecho insoslayable, teniendo en cuenta los argumentos del gobierno, es la negativa de las ligas más importantes de Europa para ceder futbolistas de cara a esta triple fecha de Eliminatorias. Brasil afronta esta serie de encuentros de la clasificatoria sin nueve jugadores de la Premier League, pero Argentina cuenta con los cuatro que militan en Inglaterra porque los albicelestes decidieron viajar igual, a diferencia del resto de las selecciones que están casi todas diezmadas.

La ANVISA asegura, como lo hizo a los medios brasileños, que los jugadores mintieron en su declaración jurada para no cumplir con la disposición nacional. Los cuatro implicados viajaron desde Inglaterra hasta Venezuela y de ahí a San Pablo. Si bien hubo advertencias al respecto, el procedimiento se llevó a cabo de manera intempestiva, a los cuatro minutos de un partido ya comenzado. “Se les ordenó que permanecieran aislados en espera de la deportación, pero no se cumplió. Se trasladan al estadio, entran a la cancha, hay una secuencia de incumplimientos”, dijeron.

Con la suspensión consumada, Conmebol se sacó la pelota de encima. Oficialmente publicaron en Twitter que “el árbitro y el comisario del partido elevarán un informe a la Comisión Disciplinaria de la FIFA, la cual determinará los pasos a seguir. Las Eliminatorias para la Copa del Mundo es una competición de la FIFA. Todas las decisiones que atañen a su organización y desarrollo son potestad exclusiva de esa institución”.

Las afirmaciones contrafácticas siempre son incomprobables, pero pensar que ‘si Argentina no ganaba la Copa América esto no pasaba’, tiene lógica. Además, cualquier teoría conspirativa tendrá asidero, porque la suspensión no partió desde lo deportivo, sino que hay un trasfondo político que probablemente nunca se aclare, pero que sin dudas tendrá consecuencias.

Minutos después de la decisión, uno de los hijos de Bolsonaro (que es senador) twiteó en su perfil y apoyó la resolución. »Los argentinos jugaron malas pasadas. Sabían que estaban infringiendo la ley brasileña», escribió.

La delegación de la selección argentina volvió ayer a última hora en avión, luego de la intervención del embajador Daniel Scioli, de cara al partido del jueves, en el Monumental, ante Bolivia y con público.

Por lo pronto, habrá que esperar la decisión de FIFA sobre los puntos del partido y las sanciones tras la farsa, la pantomima a la brasileña.


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