Otra vez la censura

Por Carta de lector

Cualquier ocasión le resulta propicia a la Iglesia Católica para pretender imponer sus principios y conceptos por sobre toda la sociedad argentina, desconociendo que la misma es un variopinto integrado por creyentes, incrédulos, agnósticos y ateos.

A veces oponiéndose a decisiones gubernativas como ocurriera con la ley 1420 de enseñanza gratuita, laica y obligatoria o contra el divorcio, el matrimonio igualitario o la interrupción voluntaria del embarazo.

En otros casos cuestionando expresiones culturales sean libros, películas, piezas musicales u otros géneros artísticos como el reciente cuestionamiento a la obra Theodora, a la que se anatematizó por considerarla de contenido “blasfemo” contra las divinidades del santoral religioso con un fuerte pronunciamiento de la jerarquía de la Iglesia, dirigida especialmente, además de los interpretes de la obra, contra el Jefe de Gobierno de CABA por permitir el uso del Teatro Colón argumentando que ese teatro se solventa con los impuestos que pagan todos los ciudadanos incluidos los católicos, olvidando que también los sueldos de curas, obispos y el resto de la burocracia religiosa se solventa con impuestos de los que no son creyentes.

No es la primera vez que asistimos a estas diatribas y censuras de la Iglesia y, en tren de recuerdo, podemos mencionar lo ocurrido hace pocos años con la muestra de ese gran artista que es León Ferrari en la Recoleta y que la Iglesia trató de impedir. Recordemos también que quien encabezó esa cruzada censuradora fue el Arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco.

También como parte importante de esa vocación hegemónica la Iglesia se apropió de espacios públicos como juzgados, oficinas, escuelas y hospitales para entronizar allí sus crucifijos, imágenes y demás signos religiosos sin respetar las diferencia y particularidades que registra nuestra sociedad.

Ni Neuquén, que es una provincia “laica” ( art. 3º CPN), se salva de esta tropelía religiosa.

Aunque algunos parecen olvidarlo, Argentina no es un estado teocrático, y si bien tampoco es un estado laico -ya que sigue solventando a la Iglesia Católica, obligación que debiera estar a cargo de sus propios feligreses-, la sociedad ha ido transitando caminos que van afirmando la saludable separación del Estado, la Iglesia Católica y demás confesiones.

Carlos Segovia

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Cipolletti


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