Una temporada de verano perdida

La Agencia de Turismo Río Negro (ATUR) tiene su ley promulgada desde el 23 de diciembre. Ahora el gobernador deberá emitir la reglamentación inicial.

El sector turístico tiene encendidas las alarmas. Con la temporada de verano ya iniciada y las perspectivas complicadas, por los precios internos y el creciente impulso de los viajes al exterior, alentados por la devaluación del real brasileño, Río Negro de manera tardía enciende motores con la creación de la Agencia de Turismo Río Negro (ATUR), cuya plena vigencia recién se verá en unos meses.

La ATUR, es el ente público no estatal con autonomía y recursos propios específicos con el 45% de los Ingresos Brutos que aporta el sector turístico, que el gobernador Alberto Weretineck decidió en septiembre cuando dio por concluida la función de la secretaría de Turismo, que en los papeles sigue en el organigrama y mantendrá un esquema para la habilitación y fiscalización.

En el debate legislativo, que cosechó apoyo unánime, tuvo observaciones, reclamos por inversión en infraestructura básica en destinos costeros principalmente, pujas sin respuesta por una banca más para los valles y dudas por el lugar de instalación de la sede, que seguramente se resolverá con la reglamentación inicial, que pondrá en funciones al directorio (con diez integrantes del sector privado y cuatro del público, entre ellos quien ejercerá la presidencia) y nombrará al director ejecutivo, un cargo que estará en decisión del Poder Ejecutivo y deberá ser idóneo y con experiencia en la materia.

Nombres no hay por ahora, aunque el rol protagónico que tomó la legisladora barilochense Marcela González Abdala (JSRN) en la preparación del proyecto la ubica entre las candidatas a comandar el grupo. Otros mencionan una presidencia formal en la figura del ministro de la amplia cartera que hoy incluye a Turismo, Fabián Gatti, con nulo conocimiento en la temática.

La clave estará en el cargo que será rentado, similar al de un gerente, que comande al enorme y heterogéneo grupo de voces que tomarán las decisiones finales, para que planifique, proyecte y redistribuya los recursos. La exministra Martha Vélez surgió en alguna charla, sin embargo algunos dudan de esa opción por su procedencia cercana a la exgobernadora Arabela Carreras.

Los fondos reales que manejará la ATUR son la principal incertidumbre que preocupa al sector privado más que los nombres. En la proyección del 45% de los Ingresos Brutos de las actividades vinculadas al turismo, el oficialismo mostró que de haber estado la ley en 2024 se hubiesen destinado unos 7.700 millones de pesos, 300 millones de pesos más que el combo actual de presupuestos de las leyes de infraestructura y promoción turística (que quedan absorbidas por la agencia) y la propia secretaría.

Las simulaciones para 2025 no están todavía y la quita de los incentivos por cumplimiento fiscal abre otra duda del monto global, por la eventual baja de ingresos y evasión, alertada por el propio empresariado. Además algunos ponen el foco que el Ejecutivo no incluyó entre las actividades tenidas en cuenta para el tributo al comercio, que en ciudades como Bariloche tiene una estrecha vinculación con el turismo, como el caso de las chocolaterías, de alta facturación impulsada por los visitantes.

En Bariloche esperan impacientes ver las simulaciones porque creen ser perjudicados por el volumen que aporta la ciudad en impuestos.

También en la cordillera aguardan señales por la deuda de 1.290 millones de pesos que todavía mantiene la administración de Weretilneck con el Emprotur, por la ley que financia a los entes municipales, que frenó su flujo habitual en el último año de la gestión de Carreras y se mantuvo con un goteo mínimo en el 2024.

La temporada está perdida para ver caminar al nuevo modelo, habrá que esperar al invierno, que -de mínima- debería tener en vidriera la promoción de los destinos, ausente este verano.


El sector turístico tiene encendidas las alarmas. Con la temporada de verano ya iniciada y las perspectivas complicadas, por los precios internos y el creciente impulso de los viajes al exterior, alentados por la devaluación del real brasileño, Río Negro de manera tardía enciende motores con la creación de la Agencia de Turismo Río Negro (ATUR), cuya plena vigencia recién se verá en unos meses.

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