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Un ministerio para el futuro

Sin cooperar no podremos sobrevivir. Con divisiones artificiales se hará imposible dar respuestas a amenazas reales y creciendo. Salir de la dispersión y el autoengaño.

La tormenta del siglo.

1. Intensos vientos de cambio


El huracán Milton pasó esta semana por Florida en Estados Unidos. Nuestro viento zonda se vuelve cada año más seco y más caluroso y los vientos huracanados como los que vivimos en Diciembre pasado, cuyo epicentro fue Bahía Blanca, pueden volver reforzados. El pico de peligro para incendios forestales en Bariloche se adelantó de Enero a Diciembre en un año de abundantes nevadas y lluvias.

La crisis medioambiental es existencial, abrupta y con múltiples consecuencias, desde educativas a políticas, de económicas a psicológicas. Tendrá ciclos inestables y episodios tan repentinos como difíciles de predecir. A pesar de todo, hay mucho que podemos hacer.

El primer cuarto de siglo ya nos trajo una pandemia. ¿Cómo haremos para enfrentar este tipo de eventos? Pedir eficiencia en el uso de los recursos públicos es tan razonable como necesario. Destruir la capacidad del Estado para coordinar y dar respuestas es suicida.

Solamente Neuquén tuvo 122 incendios forestales en la última temporada. Los incendios descontrolados, las sequías y las inundaciones, entre otros fenómenos climáticos son encrucijadas reales, con daños y costos severos, pérdidas de recursos y trabajo para familias y comunidades enteras.

Ante acontecimientos inesperados debemos entender las reacciones sociales. Entre el dramatismo que llega al pánico de acumular papel higiénico de manera ansiosa y aquellos que niegan la misma existencia del coronavirus. Ambas son tan entendibles como contraproducentes, hijas del estrés, el trauma y la incertidumbre de enfrentar una situación inédita y límite.

Acciones y consecuencias parecen desconectadas en todo espacio. La esfera política sobresale en esa ceguera selectiva. Los que toman una decisión se desentienden de lo que provocan sus acciones. La negación es una forma de adaptarse a la existencia de lo negado. La distracción también parece una forma de escaparse de una realidad que es difícil de procesar. Hay que buscar sanas formas de salir de estos círculos de dispersión y autoengaño.

Ante circunstancias de vida o muerte la miopía institucional y el cortoplacismo del sector público y privado pueden ser tan letales como las mismas circunstancias climáticas.

2 Un ministerio para el futuro


Una ola de calor sin igual en la historia de la humanidad, realmente cataclísmica, mata a millones de personas en India en el año 2025. Esos son los hechos que desencadenan la novela de ciencia ficción climática “El Ministerio del Futuro” (2020) de Kim Stanley Robinson. Producto de esa catástrofe humanitaria, en la historia, las Naciones Unidas crean “El Ministerio del futuro” para coordinar respuestas a desafíos que tiene toda la comunidad internacional.

Con una narrativa sensible y sugestiva, publicada en un año intenso, la novela fue un éxito global. Dejaremos la evaluación literaria para aprovechar la utilidad de su metáfora central. Dado que la fundación del Estado Argentino y de todos los Estados modernos tuvieron el mismo objetivo: coordinar la acción colectiva. Proteger la vida, la salud, a la sociedad, a su pueblo.

El Preámbulo de nuestra Constitución Nacional lo dice: “con objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad”.

Pensar “promover el bienestar general” no es posible sin un Estado inteligente y un sector privado competitivo. Con un sector público raquítico, un mercado hiperconcentrado y una sociedad empobrecida y embrutecida, no se podrá “asegurar los beneficios de la libertad para nosotros” y mucho menos para “nuestra posterioridad” frente al narcotráfico creciendo en las provincias o la crisis ecológica.

Hay buenas razones egoístas para cooperar. Hay malas razones para que ciertos actores sigan coordinando la destrucción de las capacidades del Estado para después privatizarlas, en contextos que serán vitales para todos en el futuro. No hay razones para las peleas infantiles frente a amenazas cada vez más reales.

* Abogado. Profesor de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho.


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