Exclusivo Suscriptores

Un colapso opositor que legitima con su vacío

¿De dónde obtiene Milei la validación social para ser creíble en sus jugadas riesgosas en economía? Para entenderlo hay que mirar el default político de sus adversarios, sobre todo el kirchnerismo. Nadie en el mundo civilizado desea una foto con alguien como Astiz. Sólo los diputados del presidente.

Cristina Kirchner rompió el silencio sobre la denuncia de Fabiola Yáñez contra Alberto Fernández. Sentenció que las conversaciones y las fotos difundidas “delatan los aspectos más sórdidos y oscuros de la condición humana”. Pese a esos calificativos tan abismáticos destinados al expresidente, Cristina no llegó todavía al nivel de disculparse por el error cometido al elegirlo. El pronunciamiento de Cristina Kirchner apuntó a desplazar a Yáñez de su condición primaria de víctima y a reivindicar para sí misma esa posición. Sus palabras y el silencio de Alberto Fernández configuran juntos la síntesis del profundísimo colapso moral en el que se debate la principal fuerza de oposición.

Casi sin proponérselo, el gobierno de Javier Milei obtuvo en pocos días dos triunfos significativos en el proceso que sus ideólogos denominan “la batalla cultural”; la disputa del sentido común dominante que ordena las categorías del debate político. Primero fue la derrota de la narrativa progresista sobre derechos humanos, incapaz de condenar con claridad la naturaleza dictatorial del régimen venezolano. Luego sobrevino el contraste calamitoso entre la conducta y los discursos del último gobierno kirchnerista sobre cuestiones de género.

La degradación del kirchnerismo ya había tenido antes dos momentos de conmoción identitaria. La confirmación de la corrupción estructural que caracterizó a los gobiernos del matrimonio Kirchner obligó primero a sus seguidores a justificar todo con la coartada del fin y los medios. El fracaso de su modelo económico, que puso al país al borde de otra hiperinflación, puso luego al peronismo conducido por Cristina en un compromiso peor: explicar cómo el movimiento popular gobernó sólo para subsumir nuevos millones de argentinos en la pobreza.

Aun así, le quedaban todavía a ese espacio político alguna argumentación marginal: el elogio a las políticas de ampliación de derechos, como los referidos a cuestiones de género. Los acontecimientos de los últimos días aceleraron una indignación social contra la hipocresía de ese discurso político que hace tiempo se autonomizó por completo de sus obligaciones morales.

En ese clima de revulsión contra la eticidad en colapso de la élite que gobernó dos décadas, no es para nada un dato menor la coincidencia temporal de los episodios de violencia de género denunciados por Yáñez; la fiesta de cumpleaños que la entonces primera dama organizó durante la cuarentena y las conductas del expresidente entonces, huérfanas de un mínimo decoro durante el aislamiento obligatorio que estaba vigente en el año 2020. Esa coincidencia reabre una herida profunda que quedó en la trama social.

Validación


La profunda deslegitimación del discurso kirchnerista opera como una portentosa validación por defecto para Javier Milei. El Gobierno consiguió con las imágenes de Fabiola Yáñez golpeada y Alberto Fernández ebrio de seducción, más margen de maniobra para el ejercicio de un decisionismo, al que es proclive, que con la ley Bases o su decreto inaugural de necesidad y urgencia. En el campo de la gestión económica, esa legitimación por el vacío que enfrenta le ayudó al Gobierno a encarar apuestas audaces.

Entre esas apuestas merecen consignarse dos, muy relevantes. La primera fue la decisión de licuar el déficit cuasi fiscal con un cambio de tenencia (del Banco Central al Tesoro) cuya solidez estuvo fundada solamente en la credibilidad del mercado en una gestión astringente de las cuentas públicas. Con la promesa de continuidad del superávit fiscal, Milei hizo creíble un giro drástico en la emisión monetaria. La segunda decisión fue sobre política cambiaria. Enfrentó las presiones devaluatorias con la venta de reservas exiguas. Es decir, con la expectativa de que no cederá hasta la convergencia de la inflación en baja con el ritmo de depreciación pautado para el peso.

¿De dónde obtiene Milei la validación social para ser creíble para jugadas tan riesgosas? Para entenderlo conviene mirar el default político de sus adversarios. Esa defección es tan profunda que eclipsa derrapes inadmisibles de la gestión Milei. La oposición tenía previsto debatir en el Parlamento la visita de diputados libertarios a represores en la cárcel de Ezeiza. Nadie en el mundo civilizado desea sacarse una foto con alguien como Alfredo Astiz. Sólo los diputados del Presidente. Esa foto fue desplazada en el debate social por el rostro magullado de Fabiola Yáñez. Si se observa más allá del colapso moral del kirchnerismo, acaso se advierta que en el país hay señales evidentes de una crisis más amplia, de implicaciones sistémicas.

En sus tesis sobre filosofía de la historia, Walter Benjamin supo inspirarse en la obra del pintor Paul Klee: “Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irresistiblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso”.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Comentarios

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscribite desde $999 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora