Un acuerdo que se firmó con el agua

Equilibrada reacción de los gobernadores electo y actual a la decisión de Sergio Massa de invitarlos a una mesa para hacer un plan para las represas. La decisión no estaba anunciada, los tomó por sorpresa. La comisión deberá expedirse con baja atención política en medio de las elecciones PASO y las generales.

El ministro de Economía y precandidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, demostró sus dotes de pragmatismo político superiores a las que practica la dirigencia del MPN y hasta de su desprendimiento exitoso, Comunidad.

Convocó a los gobernadores actuales y electos de Río Negro y Neuquén, Arabela Carreras, Omar Gutiérrez, Alberto Weretilneck y Rolando Figueroa con cierta premura para anunciar que iba a formar una mesa con la secretaria de Energía, Flavia Royón, para hacer un plan a fin de tratar el fin de las concesiones de las represas y – lo más arriesgado – analizar el tema del precio de la energía.

Fue el jueves. Minutos antes de este anuncio reunió a los neuquinos, por separado, y se floreó con un latiguillo de campaña de Figueroa: los trabajadores de Vaca Muerta que viven en Añelo no tenían gas natural hasta que llegó Massa y se cumplió el sueño. Una hora después, se hizo el acto de las represas.

Con esta decisión apagó cualquier apropiación de banderas federalistas de cotillón que pudiesen enarbolar los candidatos en las PASO. Hasta los neuquinos de Unión por la Patria tenían cierta reserva con la decisión de la salteña Royón de que se haga cargo Enarsa de buenas a primeras sin ponderar que desde la reforma de la Constitución Nacional -posterior a la firma de las concesiones de las represas- las provincias son las dueñas del agua.

¿Cómo reaccionaron los involucrados? Sin demasiada algarabía. El gobernador Omar Gutiérrez ni siquiera lo escribió en sus redes sociales para que se notara más el acuerdo para darle gas a Añelo donde hay y habrá participación de una empresa pública provincial. Figueroa tampoco lo destacó y puso el acento en el proyecto de gas natural licuado porque tejió una relación con YPF para aprobarlo en Diputados con el guiño del abanico kirchnerista.

Las caras que mostraron ambos mandatarios, el actual y el electo, era de absoluta seriedad frente a lo que se podría observar como una respuesta a sus reclamos para tener una silla en la mesa donde se resolverá el futuro de las represas, cuyas concesiones vencen a partir del 11 del mes que viene, dos día antes de que se celebren las elecciones PASO.

El dato no es menor. El plazo que fijó Massa para que se haga ese plan de acción de reversión de las represas y se fijen precios es de 120 días. En octubre debería estar listo el informe y también se sabrá quién aspira a presentarse en el balotaje. La transición en Neuquén marcha como si tuviera viento del oeste en primavera y el foco político de interés virará hacia otro eje. La figura de Massa, de todas formas, es paradigmática para Figueroa quien ha obtenido cierta ganancia política al abonar la vinculación.

Cuando Darío Martínez se sentó en la silla que ahora ocupara Royón (con un apoyo desmedido del MPN) le devolvió banderas al partido provincial, como haber suspendido una reunión en Buenos Aires porque había piqueteros en la 9 de Julio o haber prometido compartir un proyecto que nunca llegó. Más allá de los yerros del político rionegrino, tuvo la iniciativa de formar una comisión que encabezó el dirigente Carlos Ciapponi sin la integración de representantes provinciales. De todas formas fueron invitados a participar hasta el episodio de la 9 de Julio. El trabajo quedó a medio terminar porque dimitió el funcionario y para la salteña no fue prioridad.

Además de la bandera de los recursos provinciales, para los gobernadores actual y electo implica algún tipo de ingreso extra de fondos para las ciudades ribereñas que adolecen (una paradoja) de la falta de redes de agua, por ejemplo. Y, obviamente, si se logra volver al origen del proyecto de concesión de que se cree un fondo para hacer represas en el río Neuquén (hidroeléctricas, no térmicas como se hicieron) sería como tocar el cielo con las manos.

La jugada de Massa pareciera que los tomó desprevenidos y, aunque es mirada con atención, las elecciones nacionales harán que la firma sea eso, en el agua.


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