Por qué “abrigar” las casas para invierno y verano

Por Alejandro González*

Río Negro y Neuquén tienen uno de los climas más extremos del país: largos inviernos fríos en la cordillera y largos veranos calurosos en los valles. Otros extremos se acoplan con éstos: gran consumo de gas en invierno y gran consumo eléctrico en verano. ¿Es el clima el que determina el consumo de energía? Sí y no, porque no hay que olvidar que entre el clima y un ambiente interior agradable se encuentra la envolvente de la casa. Paredes, techos, ventanas, pisos, determinan cuánto frío o calor pasará hacia el interior. Con buenos abrigos del edificio se puede llegar a tener confort con mínima calefacción y aire acondicionado.

Materiales compactos pesados y livianos con aire

En una nota anterior comentamos los consumos en calefacción en la región y cómo reducirlos con mejoras sencillas agregando materiales livianos que contengan aire. Una de esas formas posibles es agregando 50 cm de aislante en paredes (telgopor o lana de vidrio), 100 mm en el techo, algunos vidrios dobles, mejorar cortinados y reducir filtraciones de aire. Esto reduce el consumo de energía entre 30% y 60%, según la vivienda y hábitos. El costo de la instalación depende mucho más del revestimiento, mano de obra y de las terminaciones que se elijan que del aislante térmico.

Oportunidades perdidas

Por ejemplo, cuando se colocan revestimientos de chapa o siding y no se aprovecha para rellenar con aislantes se ha perdido la oportunidad de una gran mejora a bajo costo, ya que el mayor costo es en revestimiento y no en aislantes.

Las casas “abrigadas” funcionan como termos: buenos para conservar calor en invierno y también frío en verano. ¿Cómo, si abrigo la casa no tendré más calor en verano? No, porque en verano una casa con aislamiento es como una cueva donde se hace difícil la entrada de calor externo.

¿Por qué las paredes de ladrillo revocadas son tan frías en invierno? Pueden comprobarlo ustedes mismos usando la palma de la mano, que es un termómetro tan sensible que nos permite saber si una persona tiene fiebre tocándole la frente. Ladrillos y cemento son materiales nobles, compactos, resistentes, duraderos, pero esa misma compacidad y peso hacen que transmitan muy bien el calor. El gran peso podría ser una ventaja si tuviese aislante térmico por fuera que no permitiera que la pared tome la temperatura exterior. Una pared fría cuando la calefacción está funcionando significa que las condiciones de frío exterior “se metieron en la casa”. Hay que bloquear la influencia del exterior antes de que afecte las paredes. Al revés en verano, en lugar de enfriarse la pared se calienta. Un techo con poco aislamiento actuará como un excelente calefactor en verano, la chapa al sol alcanza entre 60°C y 80°C. En invierno, el mismo techo será una placa helada que se llevará calor de la casa.

Si escucha la lluvia, está mal

Dicho sea de paso, una regla simple para saber si el techo tiene suficiente aislamiento: no debe escucharse el golpeteo de la lluvia. Vemos entonces que el aislamiento térmico sirve tanto para invierno como para verano. También, por la sequedad del clima patagónico, los aislantes conviene ponerlos por fuera. Ello permite trabajar en las mejoras sin alterar el ambiente de la casa.

Con lo que se ahorraría en dos casas se alimentaría una nueva

Siendo bastante conservativos en cuanto a los beneficios de las mejoras, la reducción de consumo en dos casas permitiría proveer a una tercera con esa energía. En el caso del gas, se resolvería la provisión de gas natural para la mayoría de los edificios sin esperar la ampliación de gasoductos. El porcentaje de hogares sin gas natural en ciudades de la región es cercano al 35%, similar al ahorro que se tendría por eficiencia térmica.

En los últimos 15 años existió una enorme injusticia energética que favoreció a los sectores conectados a la red de gas, con subsidios que hicieron que en Patagonia la tarifa de gas natural fuera hasta 10 veces menor que la de gas envasado, electricidad o leña. En su mayoría, los desconectados del gas subsidiado son sectores de menores ingresos, ubicados en el periurbano de las ciudades y en la zona rural.

Hay programas de entrega de gas envasado y leña a sectores desconectados de la red de gas natural. Sin embargo, no se trabaja en resolver el alto consumo de edificios ineficientes. Cuando los consumos de energía son altos, el costo de la mejora térmica se recupera en poco tiempo con los ahorros. Los materiales para las mejoras son de fabricación nacional y regional, lo cual genera a su vez un retorno económico al Estado por el aumento de actividad. Si el Estado es el que paga el gas o la leña en las ayudas, un programa estatal en eficiencia térmica haría recuperar la inversión en pocos años. En Bariloche, los planes de ayuda en combustibles aumentan constantemente, pero no alcanza, y nunca alcanzará, para superar el frío que entra en casas sin abrigo.

¿Y los edificios públicos?

Por otro lado, las escuelas y edificios públicos deberían ser un ejemplo de calidad térmica; por el contrario, sus consumos energéticos son enormes. Los costos de mejora térmica se recuperarían con la reducción de consumo. En pocos años se tendrían edificios eficientes con los ahorros por reducción de consumo. Aun con todos los aumentos recientes, el gas natural sigue altamente subsidiado en Patagonia. Se paga entre $ 2 y $ 3 por m³, cuando en barco o desde Bolivia se importa a $ 5 por m³ en boca de gasoducto.

Una tarifa esperable para un futuro sin subsidio estaría entre $ 10 y $ 12 a consumidor final, similar a México y a mitad de precio de lo que se paga en Chile. Tarde o temprano y en forma independiente del gobierno de turno, las tarifas reales llegarán, porque los desequilibrios se terminan pagando mucho más caros en deterioro del país entero.

En el sector privado hay amplias áreas con capacidad económica para hacer mejoras térmicas pero que han sido desmotivadas por los bajos precios del gas y la electricidad.

El atraso tecnológico en los edificios se resolvió con energía barata. Lo dejamos para una nota futura.

*Doctor en física. Investigador científico en Ipatec, Conicet y Universidad Nacional del Comahue, Bariloche.

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