Superman no nos salvará


El problema es que el mundo es más complejo que lo que muestran las historietas. Por más que luchemos con fanatismo por el bando de Los Buenos la historia nos pasará por encima.


En mi niñez amaba las historietas de Superman: era el ser perfecto; no solo tenía todos los superpoderes, sino que era lindo, alto, fuerte y muy bueno. Buenísimo.

Superman siempre salvaba a todo el mundo de todos los problemas, hasta los más pequeños. Cada tanto se veía que, antes de ir a destruir a los malvados, Superman veía a un bebé que se estaba por caer de un balcón y corría a rescatarlo. En el camino incluso ayudaba a una anciana a cruzar la calle y salvaba a un gatito de ser atropellado por un auto. Superman era el jefe del bando de Los Buenos.

Por el contrario, los que Superman combatía eran Los Malos. Los Malos hacían todo mal. No solo querían destruir el mundo, dominar a la gente, robarle sus cosas, sino que disfrutaban haciendo daño: les pegaban a los débiles, maltrataban a las chicas, destruían todo. Los Malos eran malísimos. Y así quedaba configurado el mundo: de un lado Los Buenos buenísimos y del otro lado Los Malos malísimos. Así presentaban el mundo las historietas hace décadas y así sigue pensando mucha gente ya de grande: el bando Bueno contra el bando Malo, sin matices ni complejidades. Maniqueísmo puro.

Pero el mundo no es así. No se parece a una historieta de Superman. Él no vendrá a salvarnos. No se enfrentan Los Malos a Los Buenos, sino que siempre hay distintas posiciones, distintos intereses en juego y diversos puntos de vista desde los que analizar las situaciones. Además, están los contextos en los que suceden los hechos. Esos contextos son los que nos permiten ver que todo es muchísimo más complejo de lo que imaginábamos desde lejos y aislando un elemento del conjunto (como hacían las historietas que leíamos de niños).

Por ejemplo, hace 1600 años que cayó el imperio romano, tenemos sobre este acontecimiento una de las documentaciones históricas más fabulosas que existen sobre un tema, y aun así los historiadores no logran ponerse de acuerdo sobre muchos de los hechos esenciales que sucedieron entonces porque son muy complejos (como todos los hechos importantes de la realidad). Imaginen entonces cuán difícil es reducir todo lo que sucede ahora a una simplificación entre Los Buenos y Los Malos.

Esta semana comprobé que sigue siendo masiva la mentalidad infantil -esa que cree en un mundo en el que Los Buenos nos defendían de Los Malos-. El conflicto entre Rusia y Ucrania llevó a la mayoría a tomar partido por un bando. Una vez que tomó partido una persona ya se considera participando de la guerra y considera como enemigo a todo aquel que no cree exactamente en lo mismo.

Toda complejidad desaparece. También la realidad. La gente se pelea por fantasmas que tiene en su cabeza (Los Buenos vs Los Malos). ¿Por qué sucede esto? Una primera respuesta apresurada es que la mayoría es imbécil y como pensar es difícil prefiere apelar a las simplificaciones totales (Los Buenos vs Los Malos) y listo. Pero esto también es una simplificación (con algo de cierto: pensar es difícil y no todo el mundo disfruta eso).

Creo que el problema está en otra parte: pensar de esa manera simplista da regocijo espiritual. Hace que la persona que así piensa se sienta parte de la tribu a la que quería pertenecer. ¡Ser uno de Los Buenos da mucho placer en un mundo en el que todo tiende a la decadencia y al fracaso! La realidad es que la mayoría lucha para llegar a fin de mes y no pude lograr nada de lo que soñó cuando era joven, entonces ser parte del bando de Los Buenos es una satisfacción que nadie quiere perderse.

Hacer la guerra en las redes sociales contra Los Malos es muy fácil y produce mucho placer: uno demuestra que es parte del bando de Los Buenos y listo. Ahí está el gran secreto de toda la estupidez que leemos en Twitter. La mayoría se siente parte de una guerra contra Los Malos y como en toda guerra lo único que importa es derrotar al enemigo, el razonamiento se deja de lado.

Justamente se interviene en esa guerra para no pensar. Cuando uno está combatiendo no va a detenerse a reflexionar ni a analizar objetivamente la situación: si uno duda, el enemigo (Los Malos) te vuela la cabeza de un tiro. No hay que dudar (es decir, no hay que pensar): hay que combatir siempre.

Por eso, en el caso de Rusia-Ucrania fue casi imposible encontrar reflexiones o informaciones objetivas sobre la complejidad del asunto en Twitter. Todo era toma de partido: ¡Estamos en contra de Los Malos!

El problema es que el mundo es más complejo que lo que muestran las historietas. Por más que luchemos fanáticamente por el bando de Los Buenos la historia nos pasará por encima antes de que seamos capaces de abrir los ojos y tratar de entender qué está pasando realmente.

Ni Superman podrá salvarnos.


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