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Sin internas no hay democracia
A muchos políticos les encantan las internas partidarias, lo que puede entenderse por ser la suya una actividad que atrae a personas de mentalidad competitiva, pero sucede que, para casi todos los demás, se trata de reyertas pueblerinas. Con frecuencia, los hartos de tales conflictos acusan a los participantes de anteponer sus propias ambiciones a la búsqueda de soluciones
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