Revelaciones en días de crispación en Río Negro
Weretilneck recomendó al personal de Salud que no rechace ofertas laborales del sector privado. Doñate lo criticó y Facundo López dio el tiro de gracia para el “Gran Acuerdo”.
La templanza en el tono no quitó peso al mensaje que emitió el viernes el gobernador, Alberto Weretilneck, como respuesta a los trabajadores que le reclaman mejores sueldos e insumos para atender las demandas de los rionegrinos.
Pocas veces se escuchó a un mandatario decirles de manera tan directa a los empleados públicos que busquen refugio en el sector privado, porque la vapuleada billetera del Estado ya no tiene lo que pretenden.
Ese rasgo inédito del mensaje se sumó a otra particularidad: los destinatarios de esa invitación a tomar la puerta de salida fueron los agentes hospitalarios. Los “héroes” de la pandemia, ahora escuchando en tono de consejo amigo que en la provincia rige el “sálvese quién puede”.
Alguna nota habrá tomado el gobierno ayer al advertir que todo el arco político salió a decirle a Weretilneck que su responsabilidad institucional exige algo más que la propuesta de una transferencia de recursos humanos desde el subsector público al privado para solucionar las necesidades salariales del personal de Salud.
De todas maneras, si alguien registró esa uniformidad en las reacciones, debe haberlo hecho sobre el final del sábado, porque las últimas horas del viernes y las primeras de ayer mostraron al oficialismo con signos de irritabilidad por diferentes vías.
La más elocuente de esas muestras fue la catarata de tuits del legislador Facundo López, que dio el tiro de gracia al “Gran Acuerdo” de hace apenas un año atrás al responder las críticas del senador Martín Doñate.
“Río Negro resuelve los problemas de la inoperancia de los Gobiernos nacionales, el de ahora y el de antes. Nunca escuché a Doñate quejarse por las barbaridades que hizo el Gobierno Nacional anterior, la principal causa por la que tenemos el Presidente que tenemos”, se descargó el presidente del bloque de JSRN.
No sabemos cómo terminará la crisis con los estatales, pero por lo pronto sí sabemos ahora lo que realmente pensaba Weretilneck sobre el Frente de Todos al que apoyó el año pasado para que sigan gobernando el país.
La culpa, del otro lado
Hay un hilo conductor entre el mensaje grabado por Weretilneck y los tuis de su mano derecha: la idea de que Río Negro es víctima de acciones externas e incluso que este gobierno padece las consecuencias de decisiones tomadas hasta el año pasado.
Las culpas son de Alberto Fernández (¿y de Sergio Massa?), de Javier Milei, de Arabela Carreras…
Un argumento para explicar la foto, pero que se desvanece al preguntarse cómo fue que la provincia llegó tan débil al ajuste actual, por qué no existe un plan de desarrollo económico y productivo consolidado durante la última década para evitar la dependencia tan nociva de los fondos nacionales y –desde lo político- cómo puede ser que muchos de los responsables de esa pesada herencia provincial sigan girado actualmente en la órbita del gobernador.
En ese afán por visibilizar culpables, el Ejecutivo empieza a perder la rigurosidad de los datos. Ejemplo, el comunicado del viernes titulado “Ajuste de Milei: el recorte nacional también llegó a Vialidad Rionegrina”, que tres párrafos después de esa muletilla para erosionar al presiente revela que, en realidad, el fondo nacional que inyecta recursos al organismo “hace 27 meses que no aumenta”.
Ahora bien, Weretilneck pudo haber quedado fuera de timing con el contradictorio llamado al diálogo al mismo tiempo que invitó a irse al sector privado, pero leyó muy bien la oportunidad política que le ofrecieron los trabajadores de Salud al no tomar guardias en el hospital de Bariloche.
Ese paso en falso del personal –reconocido por propios agentes de otros hospitales- fortaleció la postura del gobierno, que seguramente hará valer en las negociaciones el riesgo de enfrentar un proceso judicial por abandono de personas.
Esta semana se verá si pesa más el ánimo conciliatorio o la crispación, típica reacción de los que insisten con antiguas recetas, a pesar de que ya no den resultados.
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