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Pobres y agotados
El discurso oficial oscila entre la violencia descarnada hacia opositores y críticos y el delirio de una especie de realidad alternativa que solo está en la cabeza del presidente.
No sucede ahora a Javier Milei como algo excepcional, sino que le sucedió a todos los gobiernos que hubo en las cuatro décadas de democracia. Cada gobernante se enamora del par de cosas que contribuyeron a que ganase la elección que lo encumbró en la cima del poder político y deja de prestarle atención
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