Periodistas del odio y la defensa de los derechos humanos
Las agresiones en las declaraciones de Feinmann y Etchecopar a la comunidad LGBTIQ+ a las familias diversas y vulnerables son una amenaza a los valores de respeto e igualdad que han costado años de lucha.
Las recientes declaraciones de Eduardo Feinmann en LN+ sobre la Marcha del Orgullo, en las que afirmó que “la sociedad no quiere ser villera ni tener papás putos”, y los comentarios de Baby Etchecopar, quien se refirió a las infancias trans y no binarias como si fueran un “zoológico”, han generado un profundo repudio. Estas expresiones representan ataques hacia colectivos que han luchado incansablemente por la igualdad y la dignidad. Ambos discursos, lejos de ser comentarios “políticamente incorrectos,” forman parte de una estrategia más amplia que busca deslegitimar los derechos humanos y perpetuar estructuras de exclusión y odio.
Estos discursos, promovidos por figuras que ejercen el poder mediático, reafirman una masculinidad hegemónica y excluyente que niega la diversidad como un valor social. Este tipo de masculinidad, con su carga de superioridad y autoritarismo, considera “válidas” solo ciertas estructuras familiares, despreciando otras realidades y formas de vida, como las familias homoparentales o las identidades diversas. Al proyectarse desde posiciones de poder, estos discursos atacan la dignidad y los derechos de quienes no encajan en sus moldes conservadores, dejando en claro el desprecio hacia quienes desafían sus privilegios.
Frente a las declaraciones de Feinmann, la Federación Argentina LGTB+, organización que vela por la defensa de derechos humanos de lesbianas, gays, bisexuales y personas trans, emitió un enérgico repudio. En su comunicado, instó al periodista y al canal a retractarse públicamente y advirtió que tomará medidas legales de ser necesario.
Al enfatizar que estos comentarios resultan igualmente graves si reemplazamos “putos” y “villeros” por términos como “judíos” o “negros”, la Federación denuncia el impacto discriminatorio de estos discursos y subraya la necesidad de frenar la violencia simbólica que implican. “Al closet no volvemos nunca más”, afirmó la Federación, con un llamado de resistencia y una exigencia de que los discursos de odio no tengan lugar en una sociedad democrática.
Masculinidad hegemónica y poder mediático: un binomio excluyente
Los discursos de Feinmann y Etchecopar no solo refuerzan una masculinidad tóxica que excluye a quienes no encajan en su visión conservadora, sino que además naturalizan un clima de intolerancia. Desde los derechos humanos, este enfoque reproduce una estructura de desigualdad que niega la dignidad de sectores históricamente oprimidos. No se trata solo de prejuicios hacia la diversidad sexual; es también un desprecio hacia aquellos que, por su identidad o condición social, desafían el patriarcado y el privilegio de clase.
La ampliación de derechos en Argentina y la resistencia reaccionaria
Argentina ha sido pionera en la región en el reconocimiento de derechos para la comunidad LGBTIQ+, con leyes como la de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género. Sin embargo, estos logros están en riesgo cuando figuras públicas e instituciones atacan estos derechos como si fueran “privilegios”. La frase “privilegios para nadie” de Bertie Benegas Lynch y las opiniones de estos periodistas intentan minimizar la importancia de los derechos igualitarios, equiparándolos a beneficios injustos. Este discurso ignora la desigualdad estructural que históricamente ha enfrentado la comunidad LGBTIQ+, y que el avance en sus derechos busca equilibrar.
Los medios como agentes de cambio (o de estancamiento)
Los medios de comunicación no solo reportan hechos; configuran el imaginario social y tienen una responsabilidad en la construcción de valores. En una sociedad que ha luchado por la igualdad, los medios deberían promover la inclusión y los derechos humanos. Cuando se avalan declaraciones como las de Feinmann y Etchecopar, los medios se convierten en instrumentos de violencia simbólica, reproduciendo estigmas y exclusión. La libertad de expresión no es una “licencia para discriminar”, y la responsabilidad social de los medios exige un compromiso activo contra los discursos que normalizan el odio.
Defender los derechos y rechazar el odio
La sociedad argentina debe exigir una postura firme frente a estos discursos y proteger los logros alcanzados. Las agresiones a la comunidad LGBTIQ+, a las familias diversas y a sectores vulnerables son una amenaza a los valores de respeto e igualdad que han costado años de lucha. En la XXXIII Marcha del Orgullo Federal, miles de personas exigieron justicia e igualdad para todas las identidades y familias, demostrando que en la acción colectiva y en la unión firme está la fuerza para frenar la discriminación y defender el futuro que merecemos.
* Especialista en Masculinidades y Cambio Social, Facilitador de Procesos Colaborativos, Mediador y RRPP.
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