Pacto de uno

Es una incógnita si Milei conseguirá o no todo lo que se propone con el Pacto de Mayo y la Ley Ómnibus, pero algo es claro, con esta estrategia ya logró ganar tiempo hasta mitad de año.

En la década del ‘90, cuando Carlos Menem y Raúl Alfonsin firmaron el Pacto de Olivos para reformar la Constitución, aquellos que se oponían lo llamaban “pacto de dos”. El motivo era porque la negociación principal para encarar semejante reforma del sistema democrático se había discutido solo entre dos personas -Menem y Alfonsín- y una vez acordado el temario principal, recién ahí se abrió la discusión al resto de las fuerzas políticas de ese entonces.

Hoy, el presidente Javier Milei busca firmar un pacto con los gobernadores de las 23 provincias argentinas y la Ciudad de Buenos Aires pero, a diferencia del Pacto de Olivos, esta vez no hay una contraparte con quien se negocia la letra del acuerdo. Se parece más a una declaración de principios de la que se pretende que los gobernadores adhieran.

A tres meses de Gobierno, Milei ya dio una muestra de cómo es su concepción de la política. La búsqueda de consensos no está entre las características principales del presidente. Más bien todo lo contrario: considera que las sociedades ya no tienen paciencia para esperar a que los políticos encuentren un punto de consenso que luego no se traduzca en soluciones concretas a los problemas.

A esto se le suma el costado místico de Milei que horas antes de la inauguración de la asamblea legislativa publicó un fragmento de la biblia en Instagram que decía: “Y Dios dijo a Moisés: alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste”.

Luego, al final de su discurso ante el Congreso sorprendió con una suerte de 10 mandamientos a los que llamó el Pacto de Mayo. El primer punto para “acordar” es “la inviolabilidad de la propiedad privada”, algo que ya está establecido en el artículo 17 de la Constitución Nacional.

Luego sumó dos deseos como “el equilibrio fiscal innegociable” y “la reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno”.

Les ofreció a las provincias rediscutir la coparticipación, uno de los temas más complejos de tratar por la necesidad de mayorías parlamentarias casi imposibles de conseguir y también les exigió “un compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país”, algo que, por ejemplo, mejoraría las cuentas de provincias como Chubut, que tiene prohibida la minería de oro y plata a cielo abierto.

Mieli agregó también las cuatro reformas sobre las que circula la discusión política y electoral de los últimos años: la tributaria, la laboral, la previsional y la política. Por último sumó un pedido de apertura al mercado internacional.


Los que celebraban las medidas de shock, que tuvieron un fuerte impacto en la sociedad con la licuación de salarios y la pérdida de poder adquisitivo, ahora están preocupados.


Estos 10 “mandamientos” se discutieron el viernes durante 4 horas en la Casa Rosada con todos los representantes de las provincias. La reunión la encabezaron el jefe de Gabinete Nicolás Posse y el ministro del Interior Guillermo Francos. Sobre la mesa también se puso lo que Milei había anticipado en su discurso: aprobar la ley ómnibus en el Congreso, pero esta vez una versión más acotada.

Es una incógnita si Milei conseguirá o no todo lo que se propone con el Pacto de Mayo y la ley ómnibus, pero algo es claro, con esta estrategia ya logró ganar tiempo hasta mitad de año. Para ese entonces ya habrá novedades de la liquidación de la cosecha gruesa que arranca en abril y también habrá más certeza sobre el rumbo de la inflación, que por ahora viene a la baja. Milei espera estar en un solo dígito en abril, lo que sería una buena señal en materia de contención de la inflación, pero a costa de una fuerte caída de la actividad económica.

Este punto le preocupa incluso a aquellos que apoyan las políticas de Milei como el economista Domingo Cavallo o al FMI. Pareciera que todos los que celebraban las medidas de shock de Milei, que tuvieron un fuerte impacto en la sociedad con la licuación de salarios y la pérdida de poder adquisitivo, sobre todo de las jubilaciones, ahora están preocupados. Querían shock, pero no tanto.


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