Los problemas y las ilusiones

La Provincia conserva sus habituales problemas. Se vislumbra bien después de despejar del escenario a la entusiasta posibilidad de que en Río Negro se construya la planta de GNL, se avance con los proyectos mineros o exista un derrame con la renegociación petrolera.

El permanente debate de los salarios públicos, con los latentes conflictos docentes, ofrece otro velo de esas dificultades estatales.


El megaproyecto de GNL para Río Negro suma certeza, a pesar de la incursión política de Milei. Unter innova con otra estrategia y el Gobierno renueva una prueba de armonía.


El presidente Javier Milei sumó certidumbre y, a su vez, inquietud a la localización de la estación de GNL en Punta Colorada. Bahía Blanca “tiene el lastre de (Axel) Kicillof”, declaró. Lo suyo fue un mandato político cuando YPY y su socio Petronas pregonan que el lugar saldrá de un análisis técnico. Por eso, tal vez, el gobierno provincial ignoró ese anuncio auspicioso.

La Provincia logró un tiempo de serenidad gremial. Unter innovó y dejó en suspenso su lucha.


Cuando el escenario se libra de las expectativas en las inversiones y de las pujas gremiales, la gestión queda desnuda de los cambios relatados. Weretilneck ya tiene conclusiones.


Esa conducción sindical no logra traducir por qué el gobernador Weretilneck ensaya un perfil confrontativo con ellos que no le es propio. Respondió a los paros de junio con descuentos y sin ningún aumento.

El poder político nunca comprendió al gremio docente, con sus decisiones horizontales. Weretilneck lo descifra: “no hay conducción”. Es cierto que registra intentos y decepciones. Se reunió oportunamente con el titular de la CTA y líder de la agrupación Celeste de Unter, Jorge Molina. Se ignora si hubo promesas, pero si que existió molestar cuando sus seccionales fueron contrarias a las ofertas de Educación.

Otro empeño por mejorar la relación estuvo en abril con una reunión con su titular Silvana Inostroza y otros dirigentes de Unter pero, a las pocas jornadas, los senderos se diferenciaron.

El gobernador ordenó no liquidar el aumento de junio porque -según dijo- no fue aceptado. Ese criterio se alterará -seguramente- en julio. En la paritaria del jueves, el sindicato pedía garantía del depósito de las subas si la respuesta consistía en un rechazo -por insuficiencia- y sin paros, como salió del Congreso. Nada figura en el acta pero, según la palabra trasladada del mandatario, si salía esa resolución se abonaría el ofrecimiento, ahora desestimado, y se seguirá con las negociaciones.

Gobierno y Unter renueva una prueba de armonía. Para el gremio, queda negociar los descuentos por los paros. La resistencia, posiblemente, parta de la ministra Patricia Campos porque Weretilneck siempre se muestra dúctil a sus posiciones cuando de sus objetivos se trata y, ahora, la prioridad es la placidez sindical, más con una porfía ganada.

Toda enemistad puede remediarse. Su mayor antecedente está en la conversión a confraternidad de lo que fue enemistad con el mandamás de ATE, Rodolfo Aguiar, incluyendo denuncias y detenciones en el 2017. Siete años después, ambos reacomodaron -incluso con contrariedades- y comparten hoy una paradigmática cooperación mutua.

ATE orienta la política salarial aunque, la última semana, el gobernador recogió la sugerencia de Juan Carlos Scalesi y, por eso, las sumas fijas serán bonificables, con mejores alzas para los estatales más antiguos. Así, UPCN aceptó enseguida y Scalesi transmitió que “finalmente fue escuchado”. ATE sigue la formalidad y su Plenario lo avalará mañana.

Libre del entusiasmo por las inversiones y los tironeos gremiales, la administración queda bien desnuda y carente de las modificaciones relatadas.

Salud, con mayores recursos, poco modificó de sus penurias. La cartera social -también- aglutina planes postergados. Anunció para julio la tarjeta alimentaria que no llegó, salvo excepciones sueltas o direccionadas.

Una mixtura de quejas y de falencias no resueltan se acumulan en el celular y en el pensamiento de Weretilneck, quien desentrañó responsabilidades en varias carteras y, con eso, definiciones de cambios.

Llega esa revisión en un gobierno que se bambolea entre las ilusiones por proyectos de inversiones y el agobio de una realidad estatal que parece inmodificable.


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