Los jirones que deja el año electoral en Río Negro

En dos semanas concluirá el calendario electoral de Río Negro en este 2023. En paralelo a la carrera presidencial, la definición de tres diputados nacionales, de un parlamentario del Mercosur y de cinco gobiernos municipales pondrá fin a un maratónico proceso de urnas, iniciado el 12 de marzo con los comicios municipales de Roca.

Pero no hace falta esperar los resultados del 22 de octubre para saber que el año electoral terminará con saldo negativo para los partidos políticos tradicionales de la provincia.

Ninguna de las fuerzas con cuotas de poder a nivel provincial o local se fortaleció este año. Por el contrario, hubo crisis que se apenas pudieron maquillarse y otras que se profundizaron, abriendo una incógnita importante sobre los protagonistas del nuevo escenario que emergerá en diciembre.

Juntos Somos Río Negro retuvo la gobernación, pero la confluencia de partidos que nutrió aquél 42% pasó del brillo del “Gran Acuerdo” a una tenue luz antes de que Alberto Weretilneck retome el mando. Y a eso se suma hoy un clima interno denso, afectado por la mala performance en las PASO, por derrotas locales resonantes y por las consecuencias del abismo abierto en la relación entre el senador y la gobernadora, Arabela Carreras.

La incómoda transición empezará a materializarse mañana por la noche, cuando el gobernador electo oficialice los nombres de aquellos que conformarán el equipo que intercambiará información con ministros y secretarios actuales.

Cerca de Weretilneck aseguran que no habrá anticipos sobre el futuro gabinete entre esos hombres y mujeres, resaltando que los designados tendrán un rol netamente técnico.

Durante los últimos días se avanzó con contactos informales, centralizados en el titular de la bancada legislativa, Facundo López, por el lado “albertista”, con el jefe de Gabinete y el ministro de Gobierno, Pablo Zúcaro y Mariano Ferrari, como emisarios de la gobernadora.

Pomona y Valcheta sí, Cipolletti no

El diálogo entre Weretilneck y Carreras sigue cortado. Alguien se esperanzó con un encuentro el martes, en el aniversario de Cipolletti, pero la mandataria priorizó esta semana los festejos de Pomona y de Valcheta, dejando fuera de su agenda a la tercera ciudad más poblada de la provincia.

El presidente de JSRN ya advirtió al oficialismo provincial que algo muy distinto a lo hecho durante los últimos años deberán ofrecer a los rionegrinos para evitar que la pérdida de poder sea total.

Juega a su favor la permanencia en Casa de Gobierno, pero también que sus competidores de las últimas décadas navegan al 2024 con igual o mayor debilidad.

El peronismo ató con alambres sus átomos para garantizar al menos seis meses de alto el fuego, pero no hay razones para el autoengaño. En el 25% de las PASO hay fuerte incidencia de la fórmula presidencial y lograr esos casi 90.000 votos en una elección provincial será una utopía si los actores protagónicos siguen siendo los mismos que se profieren maldiciones por las traiciones de hoy, ayer y siempre.

Y en ese mundo de desconfianzas, zancadillas y hasta disputas judiciales internas entró vertiginosamente Juntos por el Cambio, que pasó del auspicioso crecimiento en la Legislatura a una tormenta de conducción, directamente proporcional con la crisis de la coalición a nivel nacional.

La novela por la inclusión de Patricia Bullrich junto a las boletas municipales de la UCR en Sierra Grande y en Jacobacci terminó con el fallo del jueves de la Cámara Nacional Electoral, habilitando la estrategia del sector del legislador Juan Martín.

Un triunfo pírrico, porque ahora deberá debitarse la consecuencia a nivel provincial del litigio: si el diputado Aníbal Tortoriello y su sector ya estaban lejos de la lista de Bullrich, su militancia de baja intensidad se sentirá ahora más legitimada.

Un problema para el candidato a diputado, Sergio Capozzi, que corre el riesgo de quedar fuera del Congreso si queda tercero en las urnas y los primeros doblan en votos a Juntos por el Cambio.