Los días de novela en Chubut: de Judas a Pedro, de caranchos, de paros históricos y de repudios

El fallo del polémico juicio “Ñoquis calientes” se conocerá el 27 de diciembre. El exgobernador Mariano Arcioni fue citado a declarar.

Entre sus asesores la exministra Cecilia Torres Otárola tenía a personas que nunca habían pisado la provincia. (Foto: gentileza)

Una exfuncionaria juzgada por presunta defraudación al Estado que confundió a Judas con Pedro, un dirigente sindical que convocó a una huelga a la que no adhirió nadie y un gobernador y otros funcionarios que llamaron “caranchos” a abogados y gremialistas y Colegios de Abogados que salieron a repudiar y dijeron que no son caranchos.

Todo en 48 horas en las agitadas aguas de la política de Chubut que despide el año 2024 haciendo recordar a alguna que otra obra maestra literaria ya que en realidad no se sabe si lo que se está viendo es real o es mágico.

En realidad, puede decirse que son las dos cosas porque en pocas horas convivieron los milagros, las fantasías, las obsesiones, el adulterio, el desamor y los descubrimientos que forman parte de los maravillosos “Cien años de soledad”, solo que esto no pasa en un pueblo imaginario sino en una provincia lejana, aunque si hay que buscar alguna similitud también sufrió inundaciones prolongadas y alguna que otra pérdida de memoria de sus personajes centrales.

Todo comenzó con la última declaración de la exfuncionaria y exdiputada provincial, Cecilia Torres Otárola, en el juicio que se le sigue y que se denomina “Ñoquis calientes”, precisamente porque entre sus asesores tenía a personas que nunca habían pisado la provincia o simplemente, ni siquiera la conocían.

En el marco de las audiencias fue citado el exgobernador Mariano Arcioni, quien dirigía los destinos de la provincia cuando Otárola era ministra. Como era de esperar, Arcioni se desmarcó de quien fuera su funcionaria y dijo que “no recordaba nada”.

Torres Otárola pidió declarar en la última audiencia desarrollada durante la semana que pasó. Y fue dura con Arcioni. Dijo ante el tribunal: “Al estilo Judas, Arcioni no recuerda. Habría que preguntarle si recuerda que fue gobernador y si se acuerda de mí. Mi negó, como Judas”.

Es muy difícil recordarle a Cecilia Otárola que no fue Judas el que negó a Jesús sino Pedro, al que el mismo Jesús había advertido: “Antes que cante el gallo, me negarás tres veces”. Judas fue el que lo traicionó. De un manual del catolicismo.

Hay que recordar que Otárola es la misma que durante el juicio dijo que tuvo una relación sentimental con el denunciante Martín Sandoval mientras este estaba casado lo que en los mismos libros sagrados es considerado como adulterio.

El fallo sobre los “Ñoquis calientes” se conocerá el 27 de diciembre. El fiscal Omar Rodríguez anticipó que pedirá una pena que representará para la exministra, prisión efectiva.

El miércoles, el sindicalista Luis Núñez, secretario general de la CGT convocó a un paro general para el jueves. Es decir, con apenas unas horas de anticipación. Culpó al gobierno de querer perjudicar a los trabajadores a través de un proyecto de ley que trasladaba al Estado la responsabilidad del seguro de los trabajadores estatales ahora manejada por un broker y que iba a ser tratado por la Legislatura el mismo jueves.

Núñez, que días antes fue uno de los protagonistas del escándalo en el congreso del PJ, llegó con algunos colectivos con gente (todos sentados) para protestar en la Legislatura, pero un operativo del ministerio de Seguridad le impidió llegar a la casa de las leyes con su gente.

El sindicalista si llegó. Y en una reunión con diputados los amenazó con escraches en sus viviendas lo que generó una denuncia y la decisión de un fiscal de prohibición de acercamiento de Núñez a los legisladores por 30 días, aunque después lo redujo al 31 de diciembre.

El paro general convocado por Núñez tuvo acatamiento cero. Funcionaron y trabajaron transporte, la administración pública, comercios, deliverys, pintores, albañiles, canillitas, escuelas y hasta los jubilados. Debe ser histórico.

El final fue de novela, claro. El gobernador Ignacio Torres y otros funcionarios dijeron que la ley iba a terminar con la lluvia de caranchos de abogados y sindicalistas. Enseguida, los Colegios de Abogados repudiaron las declaraciones del gobernador y sus seguidores. Aunque el repudio no aportó a la causa.

“Muchos años después, delante del pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer la nieve”.

El comienzo de “Cien años de Soledad” presagia una novela intensa y el inicio del realismo mágico donde un pueblo imaginario llamado Macondo empieza a ser conocido en el mundo entero.

Pero aún así, no hay lluvia de caranchos, adulterios, rebeldías ni condenas. Ni tampoco alguien que confunda a Judas con Pedro.

Si volviera a nacer, sería demasiado para el gran escritor colombiano.


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