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Las ventajas están pero sin dominar

El monopolio de los recursos públicos y el uso del simbolismo que le fue arrebatado al MPN juegan a favor, aunque todavía falta desarrollo territorial. El costado flaco de la construcción política de Figueroa está en la ausencia de leales en el Congreso Nacional, que el año próximo renueva 6 representantes.

Una de las razones por las que el gobernador Rolando Figueroa se recluye en ruidosos silencios, mientras sus pares liberan su verba sin límites, es que no tiene poder de negociación a nivel nacional. En teoría no tiene dominio sobre ninguno de los 8 representantes en el Congreso nacional, aunque en la práctica le es funcional su reemplazo en Diputados: Osvaldo Llancafilo. Entonces, no puede ofrecer votos desequilibrantes al mejor estilo Elías Sapag en épocas del colegio electoral cuando los senadores no se elegían por el voto popular.

Una segunda razón hay que buscarla en el crecimiento de los recursos que tuvo desde que se acomodó el dólar oficial, el 13 de diciembre, que va en vía paralela con el aumento de la producción petrolera. Las regalías ya son el 49% de los ingresos y la coparticipación -de la que viven provincias vecinas- apenas supera el 18%. Si levanta la voz reclamando el corte de partidas o se deja arrastrar por aventuras separatistas, la situación se veía expuesta al lado de la foto en la que posó junto a Sergio Massa en campaña cuando vino a Cipolletti. Cautela y prudencia son su mano derecha e izquierda.

Con esa mochila que le impide visibilizarse mucho en el concierto de los gobernadores, pone en marcha estrategias hacia dentro de la provincia, apalancado en las ventajas que le dieron el triunfo en abril del año pasado y en la implosión que produjo en la oposición.

Expertos del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, Cippec, hicieron un trabajo en el que determinaron las principales dimensiones que contribuyeron a consolidar a un partido provincial como el MPN en el poder. Enumeró en las ventajas del oficialismo, por un lado, el uso del monopolio de los recursos públicos, en particular la generación de empleo estatal. Por el otro, la presencia y visibilidad que tiene el partido en la provincia. Existe, además, un peso histórico que le imprimía al entonces todopoderoso MPN un simbolismo particular y esto resultaba en una ventaja fundamental para su predominio.

Si se utilizaran estas tres dimensiones como una plantilla, Figueroa tiene, aún, dos de las tres ventajas del oficialismo, el monopolio de los recursos públicos y el simbolismo. En cuanto a los recursos, además, no tiene la mirada acusadora de dirigentes ubicados en la centroderecha que le sacaban canas verdes a Omar Gutiérrez cuando se le ocurría endeudarse. Arrebató al partido original el predominio de los símbolos a los que le adosó una dosis cargada de liderazgo natural.

La tercera categoría es la visibilidad territorial, aspecto en el que se despliega una errática estrategia. Desde el Este de la provincia hay una relación con el intendente Mariano Gaido envuelta en papel de regalo celofán, sin que se la mire mucho para que no se arrugue. El jefe comunal también tiene, parcialmente, las ventajas del oficialismo, aunque aún debe decidir ir a la peregrinación del partido que conduce Gutiérrez o hacer un departamentito al fondo del terreno.

Desde el Oeste, los intendentes del MPN hacen su juego: para afuera aparece como los rolistas de la primera hora y para adentro llaman a los diputados provinciales del partido para evaluar respuestas. Una especie de scoring que aún está intacto con el apoyo a las leyes del Ejecutivo. Del Sur esperan definiciones de fondo como la interconexión de Villa La Angostura o la concesión del centro de deportes invernales. Del Norte le reclaman, desde Rincón a Chos Malal, una reparación histórica.

El diversificado gabinete de Figueroa aún está en la agonía del reunionismo al que asistieron sus integrantes desde que asumieron; superada “la etapa del diagnóstico y conocimiento profundo”, se aproxima el primer parcial, como en la escuela, para rendir cuentas.

El desafío será visibilizar la “gobernanza” y la “regionalización” que, por ahora, aparecen como una elaboración teórica, frente a las respuestas de integración y desarrollo económico. Si se supera la instancia se presenta un interesante panorama político para el 2025 en el que se elegirán seis de los ocho legisladores nacionales.


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