Las cúpulas y los notables en el MPN
Las decisiones partidarias primero estaban en manos de dos dirigentes. El crecimiento democrático oxigenó estrategias.
Toda discusión en el Movimiento Popular Neuquino despierta interés público, entre afiliados y externos, porque es la entidad política donde se resuelve el poder de la Provincia.
Por estos días se debate cómo hacer la renovación de autoridades del partido, una faena a la que sólo están invitados los afiliados. Integrar la convención y la junta de gobierno despierta un interés moderado y, salvo en la historia contemporánea cuando sorprendió la performance de la lista Naranja, hay acuerdos disfrazados para instalar figuras decorativas, una suerte de premio consuelo para minimizar el poder de daño que puede tener algún notable sin cargo electivo.
Contó Luis Sapag que, después del acta constitutiva del MPN en Zapala, comenzó el trámite del reconocimiento a nivel nacional para lo que se contó con la colaboración de Oscar Albrieu. Cuando éste avisó que se había superado el trámite, Elías Sapag viajó de Zapala a Cutral Co y entró a la casa de Felipe y le dijo en voz alta: ¡Aprobaron el partido… usted va a ser el gobernador! Felipe sorprendido le respondió: “Usted está loco”.
La anécdota ilustra el primer momento que tuvo el partido para la designación de autoridades y candidatos cuando no había militantes profesionales, cuadros y la identificación se alimentaba desde el peronismo proscripto. Estos caudillos resolvían y lo hicieron hasta que irrumpió un retador, cuando la política neuquina había superado la pubertad, en la década del 80.
La conducción partidaria es un trampolín para la elección que realmente interesa y es donde se resuelve el poder en la provincia.
De allí con altibajos se mantuvo la política de la lista de notables, como alguna vez quiso imponer el petrolero Guillermo Pereya, o el acuerdo entre Jorge Sapag y Jorge Sobisch para que Pedro Salvatori fuera el dirigente en el partido. Esto le valió el reproche de Luz Sapag, hermana de Jorge, que con un fallo judicial bajo el brazo expuso públicamente -como acostumbraba a expresarse- que no estaba de acuerdo con el acuerdo de cúpula y reclamó que se realizaran elecciones internas.
La temporalidad no es sinónimo -siempre- de sabiduría y todo indica que hay sectores que se sentirían más cómodos si, al menos en la interna partidaria, se diera un paso atrás, ya sea para que los notables o los caudillos elijan los dirigentes.
El sector oficialista del MPN, la lista Azul, domina los dos órganos de gobierno partidario tras el portazo de la lista Azul y Blanca de los petroleros que tenía un tercio de los 50 convencionales y la vicepresidencia de la junta de gobierno. Como el 9 de septiembre finaliza el plazo formal de la conducción, se fijó fecha de elecciones internas para el 21 de agosto. La decisión no es ingenua aunque está recubierta de institucionalidad prolija, como tampoco lo fue la reunión cuasi secreta en la que se cambió la carta orgánica para ponerle coto a un hipotético caballo de Troya.
El diputado nacional Rolando Figueroa, en su papel de retador de Omar Gutiérrez, quien ostenta la doble cocarda de presidente del partido y gobernador, pretendió atemperar -tarde- los efectos de la reforma de la carta orgánica y envió una carta con 20 puntos. Como no tenía mucha plata compró una estampilla simple en el correo y la carta, si llegó, no se la contestaron. Tras cartón fue el titular de la mutual petrolera el que pidió una suerte de “lista de unidad” o acuerdo de cúpula para que se considerara una estrategia de dividir por tres y no gastar dinero y tiempo en la interna para elegir autoridades. Los retadores del poder recibieron su respuesta.
La calificación de “berreta” que hizo Gutiérrez de la encuesta que Figueroa enarbola para bajarle la cotización en el mercado a Marcos Koopmann y el recuerdo, con palabras más suaves, de que los petroleros eran parte del partido y se fueron sin avisar, subieron la temperatura de las diferencias internas. Los tres sectores saben que en el MPN el poder se gana (por internas, acuerdos o lista de notables) y después se ejerce, pero nunca se comparte porque la experiencia indica que no fue saludable para la salud política.
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