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La única verdad es la realidad

Hace 5 décadas el Presidente Juan Domingo Perón citó a Aristóteles y la frase del filósofo griega ha quedado en la historia política argentina: “la única verdad es la realidad”. En las redes sociales y en los medios ya se va mostrando (con mucha menos virulencia que la que se usaba en contra del kirchnerismo) las contradicciones entre las medidas que toma el Presidente Javier Milei y los cientos de videos del candidato Javier Milei. Con esto se ratifica lo dicho por el semiólogo Tzvetan Todorov cuando analizó las campañas electorales francesas en la década de 1960: “Todo lo que se dice en una campaña electoral no tiene nada que ver con la verdad, sino con la búsqueda del poder”.

En campaña escuchamos que Milei prometía que el ajuste lo iba a pagar la política y la casta y ahora como Presidente de la Nación hace un ajuste que pagamos todos los ciudadanos, en especial los que menos tienen.
El tema no es que Milei ahora toma medidas que son lo contrario de lo que prometió, sino comprender que jamás fueron realistas las promesas que hizo. Aunque la Constitución se lo prohibe, si Milei cerrara el Congreso Nacional (eliminando no solo unos 300 cargos electivos sino miles de empleados que asisten a los legisladores, además de gastos de funcionamiento de esa enorme maquinaria pública) la reducción en el gasto público sería mínima. Y estamos hablando de una medida radical que solo pueden tomar los gobiernos dictatoriales.

Cualquiera que conozca mínimamente el presupuesto nacional sabe que el principal gasto público son las jubilaciones. Cualquier plan de ajuste del gasto público que no recorte jubilaciones no es realista. Es una medida que nadie quiere anunciar, menos aún con bombos y platillos, pero es la que realmente tomará un gobierno que se propone terminar con el déficit fiscal.
Es una medida tan dura, casi cruel, que el Ministro de Economía no la mencionó siquiera en su mensaje televisivo. Mencionó allí algunas medidas simbólicas menores como el cese de la pauta oficial a los medios de comunicación (que son apenas unos 36 mil millones de pesos anuales para miles de medios en todo el país; cifra que equivale a una hora de intereses de las Leliqs que engrosan el déficit cuasi fiscal constantemente).

La realidad ha llevado al Presidente Milei no solo a no cumplir ninguna de las ideas más alocadas que proponía en la campaña (y por la que logró ser el candidato más votado en las PASO de agosto pasado), sino a no cumplir ninguna promesa hecha al electorado ni siquiera cuando comenzó aceleradamente a moderar su discurso.
No solo en política económica, en todos los ámbitos que inciden fuertemente en la realidad de un país. Por ejemplo en política internacional. No solo no rompió relaciones con la “comunista” China, sino que le envió una carta personal al Presidente de ese país, Xi Jinping, para que habilite el uso de yuanes del swap que negoció con el gobierno anterior.
No solo seguimos en el Mercosur, sino que Brasil sigue siendo nuestro principal comprador en el mercado internacional y el “comunista” Lula fue invitado a la asunción presidencial (invitación que no aceptó por el trato preferencial que Milei le dedicó al expresidente Bolsonaro, enemigo acérrimo del actual mandatario brasileño). Algo similar sucede con EE. UU. y la preferencia de Milei por el enemigo personal del actual Presidente norteamericano, Donald Trump.

El Teorema Baglini

De a poco, la cancillería argentina va tratando de reencauzar las relaciones internacionales deterioradas por las declaraciones que hacía el actual Presidente cuando era candidato y creía que la posibilidad de gobernar era utópica. La transformación radical que está sufriendo el Javier Milei que accedió a la Presidencia hace apenas 6 días se conoce como “El Teorema de Baglini”, por el legislador de la UCR mendocina (Raúl Baglini) que lo “inventó” hace más de 30 años.
Ese teorema sostiene que el grado de radicalidad de las propuestas de un partido o de un dirigente político es inversamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder.
Es decir, que mientras un partido o un dirigente sienten que están lejos de ganar una elección sus propuestas pueden darse el lujo de ser tremendistas y hasta completamente irracionales (como claramente sucedía con el Milei que iba a los programas de TV a hacer circo).

Pero a medida que se acerca al poder (y mucho más si obtiene la Presidencia) esas propuestas se van moderando y haciendo cada vez más racionales, de acuerdo con la lógica política tradicional.
En apenas 150 horas de gobierno Milei ha confirmado todo lo que la ciencia política sabe desde siempre: no se puede gobernar sin pragmatismo ni sostener en el gobierno los delirios que le daban rating en los programas de TV. La desprestigiada política terminó domando al león.


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