La sexualidad nunca fue natural
Fueron las tres culturas monoteístas (judíos, cristianos y musulmanes) las que confinaron las relaciones sexuales a la reproducción.
En el mundo grecorromano las relaciones sexuales entre varones eran masivas, habituales, consagradas incluso por la religión, el arte, la política y la vida militar. Nadie pensaba entonces que eso era “homosexualidad”. Durante los dos mil años que van de la guerra de Troya a la caída del imperio romano las relaciones sexuales no se pensaban de manera parecida a como las pensamos nosotros.
Entonces no diferenciaban entre homosexualidad y heterosexualidad. La sexualidad se pensaba como una práctica placentera que debía estar acorde al estatuto social de cada persona. Los varones ricos y poderosos debían ser “activos”, ya que así manifestaban “su poder”. Los varones más jóvenes (aunque fuesen de familia rica), así como los pobres y los esclavos podían ser “pasivos” (es decir, ponerse a disposición sexual del “activo”, para que lo penetre o le pida que le realice una fellatio). Lo “correcto” era que la gente más poderosa fuera activa y la menos poderosa pasiva.
Si un varón rico penetraba a una mujer o a un varón joven (o pobre o esclavo) era “normal”. Es más, han sobrevivido decenas de textos clásicos debatiendo si es mejor acostarse con mujeres o con varones jóvenes (y casi siempre ganan los muchachos). Lo que se consideraba absolutamente escandaloso era que un varón poderoso se preocupase por darle placer a una mujer. El cunnilingus era visto como la máxima degradación que un varón podía cometer en su vida.
En Grecia y Roma el cuerpo de la mujer era considerado como algo degradado e imperfecto; y hasta desagradable. La desnudez femenina completa no era bien vista. Incluso las prostitutas mientras ejercían su profesión debían cubrirse los senos o usar una pequeña falda que le tapase la vagina, aun durante el acto sexual. Los frescos de los prostíbulos de Pompeya que han sobrevivido a las cenizas volcánicas muestran siempre a las mujeres realizando los actos sexuales por los que se les pagaba, pero jamás con desnudez total, mientras que todos los varones (los clientes) son representados siempre completamente desnudos.
Hay muy pocas pinturas y estatuas de desnudos femeninos en el mundo grecorromano y las que han sobrevivido presentan siempre el “desnudo” femenino “cubierto”, aunque sea en parte (casi siempre tapando los pechos y la vagina). Es tan escasa la cantidad de imágenes de mujeres desnudas en el mundo antiguo que la proporción es de menos de 1 mujer desnuda por cada 200 hombres desnudos.
Algo parecido sucedía en toda América antes de la llegada de Colón. En las crónicas de Indias se lee que los europeos que venían a conquistar estas tierras se escandalizan por la sodomía americana. Un escandalizado cronista del 1500 declara en su informe a la corona de Portugal: “Viven desnudos. Todos los varones se acarician y se amanceban entre ellos. Muestran sus vergüenzas tan sin vergüenza que uno no sabe si son pecadores acérrimos o si están aun en el Paraíso y todavía no conocen el pecado”.
Hubo mil culturas en las que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo y otras formas sexuales no reproductivas eran masivas (y “normales”). Fueron las tres culturas monoteístas (judíos, cristianos y musulmanes) los que confinaron las relaciones sexuales a la reproducción, y por lo tanto sostuvieron que la única forma correcta de sexualidad eran las uniones entre varones y mujeres en posiciones tales que pudieran dar lugar a embarazos.
Hubo dos momentos cristianos para imponer en los varones el deseo de mujer por sobre los demás. Uno fue en el año 1000. Otro en el 1500. En el año 1000 se comenzó a adorar a la Virgen María. Desde entonces se idolatró en el cristianismo a una mujer. Se la idolatró a la Mujer como Madre (de Cristo). Sufriente y Virgen, María era el modelo de mujer que las mujeres debían imitar.
En el Renacimiento se comenzó a convertir, por primera vez, al cuerpo femenino en el objeto del deseo y de la admiración del varón. Europa se enriqueció y descubrió la Antigüedad grecorromana.Vivir encerrados en chozas mugrientas reproduciéndose mientras se les mueren los hijos como si fueran ratones (la forma más común de vida en la Edad Media) ya no era un proyecto atractivo. A los ricos la iglesia les va a permitir que adoren a Venus. El arte, desde el Renacimiento, ha convertido a la mujer en objeto de deseo masculino y la ha mostrado bella, voluptuosa, dispuesta a entregarse para el placer del que la desea.
Imaginar identidades trans o no binarias es algo que se hizo muchas veces en la historia y también muchas veces se dejó de lado cuando se inventaron otras posibilidades de relaciones sexuales. No es que ahora somos más civilizados o más tolerantes porque en las escuelas se debate sobre ser trans o no binario. Tampoco es creíble que en el futuro habrá más gente trans o de sexualidad fluyente. Del futuro solo podemos decir que será diferente.
La sexualidad no avanza ni retrocede, no mejora ni empeora: cambia. Siempre cambia.
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