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La scaloneta y un mensaje que trasciende el fútbol 

Una de las claves para que Argentina siga ganando fue no bajar la vara alta, una vez alcanzado el objetivo máximo de ser campeón mundial.  

Con su triunfo frente a Colombia por 1-0 en el Hard Rock Stadium de Miami, la selección argentina de fútbol, pasó a ser el mayor ganador de Copas América de la historia con 16 títulos. El conjunto nacional, bajo el mando de Lionel Scaloni y con gol de Lautaro Martínez a los 111 minutos de juego, obtuvo su cuarta copa consecutiva (Copa América de Brasil, Finalísima de Wembley, Copa del Mundo de Qatar y Copa América de EEUU) de manera invicta. 

Si bien había cierta expectativa en que la albiceleste repitiera, muchos apostaban a que el presente de Colombia con 28 partidos invicto, Brasil con Vinicius Jr. y Cía. o el Uruguay de Marcelo Bielsa, darían el zarpazo. 

Muchos se preguntan entonces ¿Cuáles son las razones para que Argentina siga ganando? 

Quizás la principal, haya sido la de conservar aquello que tanto preocupó al propio entrenador, consistente en no bajar la vara alta, una vez alcanzado el objetivo máximo de ser campeón mundial.  

En dicho orden, es digno de ser resaltado, la consolidación de un grupo humano que disfruta de estar juntos y de los grandes desafíos.  

Hay un mix de espíritu amateur y de profesionalismo extremo, que identifica y diferencia a estos futbolistas del resto. 

En tal sentido, es dable destacar algo que pasa desapercibido, pero que es trascendente. Esto es, cómo ningún jugador argentino ha sido expulsado por alguna reacción destemplada.  El conservar siempre a los once jugadores mentalizados en su tarea personal y función grupal, sin dejarse llevar por sus impulsos, es un sello identitario de este plantel. Algo que no puede decir Colombia, quien pierde por un exabrupto, a un jugador clave como Daniel Muñoz en la semifinal y luego en el encuentro definitorio.  

A la vez, resulta sumamente inspirador escuchar hablar con marcada generosidad a Lisandro Martínez y Cuti Romero uno del otro y de la importancia de dejar a su propio arco en cero. 

Ver a Julián Álvarez desde el banco, festejar un gol de Lautaro Martínez y viceversa, cuando pelean por el mismo puesto, en un mundo tan ferozmente competitivo, es otra imagen contracultural. 

Que Lionel Messi luego de haberlo ganado todo, llore desconsolado por dejar el campo de juego en la final, aun cuando el partido estaba empatado, es un gesto vivencial que prescinde de toda palabra. 

Observar a Emiliano Dibu Martínez acercarse a su colega ecuatoriano para consolarlo y regalar sus guantes, pinta de cuerpo entero a una persona, más allá del personaje. 

Todo sin soslayar el ultimo partido, de un resiliente que tantas satisfacciones ha brindado como Ángel Di María, quien tomó sin vacilar la batuta, ante la lesión del capitán. 

Pero no es solo el sentimiento o las buenas actitudes, lo que identifica a este grupo de deportistas.  

Cuando tienen que ponerse el overol, resistir y disputar cada pelota demuestran, un carácter, difícil de encontrar en otro rincón del planeta. 

Lo mismo, al jugar con paciencia el balón de un sector al otro del campo de juego para buscar un pase filtrado entre líneas o al vacío que clave la estocada final en algún mano a mano de un delantero o de quien se lance decididamente al ataque.  

Algo que todos los rivales de esta copa, esperaron que sucediera, pero que ninguno pudo evitar sufrir. 

La Scaloneta es un grupo de jugadores virtuosos, que ha logrado lo que muchos -aun con grandes individualidades- aspiran a conseguir sin éxito. 

Equipos en el mundo como Inglaterra, Países Bajos, Colombia, Portugal, Bélgica, Dinamarca, Ecuador, más otros grandes como Brasil o Italia, hace años que vienen pugnando por instalarse o volver a lo más alto del firmamento, sin suerte. 

La propia Federación estadounidense- anfitriona de una Copa con groseras fallas organizativas- con capitales cada vez más importantes, se quiere posicionar desde hace rato en el concierto los grandes, sin poder dar dicho salto de calidad. 

Entre tantos deseos inconclusos, aparece la Argentina, un país con cada vez más pobres y paradójicamente, tan rico y pasional con una pelota en sus pies. 

Así esta selección es una micro comunidad que funciona y triunfa, sin perjuicio de reparar en la imprescindible necesidad de mejora de ciertos aspectos, como los denunciados hace horas por la Federación francesa, por cánticos ofensivos a la hora de los festejos.  Máxime cuando en virtud del éxito, el representativo nacional ha postergado los sueños de muchos de sus adversarios. 

La Scaloneta, así, se transforma en un aspiracional de lo que podríamos ser como sociedad y no somos. 

Un espejo al que mirar, no solo en lo futbolístico, en tiempos complejos y al que padres y docentes de niños y adolescentes, debemos estar agradecidos. 

(*) Marcelo Antonio Agriman es Abogado. Prof. Nac. de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com 


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