La salud mental, un trabajo de todos los días

En el Día Mundial de la Salud Mental, distintas disciplinas se encaminan a integrar el conocimiento de nuestra época: el cuerpo enfermo puede dañar a la mente y la falta de salud mental puede ocasionar enfermedades en nuestro cuerpo.

La salud mental constituye un factor esencial para nuestro bienestar general, influye sobre la capacidad para mantener relaciones saludables, resolver conflictos y, sobre todo, disfrutar la vida. Pero también influye en el cómo elaboramos el impacto de las frustraciones y los duelos inevitables que se nos presentan a lo largo de nuestra vida.

Sin embargo, no siempre atendemos los signos de nuestra salud mental hasta que se revela como un grave problema que afecta nuestra calidad de vida y la de nuestra familia. Y en un sentido amplio, cuando impacta en nuestra comunidad o sociedad.

Las enfermedades mentales tuvieron por primera vez un abordaje científico en la época greco-romana; Hipócrates y Galeno comenzaron a sostener que había desequilibrios entre humores corporales esenciales, y como en otras enfermedades, el origen de las alteraciones del funcionamiento mental estaba en el cuerpo y sus organismos, y estas alteraciones debían ubicarse en el cerebro. Desde ahí, y por siglos, el cuerpo enferma a la mente, y no al revés.

Las cuestiones de los desbordes mentales se originaban en la pérdida de la razón cerebral. Visiones que terminaron por estigmatizar, por ejemplo, a los varones enamorados de otros varones o mujeres que elegían a su congénere; y la mayor injerencia de las culturas religiosas medievales suma contracción a la biología de la modernidad que deberá enfrentar a la idea del demonio que domina con maldad el alma de algunos humanos sin razón, con ideas raras y por eso debían ser encerrados, morir en la hoguera, o desterrados como describe la épica del Cid Campeador.

En el siglo XVI, J. Weyer (1515-1588), médico de los Países Bajos (Neerlandés) será una de las primeras voces en decir que los llamados brujos o almas endemoniadas eran en realidad enfermos mentales y los describirá por sus conductas individuales semejantes a las reacciones paranoides, aunque debía entenderse que esas conductas eran la resultante del engaño de los sentidos y la fortaleza en manos del diablo. Luego aparecerá la idea de la mala formación de los organismos, degeneraciones humanas o la degeneración social como conceptos de las ciencias sociales y biológicas de los siglos XVIII (Leclerc de Buffon).

Le seguirán P. Pinel (1745-1826) como el médico francés que procura el trato humanitario, sin maltrato de los pacientes en manicomios; J. M. Charcot (1825-1893) neurólogo francés que diferencia entre la histeria del útero y la esquizofrenia paranoide; y E. Kraepelin (1856-1926) médico alemán que desarrolló los enfoques diagnósticos de la psiquiatría moderna. Ellos, y solo por mencionar algunos, dan pasos fundamentales para que la psiquiatría y la psicología ingrese a nuestra edad contemporánea como investigación científica de la salud mental a través de la observación de casos.

Por su parte, Sigmund Freud (1856-1939) alumno de Charcot, aportará su visión sobre el inconsciente y la terapia psicoanalítica revirtiendo el dominio de la razón del consciente: no todos los fenómenos conductuales pasan por una elección consciente. La salud mental tiene fenómenos vinculados al inconsciente, y la biología, la neurología, la psiquiatría y la psicología se encaminan a la integración del conocimiento de nuestra época: el cuerpo enfermo puede dañar a la mente y la falta de salud mental puede ocasionar enfermedades en nuestro cuerpo. En esa integración de conocimiento debemos sumar a las ciencias sociales, ya que vivimos en sociedades que introducen factores que favorecen u obstaculizan la salud; de modo que nuestra salud no es más que una resultante: bio-psico-social.

Dicho concepto es tan relevante que no debería pasar desapercibido, por eso cada 10 de octubre celebramos el Día Mundial de la Salud Mental, y es la ocasión y el momento para reflexionar sobre la salud mental, y revisar cuánto y cómo nos afecta: en el orden personal y familiar, los problemas originados en ausencia de una buena alimentación con vegetales, proteínas, etc., pero cuánto más grave será si vivimos sin el alimento de las emociones, los afectos y el cariño de un otro; y en el orden comunitario o social, cuánta salud nos aportará el salirnos del acostumbrado andar individual o ensimismado. Adquirir conciencia sobre estas dimensiones, y hacerlas presente y difundirlas son parte de las recomendaciones propuestas por organismos internacionales como la OMS (Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas), y la celebración de este nuevo “día” tiene el propósito de lograr mejorías en este campo, y ojalá sea ese objetivo, el trabajo de “todos los días”.

* Doctor en Psicología. Director del Centro Liberman de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA)


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