La pedagogía en disputa: significantes apropiados, significados desplazados
En el documento de Nación los conceptos de “formación docente basada en capacidades”, son reinterpretados y se orientan hacia el tecnicismo y la productividad empresarial.
Las últimas noticas que nos trae la Real Academia Española, nos refieren las nuevas incorporaciones a la lengua de neologismos, acepciones y expresiones que revelan la transformación constante del idioma. Los conceptos de “capacidades”, “situado” o “saber ético” cobran nuevos sentidos en el marco de una inminente reforma en los lineamientos de la “formación docente basada en capacidades”. ¿Nos encuentra esta revisión, ante un diálogo de perspectivas o frente a una apropiación de significantes que transforma su significado original?
En el ámbito educativo, el lenguaje no solo comunica; construye realidades. Es así que, como afirmaba Jacques Lacan, “usted podrá saber lo que dijo, pero nunca lo que el otro escuchó”.
Se observa en la revisión de los diseños curriculares presentada por el Ministerio de Capital Humano, cómo conceptos clave del discurso pedagógico, son despojados de su profundidad teórica y resignificados dentro de un sistema donde predominan valores técnicos y funcionales, a lo que abiertamente pronuncian el mundo empresarial.
¿Qué ocurre cuando las palabras que articulan una perspectiva emancipadora son traducidas en un lenguaje que limita su alcance?
El signo lingüístico, estudiado por Ferdinand de Saussure, está compuesto por un significante (la forma que toma la palabra) y un significado (el concepto al que remite). En este marco, términos como “capacidad”, “situado” o “práctica” adquieren un supuesto teórico que en discursos de Baquero, Vigotsky o Freire, entraman una pedagogía crítica y transformadora.
No obstante, en el documento presentado por el Ministerio de Capital Humano, sobre los lineamientos de “formación docente basado en capacidades”, estos mismos significantes son reinterpretados, desplazando su sentido hacia paradigmas más cercanos al tecnicismo y la productividad empresarial.
Este desplazamiento semántico no es casual. Se adoptan términos de marcos teóricos liberales y son volcados en la reforma de la “formación docente inicial basada en capacidades”, cuya Resolución 476/24 legitima un enfoque técnico que prioriza la adaptación del educador al sistema, dejando de lado su potencial transformador. Conceptos como el “saber ético”, que en Alliaud aluden a la responsabilidad del pedagógica para transformar vidas, se reducen al cumplimiento de normas.
La “práctica situada”, desde Vigotsky, se centra en el aprendizaje colaborativo y cultural; aquí, se limita a técnicas contextualizadas y convenios con empresas, orientadas a competencias globales y aprendizajes medibles para el mercado laboral.
Esto desatiende la dimensión ética y crítica de la educación, transformando las “capacidades”, como dice De Ketele, en un modelo tecnicista y funcionalista, centrado en resultados estandarizados y prácticas descontextualizadas, lejos de la complejidad social e histórica de la enseñanza.
¿Diálogo o pérdida?
Esta resignificación semántica plantea un dilema ético y profesional. ¿Estamos presenciando un diálogo entre marcos teóricos, o más bien una colonización de significados? En este proceso, los términos pierden su profundidad y se convierten en herramientas funcionales que sirven a un sistema que privilegia resultados técnicos sobre la emancipación crítica.
El lenguaje no es neutral. Cuando resignificamos conceptos fundamentales en educación, no sólo cambiamos su sentido; transformamos también las prácticas que los sustentan.
En el caso de la “formación docente basada en capacidades”, este desplazamiento semántico nos invita a reflexionar: ¿qué ocurre cuando las palabras que alguna vez construyeron una pedagogía crítica son despojadas de su fuerza transformadora? ¿Qué tipo de docentes formamos si se les enseña a partir de un lenguaje técnico que encubre, en lugar de revelar, las desigualdades del sistema educativo?
Es hora de recuperar las palabras, de restituirles su significado original, y de asegurar que conceptos como “situado” o “saber ético” sigan siendo herramientas de discernimiento y no piezas de un engranaje.
Superar el prejuicio del adoctrinamiento en educación, sosteniendo una formación de ciudadanos reflexivos y críticos, donde el conocimiento sea un medio para interpretar, cuestionar y transformar la realidad, siendo capaces de participar activamente en la vida democrática.
Porque en el lenguaje se juega no sólo el sentido profundo de nuestra práctica docente, sino también la educación como derecho humano inalienable.
* Psicóloga y Docente de Nivel Superior. IFDC Fiske Menuko .
Las últimas noticas que nos trae la Real Academia Española, nos refieren las nuevas incorporaciones a la lengua de neologismos, acepciones y expresiones que revelan la transformación constante del idioma. Los conceptos de “capacidades”, “situado” o “saber ético” cobran nuevos sentidos en el marco de una inminente reforma en los lineamientos de la “formación docente basada en capacidades”. ¿Nos encuentra esta revisión, ante un diálogo de perspectivas o frente a una apropiación de significantes que transforma su significado original?
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