La importancia del estudio y/o el trabajo en la adolescencia
Es prioridad entender que esta etapa es una bisagra para la vida futura y es deber del mundo adulto preservarla, atenderla, acompañarla y secundarla.
Mabel A. Cambero*
La condición de estudiante es una de las características que definen una etapa de la vida llamada juventud, la adolescencia forma parte de ella.
En las sociedades actuales, la educación escolarizada ha pasado a ocupar un lugar central en el proceso de socialización y formación de niño/as y jóvenes, constituyendo la actividad fundamental con la que general e idealmente se asocia la existencia de esta etapa de la vida antes mencionada. Mientras los y las jóvenes permanecen en el sistema educativo son “estudiantes”, lo cual supone un rol social claramente instituido y positivamente valorado, que involucra un conjunto de ritos que tienen valor en sí mismos, al implicar una cierta organización de la vida cotidiana y la participación en espacios de socialización e interacción entre pares, muchas veces los únicos de que les jóvenes disponen para encontrarse con otros de su edad.
Sin lugar a duda, los y las jóvenes de hoy en día, viven en un mundo y en circunstancias muy distintas de las que les tocó vivir en su etapa de juventud a las generaciones pasadas. Los cambios experimentados en el orden de lo social, cultural, económico, político, demográfico han abierto nuevas y mayores oportunidades laborales para les jóvenes, a la vez que nuevas y viejas problemáticas para su desarrollo personal, inserción y participación en la sociedad, siguen vigentes.
A les adolescentes, les ha tocado vivir una época en la que las oportunidades de ingresar y avanzar en la escuela se han multiplicado, (entendiendo aquí las enormes diferencias que existen entre las grandes ciudades del interior del país, el interior de éstas mismas y la ciudad capital) de manera que su nivel de escolaridad es superior al de las generaciones anteriores. Están también mejor informados, en general, sobre diferentes aspectos de la vida y la realidad que les circunda.
Han crecido en un entorno en el que se han incrementado las posibilidades y los medios necesarios para tomar sus propias decisiones, más allá si esto es aplicable a la generalidad o no, entorno en el que se han ampliado progresivamente las oportunidades de participación de la mujer en la esfera pública y en un plano de mayor igualdad con el hombre. Pero junto a todo ello, también enfrentan nuevas problemáticas asociadas a los procesos de urbanización, modernización y globalización vividos a nivel mundial y nacional que afectan la vida de las familias y sus integrantes, imponiendo nuevas y mayores demandas, limitaciones para su desarrollo y bienestar, así como otras problemáticas ya añejas que no han logrado ser resueltas y contribuyen a hacer de les jóvenes del país un sector de la población especialmente vulnerable, heterogéneo y segmentado, que si bien comparten la pertenencia a un grupo etario, encierra en su interior distintas condiciones y experiencias de vida, posibilidades de desarrollo y acceso a oportunidades.
La sociedad cambia de manera constante y cada vez exige más conocimientos y habilidades a sus nuevas generaciones, por lo que estudiar y formarse, mantiene a las personas informadas, preparadas y listas para su entrada al mundo laboral.
¿El estudio solo sirve para conseguir empleo? ¿Debe o corresponde, que un adolescente trabaje?
Por supuesto que no, el estudio ayuda a les jóvenes a comprender cosas que muchas veces ignoran, pues los acerca a la ciencia, cultura, arte y a los valores de la sociedad. Conseguir empleo depende de muchas variables, en estas épocas sobre todo, las capacidades específicas, dan valor agregado a las mismas, pero no todos/as tienen la posibilidad de alcanzarlas, pues también se transita por un territorio desigual y por lo tanto angustiante.
En determinados estamentos sociales, suelen ser las clases más bajas, donde no se les pregunta si el deseo es estudiar o trabajar, sino que se les envía por necesidad a cubrir lo segundo, no se repara en la pertinencia del momento cronológico, evolutivo, ni en las consecuencias de esto.
Como psicoanalista entiendo que los y las adolescentes trabajan, desde siempre, lo que no implica que sea correcto, pero no puedo dejar de atender a los duelos que se avecinan en esta etapa y que tienen suma incidencia en sus vínculos, su vida afectiva su respuesta social y constitución subjetiva.
La búsqueda de identidades que les permitan ir torneando un self, con el que acordar, fortaleciendo convicciones, formas de vida, ideologías de todo tipo, les muestra muchas veces como “raros” “díscolos”, si le sumamos otro duelo, ese cuerpo infantil que ya no volverá y peor aún esos padres que en la infancia significaban todo, sabiduría, fortaleza, etc. y ahora comienzan a evidenciar sus flaquezas, por ejemplo al solicitar colaboración económica (trabajo), más el fin de un rol infantil cada vez más lejano, tenemos un escenario muy complicado y difícil de resolver, que los puede sumir en depresiones y llevar a tomar decisiones algunas veces trágicas, otras erradas.
Entonces es prioridad entender que la adolescencia es una bisagra para la vida futura y es deber del mundo adulto preservarla, atenderla, acompañarla y secundarla todo lo que se pueda, son el futuro y de todos/as depende que lo alcancen.
* Licenciada en psicología. Especialista en niñeces y adolescencias. Asociación psicoanalítica de Buenos Aires. (APdeBA)
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