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La disputa por los mapitas

El MPN superó las etapas del duelo que significó haber perdido la predominancia en la política neuquina en las últimas seis décadas y reactivó el mapita. Se marcó la cancha en la Legislatura sin poner en riesgo la gobernabilidad aunque en temas petroleros, MPN y Comunidad son un solo corazón.

Las fases del duelo político por la pérdida de la predominancia, no hegemonía, en la consolidación de la provincia de Neuquén, dejó al MPN al borde de la implosión. Duró casi un año y de la negación, aceptación, ira, se pasó a la depresión de la que se podría salir con el método del impacto.

Jorge Sapag no se podía perder la inauguración de las sesiones ordinarias de la Legislatura de Neuquén viendo el debut de su segundo pupilo, Rolando Figueroa, ese lugar que lo tuvo por ocho años. A su lado se ubicó su primer pupilo, el exgobernador Omar Gutiérrez. Su presencia fue todo un símbolo de que ya se terminaron las fases del duelo por haber perdido la provincia y de que va a comenzar, con mucha mucha lentitud para no hacer olas, una suerte de revitalización del MPN.

El padre de las criaturas es el único que, sin ataduras, puede salir a confrontar con los dirigentes petroleros o con el mismo gobernador en caso de ser estrictamente necesario.

La implosión a la que estuvo expuesto el partido se tradujo en iniciativas, aisladas tal vez, de afiliados o dirigentes que exponían posturas sin que nadie las capitalice. El diputado Juan Sepúlveda le hizo un asado en Cutral Co para que Figueroa vuelva al partido y su par de Aluminé Gabriel Álamo juntó a los jefes comunales -sin Mariano Gaido y Norma Sepúlveda– con el mismo objetivo, aunque apostó un poco más, le pidieron que tome las riendas del partido.

¿Porqué se produjeron estas acciones? La razón es que el movimiento, en tanto partido, requiere vanguardias administrativas o personalistas, y quienes encarnaban esos papeles se borraron sin dar ningún tipo de explicación. El agravante fue que “la orden” de que no se boicotee la gobernabilidad se la interpretó como una extraña convivencia a partir de la cordialidad que se profesaron mutuamente en la extensa transición el gobernador entrante y saliente.

Entonces la militancia del mapita quedó a la deriva sin un capitán que indicara para dónde empujar. En paralelo, las señales de Figueroa apuntaban a un operativo clamor cuyo último objetivo era apurar la implosión del MPN Azul, que tantos dolores de cabeza y noches de insomnio le produjo.

Hubo tres situaciones que hacen presagiar un punto aparte. Uno fue el tratamiento de la fallida Ley Bases en el Congreso en el que los azules y los de neuquinizate (Léase Jorge Sapag y Gustavo Medele) se pusieron espalda con espalda para que el cambio, si se hacía, fuera lo menos dañino al negocio petrolero. Es decir, Figueroa no tenía tropa propia porque más allá de que juntó a todos era imposible que Unión por la Patria aceptara votar la iniciativa.

En segundo lugar, hubo un voto del bloque del MPN a una declaración de apoyo a los trabajadores de Télam que, además votaron en la Legislatura los bloques de Unión por la Patria y del Frente de Izquierda. El bloque de Neuquinizate quedó desconcertado y se paralizó. La declaración no salió sobre tablas sino que dormirá en comisión. Igual la situación incómoda, dicen, fue por una directiva que pidió marcar la cancha pero, por pudor, no se indicó la razón.

Así se llegó a esta semana, el tercer elemento cuando, urgido por las señales de su antecesor, el presidente de la Junta de Gobierno del MPN Omar Gutiérrez presidió una reunión en la que se tomó la decisión de ir a las 22 seccionales y, además, convocar al diputado nacional Osvaldo Llancafilo y a la decena de legisladores provinciales. En el duelo que significó para las autoridades azules asumir la derrota también estaba un elemento disruptivo que es el cargo que, dicen, le consiguió Figueroa a Gutiérrez en el directorio de YPF, moneda de cambio para que mirara al costado mientras se producía la implosión en el MPN. La unión en la Ley Bases dejó en claro que, por más peleados que estén, cuando se juega la billetera de la provincia de la que viven todos, no hay ninguna diferencia.

Ahora quedará la duda si el mapita original y la copia de neuquinizate pueden ir juntos.


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