La deuda externa de la que no se habla

Martín Belvis

Prosecretario de Redacción. Nació en 1967 en Buenos Aires y comenzó en el periodismo a los 21 años. Durante 10 años cubrió noticias políticas de la provincia de Neuquén y más tarde fue el primer editor del suplemento de Energía del diario Río Negro, de cuya agencia Cipolletti fue jefe entre 2009 y 2013. Vivió una década en Bariloche, donde se desempeñó como jefe de su agencia. En Diario RÍO NEGRO desde 1991.

Ver más noticias de Martín Belvis

Weretilneck le dio al presidente lo que sus propios senadores le negaron: el apoyo a las gestiones ante el FMI para aliviar el peso de los compromisos externos.


El gobierno rionegrino pagó a finales de la semana pasada la segunda cuota de intereses de los bonos en dólares con los que se financia el plan de obras llamado Castello. Fueron 7.805.194 dólares, casi 1.000 millones de pesos. Por ahora la provincia no achicó ni un centavo esa deuda en moneda extranjera porque cuando tenía que comenzar a pagar capital, se subió a la ola reperfiladora del Estado nacional (que arrancó con Macri y continuó con Fernández) y pateó esa instancia para 2023.

Es lo que el senador nacional Alberto Weretilneck sostiene que debería haber hecho el gobierno nacional en 2018 en vez de ir al FMI a pedirle el crédito multimillonario que ahora se refinanciará. Como había hecho antes en los medios, en el Senado volvió a apuntar contra el expresidente Mauricio Macri, el exministro de Economía Nicolás Dujovne y el expresidente del Banco Central Federico Sturzenegger, en línea con el mensaje de Alberto Fernández, que cuenta al rionegrino como tropa propia en un Congreso que ya no le responde.

Tan compleja fue la formación de mayorías en ambas cámaras del Congreso que fue Weretilneck el único rionegrino que acompañó al oficialismo. Su nuevo mejor amigo en el Senado, Martín Doñate, referente de La Cámpora en la provincia, se sentó y votó en contra. Su compañera de bloque, Silvina García Larraburu, optó por la abstención.

Alguna vez se lo vio como a un “rústico”, pero hace tiempo que Weretilneck refinó sus métodos y, especialmente, sus palabras. No es Miguel Pichetto (cuyo discurso a favor del aborto legal, dicho sea de paso, debería ser estudiado en las escuelas) pero ni Doñate ni García Larraburu podrían dar un mensaje tan claro en su intención política como el que eligió para votar a favor del gobierno y criticar la forma en la que Macri tomó la deuda con el Fondo.


La provincia también pateó para adelante el pago del capital del Plan Castello, pero en 2024 habrá que empezar a pagar a razón de 100 millones de dólares cada dos años.


En apretada síntesis, dijo que la plata del FMI se usó para pagar, al contado efectivo, los vencimientos de papeles de deuda en pesos y en dólares del Estado, y que esas inversiones se fugaron inmediatamente después de cobrar los bonos. Y arriesgó que lo correcto habría sido renegociar esos vencimientos en vez de pagarlos, algo que con el FMI no se puede.

¿Estaba dando una idea de lo que podría hacer el próximo gobierno rionegrino cuando tenga que pagar 100 millones de dólares por año a partir de 2024? Como se imagina de nuevo en histórico edificio de la esquina de Laprida y Belgrano, en Viedma, no está mal que vaya pensando en un asunto (financiamiento en dólares bajo ley extranjera) que él mismo creó para darle recursos a un plan de obra pública.

Por lo pronto atiende en la secretaría de Energía de la provincia, un primer piso de Cipolletti, arriba de un banco que ahora es el de La Pampa pero hace muchos años era el único Citibank de la región porque Neuquén no autorizaba en ese tiempo la radicación de la banca extranjera sin permiso legislativo.

En ese mismo espacio, el de la secretaría de Energía, funcionó por esa misma época la gerencia de Intereses Regionales de Hidronor, un espacio de poder que ocupaban dirigentes de Neuquén o de Río Negro alineados con el gobierno nacional de ese entonces. Weretilneck jugaba en las ligas menores en aquellos tiempos; apenas era el encargado de prensa de la municipalidad de Cipolletti durante los cuatro años de la intendencia de Rudy Salto.

Hoy quiere sobresalir hasta donde pueda en un Senado que, además de él, integran 71 mujeres y varones con realidades tan distintas como la bella diversidad de los tonos regionales en el uso de la palabra en medio de tanta hegemonía del castellano rioplatense.

El futuro político y económico del gobierno nacional es un albur. El presidente no puede siquiera garantizar que mañana su gabinete tenga los mismos ministros.

En este escenario, los 300 millones de dólares de deuda del Plan Castello amenazan con convertirse en una piedra en el zapato del próximo gobierno o, lo que es peor, los próximos gobiernos.

Tal vez se pueda ir pensando en algo ahora.


Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Comentarios



Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $2600 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora