La deconstrucción de la oposición
La dirigencia política en Neuquén juzga los resultados electorales circunstanciales como la regla de su éxito y mientras tanto se aíslan en disputas inútiles. El edificio de la política lo construyó el MPN en sus distintas partes y ahora no sabe cómo plantarse luego de que se lo sacara de su zona de confort: el poder.
El fenómeno de la estructura política que se desmontó y se montó a partir del esquema que pergeñó Rolando Figueroa rindió sus primeros exámenes y avanza a una trama compleja.
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Es el esquema de un gobierno frentista o consorciado que se formó a partir de que en una ambulancia se recolectó a los heridos de todos los espacios políticos, tanto de la oposición como de la oficialista lista Azul del MPN, que dejó sillas vacías en el concepto filosófico y político que define “la oposición”.
Una mirada crítica aporta vacío, es decir, que no hay. Una mirada institucional llena el concepto con el MPN, Unión por la Patria y la izquierda.
Hasta ahora, la versión genérica del MPN es la que tenía el derecho de autor de la estructura política de la provincia de Neuquén. Incluso con estrategias que no resultaron como se esperaba (quien las impulsó) como fue el cambio de la gobernabilidad, mayoría y minoría, por el de la proporcionalidad.
Se reveló que los votos se atomizaban y que la representación no oficialista podía ser mayoría en el lugar donde se parlamenta. Fue una experiencia antipolítica, en el buen sentido de la palabra, porque como ninguno de los dos sectores aflojó, hubo dos años en que no se pudo discutir el presupuesto.
Para las comisiones legislativas envíen proyectos al pleno, necesitan la mayoría de sus integrantes, requisito que no se podía cumplir porque condicionaban su presencia. Esto fue como la segunda parte del MPN.
A partir de ese punto, el MPN decidió tomar el toro por las astas, salió de su zona de confort y enfrentó su ansiedad. La tercera parte fue urdir por fuera de su estructura. Fueron las colectoras, semilleros donde convergieron los heridos de los partidos tradicionales, que ocuparon el espacio de la oposición y que aportaron votos para «la gobernabilidad».
Hay que decirlo que no solo fue por acción del MPN genérico, en su tercera parte, sino también que hubo mucha colaboración de los partidos tradicionales que compartieron, por años, la alternancia, en la oposición, con el MPN. El partido provincial es el que decidía quién era la oposición, se impugnaban mesas electorales donde había que votar de nuevo, y así se le daba un barniz de institucionalidad.
Los partidos tradicionales metieron la cabeza en una caja, les hicieron un agujero para respirar y se aislaron.
En los estertores de la tercera parte del MPN no solo se descuidó a los ruidos internos, sino que se impidió que el sistema de colectoras sea regulado. La anterior gestión había enviado un proyecto de cambio cosmético del código electoral que, en su versión original, impedía el mecanismo de colectoras y espejos. Era demasiado y no cuajó en la Legislatura, no por acción de “la oposición” sino del mismo oficialismo y ayudantes de colectoras.
Figueroa intentó desatar el nudo que había creado el MPN Azul, asumió que no podía y con ayuda del consejo de sabios del MAPO pegó el salto. Se animó a una externa y tomó el concepto filosófico de las colectoras: convocó a los heridos de partidos y frentes cuyos dirigentes seguían con la cabeza en la caja agujereada.
Le dio en el clavo, al menos por los resultados electorales, le aportaron para el triunfo.
Ahora que está la estructura renovada de la construcción “oficialismo, paraoficialismo, oposición y pseudooposición” el desafío que se presenta es la deconstrucción en tanto desmontar los cimientos en los que se levantó desde la primera, segunda y tercera parte del partido. El condimento especial es que la formalidad del partido, albañil de la construcción, es ahora la oposición formal a Neuquinizate que está liderado por alguien que nació y se formó en su casa, pero que pudo sacar la cabeza de la caja agujerada.
En estos primeros pasos del nuevo edificio político, se observa que si alguien gruñe puede obtener placebos y que la administración del poder implica mostrar solo lo que conviene. Hay que deconstruir la oposición y el nuevo oficialismo.
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