La actividad física deportiva tras el jaque de la pandemia
La encuesta desnuda, aun frente a la adversidad, la sencillez con la cual una persona puede acceder a hacer actividad física en forma gratuita y en espacio público.
Lo que no te mata, te hace más fuerte” es una frase acuñada por Friedrich Nietzsche. Un razonamiento que bien podría aplicar a la actividad física y deportiva tras ser jaqueada por la pandemia de Covid-19.
Elaborada por el Observatorio Social del Deporte, creado por el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación y la Escuela IDAES de la UNSAM del que participaron profesionales, técnicos y académicos de esas instituciones, de otras universidades y del CONICET, se presentó la primera parte de la Encuesta Nacional sobre Actividad Física y Deporte (ENAFYD) cuya principal finalidad es determinar el impacto de la pandemia de SARS COV2 sobre ambas prácticas físicas.
Para la ENAFYD se entiende a la actividad física como los movimientos conscientes sin finalidad competitiva. Dicha práctica persigue el objetivo de mantener, desarrollar o mejorar las condiciones físicas, tales como caminar, correr, andar en bicicleta, bailar, nadar, yoga, pilates, tai-chi, spinning, musculación, crossfit y otras.
El deporte en tanto se define como el conjunto de acciones motrices individuales o grupales (por equipos), de carácter lúdico (con característica de juego), realizadas con un fin competitivo formal o informal, basadas en determinadas reglas que propician y caracterizan a la disciplina deportiva como tal. En la encuesta fueron considerados el atletismo, artes marciales, básquet, boxeo, fútbol, golf, handball, hockey, natación, pádel, rugby, tenis, vóley, deportes acuáticos, deportes motor y otros.
La ENAFYD 2021 tomó a la pandemia de Covid-19 como eje estructurante. Así, quienes hicieron algún deporte o actividad física entre el inicio de la pandemia en marzo de 2020 y el momento de ser entrevistados en julio o agosto de 2021, se consideraron como practicantes activos.
El porcentaje de personas que practicó deporte y actividad física en ese lapso fue del 50,9%, es decir, la mitad de las personas entrevistadas. El acceso a la práctica mostró niveles similares entre sexos y edades, pero destacó el hecho de que las personas con menor nivel educativo tendieron a realizar menos DyAF que las de mayor nivel educativo.
Los motivos que las personas señalaron como impulso para realizar DyAF fueron principalmente tres: el placer, la estética corporal y la salud, destacándose que los varones apelaron al disfrute más que las mujeres, mientras que éstas dijeron hacer deporte y actividad física “porque es bueno para la salud” en mayor porcentaje que los varones.
Los lugares más elegidos fueron los espacios “libres” y no concebidos específicamente para la práctica de deporte y actividad física (plazas, calles, parques, etc.) y los hogares. Cerca del 60% de los practicantes mencionó que realizaba deporte y actividad física principalmente en alguno de esos dos espacios. Luego sí se ubicaron los lugares institucionalizados, como instalaciones deportivas privadas y públicas y, en menor medida, los clubes. La segunda elección fue la variación de los lugares de práctica que provocó la pandemia, generando menor actividad en los espacios públicos y mayor actividad dentro de los hogares.
Quienes declaran realizar deporte y actividad física mantienen una frecuencia constante: el 81% de los practicantes lo hace al menos dos veces por semana. En relación a la cantidad de horas semanales de práctica, el 36% lo hizo una hora y el 22% dos horas, pero el 40% lo hizo al menos tres horas a la semana. Así, el promedio general de práctica fue de 2 horas y media semanales.
Cuando se indagó sobre la forma de acceso al deporte y la actividad física, la mitad de los practicantes dijeron hacerlo solamente de forma gratuita, el 42% dijo hacerlo pagando y el 8% restante de ambas maneras.
En cuanto a los deportes y actividades practicadas, la más realizada fue “caminar” con finalidad recreativa o para transportarse (65%), la segunda “correr” (50%), la tercera “andar en bicicleta” como disfrute o para traslado al empleo (50%) y la cuarta jugar al fútbol (37%). Este último deporte se ubica como el más practicado en Argentina: más de la mitad de los varones y una de cada cinco mujeres jugaron al fútbol, seguido por el fitness (24%), yoga (18%) y baile (17%).
Casi la mitad de las personas que no hicieron deporte o actividad física fue producto de la misma pandemia. Finalmente, un 27% de los encuestados declaró haber hecho solo deporte o actividad física durante las clases de educación física escolares.
La encuesta desnuda, aun frente a la adversidad, la sencillez con la cual una persona puede acceder a hacer actividad física en forma gratuita y en espacio público. Rescata la importancia de la escuela como último bastión de la actividad física a través de las clases de Educación Física, un espacio que debiera ser resignificado no solo por la recomendación de la OMS de realización de una hora de movimiento diario en la infancia, sino también por la creciente falta de coordinación fina y gruesa en los niños.
Otro dato revelador: a mayor educación, superior es el vuelco a la actividad física y la conciencia de su aporte a la salud.
Hoy se sabe que el ejercicio es liberador de miokinas que protegen la funcionalidad del tejido muscular, regulando su metabolismo, la hipertrofia y procesos inflamatorios. Sabemos además que con la actividad física se activan hormonas como la dopamina, oxitocina y serotonina, esenciales para oxigenar el cerebro, liberar estrés y contribuir al equilibrio espiritual.
Por ello la vuelta a la actividad física y deportiva, es una gran suma de pequeñas revoluciones interiores frente a un aletargado tiempo de aislamientos impuestos y emociones contenidas.
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