Jóvenes mujeres desempleadas en la era digital ¿qué está pasando?

Cecilia Alemany*


Es fundamental impulsar iniciativas educativas, de formación profesional y de inserción laboral de mujeres jóvenes en los sectores más competitivos o intensivos en tecnología.


Este 8 de marzo es importante tener presente que para eliminar la violencia basada en género y los racismos y discriminaciones que enfrentan las mujeres, tenemos que seguir fortaleciendo los ecosistemas de prevención, respuesta y reparación de las víctimas, y adaptarlos al nuevo continuo de la violencia digital y física, y a la vez, repensar la economía y las estrategias para reducir las desigualdades estructurales y cerrar las brechas existentes.

En América Latina y el Caribe, bajo el lema #Cerremoslabrecha, llamamos a cerrar las brechas, laboral, salarial, educativa y digital que afectan de forma desproporcional a las mujeres en toda su diversidad, y especialmente a las mujeres rurales, indígenas, afrodescendientes, con discapacidad, migrantes y refugiadas, pero también a las adultas mayores.

Aunque las percibamos como nativas de la era digital, las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes, en particular las que se ven afectadas por las discriminaciones señaladas aquí, enfrentan barreras e impactos de la digitalización que requieren de nuestra atención.

En Argentina, las mujeres menores de 29 años tienen una tasa de desempleo tres veces mayor que las que tienen entre 30 y 64 años, y este escenario se agrava por la carga de cuidados de hermanas/os, hijas/os menores, familiares cursando enfermedades o personas adultas mayores o con discapacidad.

Las niñas se enfrentan a barreras en la escuela, en sus familias y comunidades, que, desde temprana edad, les impiden desarrollar todo su potencial. A los 9 años, las niñas ya creen que son peores en matemáticas que los niños -un 11% versus el 20% de los niños-, y entre los 6 y los 8 años, 9 de cada 10 niñas asocian la ingeniería con características masculinas.

Esta herencia del pasado se mantiene a través de estereotipos tradicionales de género que se siguen reforzando, muchas veces, de forma inconsciente y que colocan a las niñas, adolescentes y mujeres a cargo del cuidado y en roles secundarios en los estudios, el trabajo y la economía.

Este obstáculo limita su potencial en los sectores más intensivos en tecnología, ciencias y matemáticas, dificulta su permanencia en el sistema educativo, su acceso a la formación profesional y las aleja de las perspectivas de acceder a trabajo decente, los empleos del futuro en la era digital y de tener autonomía económica.

Está ampliamente demostrado, que para que las mujeres puedan salir de relaciones violentas y tener autonomía política tienen que tener, en esa estrategia de salida, alternativas para su autonomía económica.

Las tres autonomías


Para lograr las tres autonomías (física, económica y política) de las mujeres jóvenes, es fundamental impulsar iniciativas educativas, de formación profesional y de inserción laboral en los sectores más competitivos o intensivos en tecnología y que no se sigan limitando sus opciones.

Varios países de la región han incorporado la perspectiva de género en sus estrategias de ciencia y tecnología. Este esfuerzo debe complementarse con políticas que promuevan una educación y formación profesional libre de estereotipos de género y promover el desarrollo de habilidades digitales y carreras en ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas.

En febrero de 2023, las ministras de la mujer de la región acordaron una serie de prioridades basadas en el informe presentado por ONU Mujeres, CEPAL, y UNESCO, y se comprometieron a «impulsar planes de recuperación con acciones afirmativas para el logro de la igualdad sustantiva, que promuevan los sistemas integrales de cuidado, el trabajo decente, la participación de las mujeres en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, y la plena, significativa e igualitaria participación de las mujeres en posiciones de liderazgo en sectores estratégicos de la economía para lograr una recuperación transformadora con igualdad de género orientada a la sostenibilidad de la vida y para transitar hacia la sociedad del cuidado».

Para retener a las mujeres jóvenes en el sistema educativo y de formación profesional, y potenciar la formación en ciencias y tecnología, hay que redistribuir los cuidados, fomentar la corresponsabilidad y resolver la deuda de cuidados que tenemos.

Las tareas de cuidado


Las mujeres que viven en el 20% de los hogares más pobres en Argentina, hoy dedican más de 8 horas al día a los cuidados. Estas mujeres enfrentan la pobreza monetaria y de tiempo y por ello, tienen muchas más probabilidades de seguir en el desempleo. Los cuidados no son una responsabilidad de las mujeres, y llamamos a su redistribución, pero, en los hogares monomarentales, que están sobrerrepresentados entre los más pobres, no tienen con quien redistribuir.

Desde ONU Mujeres abogamos por la creación de sistemas nacionales integrales de cuidados en línea con el Compromiso de Buenos Aires asumido por los gobiernos en la región. Ante el alto desempleo de las mujeres jóvenes, como parte de la conformación de sistemas de cuidados con vocación universal, en el corto plazo es prioritario ampliar los servicios de cuidados para hijos e hijas de madres adolescentes y jóvenes y de madres de hogares monomarentales.

Quizás así logremos que, las mujeres que dedican más horas al día a los cuidados no remunerados, no se vean forzadas a abandonar los estudios, ni sean expulsadas del mercado de trabajo, que, en plena era digital sigue reproduciendo ese estereotipo de que el “trabajador ideal” es el hombre sin responsabilidades parentales, es decir, sin responsabilidades de cuidados.

* Directora regional adjunta de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe y representante en Argentina.


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