Inflación y dolarización golpean a la economía cubana

Andrea Rodríguez/AP


Las autoridades cubanas deben lidiar con varios enemigos internos: una inflación galopante, desabastecimiento y una nueva dolarización del consumo.


Tras posponerlo por al menos una década, Cuba aplicó a comienzos del año pasado un plan para reordenar sus finanzas en medio de una dura crisis económica: unificó la tasa de cambio y su sistema hasta entonces de doble moneda, aumentó los salarios, flexibilizó el acceso a las utilidades para los trabajadores y ajustó los precios.

Ahora las autoridades deben lidiar con varios enemigos que desataron aquellas medidas: una inflación galopante acompañada de un desabastecimiento generalizado; una nueva dolarización del consumo y una brecha entre el dólar oficial y el paralelo que golpea a la población.

Muchos cubanos sienten que no les alcanza el salario para cubrir necesidades básicas y otros se lamentan por las largas filas, mientras el gobierno reconoció públicamente el problema y los expertos reclamaron acción.

La inflación, la brecha cambiaria y los problemas financieros fueron en el último año una constante en varios países de América Latina, pero en Cuba el fenómeno es una novedad y puso de manifiesto una desigualdad en el consumo difícil de entender para los ciudadanos en un modelo socialista que por décadas se basó en una distribución relativamente igualitaria de los bienes.

“Con mi salario imposible mantener a mi familia, sólo con la ayuda de él (su hijo) puedo comprar un aseo (jabón y champú), el detergente, una carne que está en este momento a 200 pesos una libra (ocho dólares al cambio oficial)”, comenta Marcia Ochoa, una trabajadora estatal que cobra mensualmente un salario de 2.400 pesos, 100 dólares al cambio oficial.

Para completar sus gastos Ochoa, quien vive con sus padres ancianos y su esposo, cuenta con el envío de remesas de su hijo residente en Estados Unidos, una operación que se volvió complicada luego de que en noviembre de 2020 la administración del entonces presidente norteamericano Donald Trump incrementó las sanciones contra la isla afectando las transferencias.

Esta semana el dólar paralelo -el único que pueden adquirir los ciudadanos dado que el Estado dejó de venderlo- subió a 100 pesos cubanos por unidad mientras la tasa oficial se mantiene en 24.

Hasta el 1 de enero de 2021 Cuba tenía dos monedas: el peso cubano y el CUC -en paridad con el dólar- que desapareció en un intento del gobierno de volver a controlar y darle más claridad a la economía, desestimular las importaciones y eliminar los subsidios a empresas ineficientes.

La unificación eliminó también varias tasas de cambio y dejó sólo una en 24 pesos cubanos por dólar. Además se aplicó un aumento de los salarios estatales -sector que emplea al 70% del mercado laboral- y se ajustaron los precios de los servicios y las mercancías básicas que el Estado controla.

Y como la crisis ocasionada por la pandemia y las sanciones estadounidenses ya habían mostrado su impacto en el desabastecimiento generalizado, el gobierno dispuso la ampliación de una red de comercios en los que se paga en una divisa virtual llamada Moneda Libremente Convertible (MLC) equivalente al dólar y mediante la cual puede captar divisas.

Pero la escasez es tal que en cualquier comercio, sea de pesos cubanos o MLC, se producen largas filas cada día.

Junto con las tiendas de MLC y las de pesos cubanos, adonde aparecen y desaparecen los productos cada jornada -jabones, papel sanitario, frijoles o pollo-, la población consigue mercancías en el mercado negro alimentado por personas que acaparan para luego vender más caro.

En las últimas semanas, por ejemplo, faltó la leche en polvo en los comercios legales y quienes necesitaron el producto llegaron a pagar 1.000 pesos por un kilo (41 dólares al cambio oficial), la tercera parte de un sueldo promedio.

Dependiente de los ingresos del turismo y las remesas, sectores semiparalizados por la pandemia, la economía cubana no logra autoabastecerse de productos básicos que importa.

“Hay muchos factores (para el aumento de los precios), pero el principal es la caída en la oferta de bienes y servicios. Si hoy usted no tiene aceite debe pensar que en los próximos días va a subir el precio”, indica el economista y catedrático Omar Everleny Pérez.

Según el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, el incremento de los precios alcanzó en 2021 el 70%, una cifra discutida por los expertos y la realidad.

Para los expertos consultados, las propuestas de soluciones irían desde la flexibilización del naciente sector privado -por ejemplo, dejarlos importar o exportar libremente-, la descentralización en las decisiones de las empresas estatales para fomentar la producción, autorizaciones para el ejercicio de los profesionales -y evitar la creciente migración sobre todo de jóvenes-, hasta los permisos de operación para cadenas de tiendas internacionales minoristas dado que el Estado tiene el monopolio del comercio interior.


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