Historias que hacen bien
Thiago, un niño de Plottier le cedió su lugar a Francesco para que pueda participar de los Juegos Evita. Claudio Naim Pérez, vecino de Viedma, se arrojó al agua a rescatar a un automovilista.
En oportunidad de ser entrenadores de selecciones provinciales de handball en edades adolescentes, uno de los recursos a los que echábamos mano era el de compartir pequeñas lecturas con moraleja.
En un librito de tapas duras colorado, seleccionábamos historias inspiradoras, que luego daban pie a alguna reflexión o puesta en común.
Así fomentábamos la convivencia, reforzábamos el diálogo y la intervención de todos los integrantes del equipo intentado promover un clima positivo grupal.
De esas historias que hacen bien y que pocas veces aparecen en los medios, me permito rescatar dos acontecidas por estos días.
Una la de Thiago, un niño de Plottier quien le cedió su lugar a Francesco de Villa Pehuenia, para que pueda participar así de los Juegos Evita en Mar del Plata.
Thiago le ganó a Francesco y sería quien representaría en Badminton a la provincia de Neuquén. Pero se enteró sobre las dificultades que había atravesado su oponente para entrenar en la zona cordillerana y por ello decidió cederle su lugar.
El concejal y jefe de bomberos de Pehuenia, Lorenzo Lorente, relató que Francesco entrena donde puede. Explicó que, en el comedor de una escuela, en un espacio que ni siquiera cubre los metros mínimos de una cancha reglamentaria, les armaron el espacio con una red de vóley adaptada con unas maderas agujereadas con un taladro. El entrenador es un profesor que trabaja en una escuela primaria y, cuando tiene alguna hora libre, los entrena gratuitamente en el colegio donde concurren ambos.
Indicó que en Neuquén “se encontraron, por primera vez, con una cancha de verdad”. Ahora, el pequeño entrena en el club neuquino de bádminton. “No siempre hay igualdad de oportunidades en el deporte en el interior, pero a veces solo es necesario creer que se puede”, afirmó Lorente.
Que un niño pueda tener la sensibilidad para advertir el esfuerzo de un par y valorarlo, habla de una postura ante la vida que pocas veces los adultos poseen.
En tiempos donde es habitual observar a padres que increpan a los adversarios de sus hijos en ligas infantiles de distintos deportes o donde nos horrorizamos por los hechos de violencia acontecidos en el inicio de un partido de la Liga Profesional de Fútbol entre Gimnasia y Boca, rescatar historias como las de Thiago constituye un deber.
Posibilitar la igualdad de oportunidades es acción y no discurso. Que un niño sin querer lo ponga en evidencia, es algo que debiera ruborizar a las autoridades.
La otra situación a resaltar, es la de un hombre que observando cómo una camioneta con su conductor cae desde la balsa de Sauce Blanco a las heladas aguas del río Negro, sin titubear se arroja en su rescate.
Con una determinación admirable, Claudio Naim Pérez, vecino de Viedma, nada exponiendo su vida hasta interceptar a la víctima que era arrastrada por la corriente, la toma y acarrea hasta la orilla a gran cantidad de metros aguas abajo.
Claudio, cincuentañero hoy, toda la vida hizo deportes, destacándose por sus condiciones y su buen corazón, tras su coraza de duro.
Hay un punto en común entre estos hechos y es que tanto Thiago como Claudio pudieron permanecer indiferentes y nadie les hubiera reprochado absolutamente nada.
Sin embargo, ambos fueron disruptivos con el tedio cotidiano. Con el abrumador sopor de las noticias que sobreabundan.
Los dos respondieron a su esencia. A lo que entendieron que debían hacer, sin tener una obligación de por medio o esperar una contraprestación a cambio.
A simplemente, hacer el bien.
* Abogado. Prof. Nac. De Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com
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