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Historias inspiradoras en los recientes Juegos Olímpicos

El poder sentir cada cuatro años por unas semanas que todos podemos superar nuestras límitaciones es un bienvenido regalo que le debemos sólo a los deportistas y su abnegado esfuerzo.

Superar los límites, siempre ha sido un desafío para el ser humano. Hacer realidad lo que antes parecía ficción, es una empresa particularmente atrayente para cualquier atleta que se precie de tal.
Los juegos olímpicos nos regalan cientos de historias que inspiran a las personas de a pie y los de París 2024, afortunadamente, no han sido la excepción.

Arbitrariamente he de seleccionar a algunos protagonistas de esta edición francesa, comenzando por Simone Biles, la gimnasta de color de 27 años, quien de niña fue separada de su madre adicta y que en su adolescencia fue victima de abuso sexual, debió hacer un paréntesis en su carrera cuando en los juegos de Tokio sufrió “twisties” producto del stress y de la ansiedad.

Dicha pérdida de la orientación en pleno ejercicio, ponía en riesgo su integridad física y mental. Solo con una larga pausa, ayudada psicológicamente, conviviendo con su pareja Jonathan Owens y con una metodología de entrenamiento que arrancó nuevamente de cero como lo muestra la serie de Netflix “Simone vuelve a volar”, logró reponerse y retornar al ruedo obteniendo 3 oros y 1 plata.

Ello a pesar de enfrentar a grandísimas rivales como Rebeca Andrade hacia quien, con Jordan Chiles (luego despojada del bronce), tuvieron un inusual gesto de humildad al hacerle una reverencia en plena coronación del ejercicio de suelo.

Armand “Mondo” Duplantis, el pertiguista sueco, quien batió por novena vez su récord mundial con 6,25 metros en el tercer intento ante ochenta mil almas expectantes en el Estadio Olímpico de Saint Denis.
Hijo de dos ex atletas, su entrenador David Young dijo de él: “tiene la velocidad de un velocista de talla mundial (10.57” en 100 metros llanos), la habilidad de un competidor de salto en largo, la agilidad de un gimnasta y la flexibilidad de una bailarina”.

La completa nadadora estadounidense Katie Ledecky, abanderada por su país en la ceremonia de cierre de la competencia quien, con 27 años y cuatro participaciones olímpicas, igualó las nueve medallas de oro que solo la soviética Larisa Latynina, había obtenido en la historia.

El reconocido por todos Novak Djokovic quien a los 37 años venció en una reñida final por un doble 7-6 (7-3 y 7-2) a Carlos Alcaraz obteniendo así el Golden Slam (cuatro Grand slam y JJ. OO.) que anteriormente habían alcanzado André Agassi, Serena Williams, Rafael Nadal y Steffi Graf.

El serbio consiguió así su primera medalla dorada tras cuatro intentos fallidos. Es digno de ser visto el vendaval de emociones de Nole al tiempo de saludar a nuestro Juan Martin Del Potro y despedirse envuelto en llantos, en primera ronda de Rio 2016.

Aun siendo un hiperprofesional siempre privilegió su participación en los JJ. OO., resultando destacable que al tiempo de concederle el gobierno de Serbia un premio de 200 mil euros por el logro de la deseada presea, Djokovic decidió donarlo a organizaciones benéficas de su país.

Un punto y aparte merecen ciertos atletas provenientes de países ignotos, que se entrelazaron y vencieron a representantes de las grandes potencias.

Entre ellos, Julien Alfred velocista de Santa Lucia quien con 23 años superó en la final de los 100 metros llanos a la gran candidata Sha Carr Richardson. Su país, una isla de tan solo 200.000 habitantes que sufrió los azotes del huracán Beryl, festejó como nunca antes la medalla dorada de su hija pródiga, quien perdió a su padre siendo niña y a los 12 años partió hacia Jamaica para perfeccionarse.

Carlos Edriel Yulo, diminuto gimnasta filipino de 24 años, quien llevó a su país la segunda medalla de oro de su historia -en ejercicios de suelo y salto en potro- tras partir a Japón a complementar su formación a los 16 años y tener una decepcionante actuación en los JJ. OO. de Tokio.

Por último, Letsile Tebogo de Botswana quien con 19.46” se impuso en 200 metros llanos a los americanos Kenneth Bednarek (19.62” y Noah Lyles (19.70”) en uno de los mayores batacazos del atletismo olímpico.

Las historias superadoras y muchas veces resilientes de deportistas como los nombrados, son una fuente de indudable motivación para miles de mortales.

El poder sentir por unas semanas que todos podemos volar, como en la foto del surfista brasileño Gabriel Medina genialmente tomada por Jerome Brouillet de France Presse o como el maligno José Torres en su pequeña bicicleta o el acertar con displicencia como el tirador turco Yusuf Dikec iluminando así, el pebetero de nuestras vidas; es un bienvenido estímulo que le debemos sólo a los deportistas que, con su abnegado esfuerzo y como ninguna otra manifestación política, social. económica o religiosa, cada cuatro años nos inspiran.

*Abogado. Prof. Nac. de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com


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