Francisco no vuelve

Redacción

Por Antonio Gustavo Gómez *

Seguramente mucho se ha dicho en estos días y mucho se dirá en los que viene sobre nuestro Papa Francisco. Lo que mas duele a los argentinos es que no haya regresado de visita a la Argentina. ¿Acaso se puede ir de visita a su propia casa?. Regresar con un sentido triunfal con el cual queríamos recibirlo no es su estilo. Porque eso somos, triunfalistas, apoteóticos. Pero no era parte de su personalidad.

Durante le primer año de su magisterio tuve la oportunidad de reunirme varias veces con él gracias a su interés por el ambiente, por nuestra Casa Común, y que luego se traduce en dos encíclicas formidables que recomiendo releer: Laudato Si y Laudato Deo. Uno de esos viajes lo compartí con Pino Solanas ya que -como gran cinéfilo- que es Bergoglio- había visto sus películas y, en especial la última “Tierra Sublevada: Oro Impuro”.

Y la gran tentación, claro: “¿Cuando va a volver a Buenos Aires?” le pregunta Pino. Su respuesta por aquel tiempo podía ser toda una primicia, pero nos descolocó. Es que es un cristiano de pura cepa y entendía que lo necesitaban en muchas partes de nuestro dolorido planeta.

Sólo repasen los viajes de su pontificado y verán que su palabra se volcaba en vivo y directo donde mas lo necesitaban. Francisco no vino a la Argentina porque había sido la tierra que lo fortaleció para su misión.

Los argentinos fuimos el abono de ese fabuloso roble que debía dar cobijo y descanso a tantos dolores. No era una discusión -como siempre se lo planteó- sobre las grietas y la dirigencia política.

Estaba mas allá de ello y prueba son las incontables llamadas telefónicas, mensajes manuscritos, etc. que llegaban a tantas familias argentinas que habían perdido un hijo o estaban asoladas por tragedias que le llegaban a sus oídos. ¿Por que no vino? Porque lo necesitaban con urgencia en Irak, Myanmar o Bangladesh debido a la situación social y política que enfrentan. Aún a riesgo de perder la vida en un atentado.

Porque debía enfrentar a los que se proclaman dueños del mundo como las autoridades de países europeos o americanos para evidenciar sus crímenes como las que se cometen aún hoy con los inmigrantes. Y dicho esto último, se lo reclamó en su último aliento de vida al propio vicepresidente norteamericano que lo visitó en lo que fue su postrera audiencia.

El Padre Jorge no volvió a su casa porque como cualquier sacerdote que se precie de tal, había salido a misionar por el mundo y en ello se le fue la vida. Su vida terrena, claro.

*Exfiscal Federal

antoniogustavogomez@yahoo.com


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