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Esperando a Milei

Hay un poema de Constantino Cavafis que habla de las falsas expectativas por el futuro, cuando se esperan los peores desastres y ni siquiera estos ocurren. Se titula Esperando a los bárbaros y así comienza:


“-¿Qué esperamos, reunidos en la plaza?
Es por los bárbaros que llegan hoy.
-¿Por qué está el Senado tan ocioso? ¿Por qué se sientan los senadores y no legislan?
Porque los bárbaros llegarán hoy.
¿Qué más leyes han de dictar los senadores? Cuando lleguen los bárbaros, ellos serán los que legislen.”
El poema va preguntando por qué está alterada la rutina de Roma, con toda la dirigencia paralizada, con los ricos vestidos con sus alhajas a las puertas de los palacios, todos sin hacer otra cosa que esperar la caída del imperio. Y concluye con la mayor decepción: ni los bárbaros vienen ya a Roma. A nadie le interesa destruir un imperio que ya ha caído por sí mismo.


Un sentimiento semejante recorre la Argentina tras las PASO de hace un par de semanas. No es para menos. El bárbaro autóctono, Javier Milei, obtuvo el primer lugar (como ya habíamos anticipado en una columna de hace apenas tres meses) y se produjo la sensación que ya analizamos en esa columna (y en varias otras anteriores): el país da por hecho que Milei tiene la mayor posibilidad de ser el nuevo Presidente de la Nación y, como no tiene equipo, solo propone incoherencias y está rodeado de personas que parecen personajes de films de terror, nadie tiene mucha esperanza, salvo los millones de desesperanzados que votaron por él.


¿Ganará Milei la Presidencia? Nadie hoy lo sabe. Pero que estemos hablando de esto en todos los medios, que todas las encuestadoras estén centradas en ver si Milei puede ganar o no, y que los organismos internacionales y las embajadas de los países con los que comerciamos estén todos interesados en saber si Milei declarará la Tercera Guerra Mundial en caso de ganar, todo eso habla muy claramente de que la posibilidad de que Milei sea el próximo Presidente es alta, aunque esté aun lejos de ser definitoria.


Hace años que en esta columna venimos hablando de un mundo de ideas, sensaciones, tomas de posición política que iban configurando un panorama sociocultural y político que generaba el lugar vacante que un Milei podría llenar (o cualquier otro muy similar a él).


En estos últimos 7 años analizamos aquí varias de las principales tendencias electorales actuales a nivel mundial. Recordemos, aunque la mayoría de los argentinos sean tan propensos a mirarse el ombligo, que estamos en el planeta y que somos parte de las corrientes globales. Aunque no lo queremos la realidad del mundo al fin nos llega. El voto negativo es una de esas tendencias y desde hace casi dos décadas en la Argentina no se votó más que en contra del otro, como en EE. UU. o en España o en Brasil.


La gente quizá no amaba al candidato que votaba, pero lo votaba para que no ganara el que odiaba. El 30% de los votos de las PASO a favor de Milei en realidad son votos en contra de las otras opciones: los votantes de Milei están diciendo no queremos ni al kirchnerismo ni a los antikirchneristas: ya apostamos a ambos y ambos ya fracasaron. Ahora apostamos a lo desconocido porque al menos no nos defraudó. Aun.


El votante jamás se juzga a sí mismo. Menos aún los votantes más jóvenes, que son los que más masivamente votan por Milei. Entre otras cosas porque es la primera vez que votan o porque a lo sumo tienen una o dos elecciones en su historia democrática. No ven en eso una tradición. Incluso los votantes más viejos, que votaron a favor de todos los gobiernos que luego los defraudaron nunca se hacen cargo de que los presidentes que ahora no les gustan llegaron al poder por su voto. Por eso todos los electores podemos equivocarnos eternamente.


Las identidades políticas tradicionales, familiares, las que organizaban la vida de las comunidades hasta hace apenas 20 años están muy debilitadas o ya no existen. Todo se ha disuelto en el aire. La mayoría ya no es fiel más que su equipo de fútbol; y hasta eso está también decayendo. El siglo XXI arrasa con todas las certezas.


¿Por qué los jóvenes no querrían apostar a un candidato que se muestra punk, que se les parece tanto, que tiene rarezas que lo hacen semejante, que les hace sentir que sufrió el mismo bullying que ellos? Milei le da esperanza a los desesperados y es el arma que tienen a mano los que ya usaron todas las demás y ni les salió el tiro del final. Como nunca gestionó nada, nunca fracasó. No tiene pasado. Por eso se le delega nuestro futuro.


Milei hoy es el bárbaro del poema de Cavafis. Todo el mundo espera su llegada para comenzar una nueva etapa. ¿Vendrá Milei o, como los bárbaros de Cavafis, nos dejará solos con nuestra decadencia eterna?


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Javier Milei
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