Equidad en la competencia de videojuegos: nuevas fronteras
El protagonista de la segunda década del Siglo XXI es sin duda la Inteligencia Artificial, sobre todo una de sus ramas, el aprendizaje automático (Machine Learning). Si bien hace bastante tiempo se encuentra en desarrollo, nos resulta más sencillo el acceso, ahora, como consumidores. Permite interacciones a nuevas fronteras, a otros mundos, especialmente en los videojuegos.
Los videojuegos ponen a prueba nuestras capacidades a través de los “modos de dificultad”, aprendiendo patrones y siendo precisos podíamos pasar ciertos niveles u oponentes, pero la dificultad siempre tiene un límite, pues los patrones eventualmente pueden descifrarse y los obstáculos superarse. Pero ¿qué pasaría si en lugar de que nosotros aprendamos a leer a la computadora, ella aprendiera a leer nuestras acciones y comportamientos en el juego?
Es así que OpenAI, quien crea también ChatGTP, decidió desarrollar OpenAI Five. Un equipo conformado por cinco redes neurales, quienes a través del Machine Learning aprendieron a explorar, crear estrategias y adaptarse a lo impredecible, con el objetivo de poder derrotar a jugadores profesionales del juego de estrategia en línea conocido como Defense of the Ancients 2 (DOTA 2). EL objetivo se concretó en 2019, al vencer a OG, un equipo de jugadores profesionales bicampeón de The International, máxima competencia a nivel mundial de este videojuego. La I.A. demuestra habilidades excepcionales en términos de precisión y velocidad de procesamiento.
¿Qué significado puede tener este suceso para el futuro de los videojuegos? Tal vez, a través de su desarrollo y ampliación a otros juegos y géneros, los jugadores tendrían la posibilidad de tener experiencias individuales basadas en nuestras propias habilidades, es decir, el juego aprende de uno y nosotros de él, siendo cada partida diferente, adaptación y aprendizaje constante. Un juego cada vez más desafiante, con un nivel de dificultad personalizado y dinámico que se ajusta específicamente a tu estilo de juego, más adictivo aún.
Ahora bien, si la I.A pareciera que no posee aspectos como la fortaleza mental, el enfoque, la concentración, comunicación o el manejo de la frustración, todos estos aspectos humanos, ¿podría Sophia, por ejemplo, participar en eventos como The International? ¿Es justa la participación de una I.A. exenta de elementos subjetivos como frustración, concentración y fortaleza mental dentro de un marco competitivo como son los deportes electrónicos, cuando estas características son parte integral de la competencia humana y pueden influir en el rendimiento de los jugadores? Un desafío emocionante y novedoso, estimula la innovación en los videojuegos.
¿Existiría igualdad de oportunidades, sería una experiencia equitativa? La falta de emociones humanas puede otorgar a Sophia una ventaja injusta, no se ve afectada por la presión, la fatiga o la fluctuación en el rendimiento mental. Se pierde la esencia de la competencia humana, donde la habilidad emocional y mental, son tan importante como las habilidades técnicas. Pero se presenta un adversario virtual altamente inteligente y adaptable, genera mayor adrenalina en el desafío por vencerlo. Equilibrio entre desafío, diversión, pero sin abrumar o frustrar al jugador.
Determinar la justicia de la participación de la I.A. en competencias con videojuegos es un debate complejo y en evolución. Requiere un equilibrio entre la promoción de innovación e igualdad de oportunidades, y a su vez garantizar una competencia justa y emocionalmente significativa para los jugadores humanos.
Miembro del Instituto de Dcho.eI.A. del CAYPNqn. Directora Dra. Vanesa Ruiz.
Comentarios