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En los Juegos Olímpicos, con la épica no alcanza

Mientras las potencias invierten en todo el deporte, nosotros dependemos de jugadores que compiten en otras ligas y de individualidades de quienes esperamos respuestas heroicas.

Aunque sea doloroso admitirlo con la épica, en los juegos olímpicos no alcanza. Así, gran parte de nuestro representativo nacional ha sacado pasaje de regreso, al no poder llegar a las instancias finales de Paris 2024.

En los deportes grupales, los seleccionados masculinos de fútbol, vóley o hockey con podio en anteriores ediciones, han quedado fuera de carrera tempranamente.

Los gladiadores del handball no han logrado resultados positivos en un grupo muy competitivo, mientras que el básquetbol que se alzó con medallas de oro en Atenas 2004 y de bronce en Beijing 2008, ni siquiera pudo dar el presente en la gran cita ecuménica.

Mucho más ríspido aún, ha sido el camino para las representantes femeninas quienes conservan en las Leonas al único bastión competitivo en disciplinas colectivas.

Es un hallazgo encontrar atletas nacionales en deportes individuales, como la gimnasia, el atletismo, la natación o el remo.

Tampoco en el Judo o en el Taekwondo, aun cuando estas últimas disciplinas se obtuvieron preseas doradas, como en el caso de Paula Pareto en Rio 2016 o Sebastián Crismanich en Londres 2012.

Insólitamente el boxeo tras ser el deporte que históricamente más medallas aportó a la cosecha argentina olímpica, hoy no tiene representante alguno en la capital gala.

Tan solo José “el maligno” Torres, con su medalla dorada en BMX Free Style, fuera del radar de propios y extraños, es la gran excepción a la regla.

Tal como lo han resaltado los entrenadores albicelestes del voleibol Daniel Castellani y Marcelo Méndez, el deporte argentino tiene en los clubes a su semillero y en la épica de muchos de sus jugadores que sienten y defienden a su camiseta como pocos, a un plus adicional al que se recurre con insistencia.

Más en estos juegos se ha dejado en evidencia, que ya no alcanza con ser el “más amateur de los profesionales”.

Tampoco con que el primer mandatario nacional concurra a la inauguración de los Juegos o a despedir a los atletas, cuando luego se tienen enormes dificultades para contar con gimnasios dignos donde entrenar, participar de competencias preparatorias o percibir viáticos mínimos que permitan una preparación exclusiva.

Mientras las potencias invierten en el deporte olímpico, nosotros dependemos de jugadores que se nutren competitivamente en otras ligas, pero además , de individualidades de quienes aguardamos respuestas heroicas.

El fútbol quizás haya sido la demostración más cabal de lo expuesto, con un buen plantel de jugadores que no supo jugar en equipo y que no encontró en alguna individualidad, al salvador de turno.

En el alejamiento de jugadores icónicos de los gladiadores como Federico Fernández, Pablo Simonet o Federico Pizarro, en la duda de su continuidad del abanderado Luciano De Cecco quizás se refleje el hartazgo ante la falta de respuesta a la necesidad de cambio.

Causa particular dolor por su egoismo y falta de empatía con el país que lo vio nacer y formó, ver a un ex león como Gonzalo Peillatt, campeón olímpico en Rio 2016, festejar un gol propio, con los que la selección de Alemania nos eliminó por 3-2.

En un país donde la pobreza ha crecido tanto, es dable pensar si el deporte olímpico merece o no otro tratamiento.

Más aun cuando los mismísimos organizadores fallan en cuestiones tan básicas como las de suministrar una villa olímpica mínimamente confortable, en alimentación con proteínas, camas aptas para descansar o refrigeración de las habitaciones.

Ni hablar cuando se habla de la falta de sanción a agresiones como las recibidas en su debut por el seleccionado argentino de fútbol o de permitir representar a otro país luego de haber jugado por el propio o cuando no se da un reglamento claro en torno a no permitir competir a atletas trans o mujeres , cuando su nivel de testosterona genere ventajas frente a sus adversarias.

Aun con tantas asignaturas por rendir, quienes consideramos que el deporte es una perfecta bisectriz entre la salud y la educación, nunca dudaremos en que por dichos caminos también se combate la pobreza.

Con la épica, la pasión, el amor de la camiseta y el talento hoy no alcanza.

Para que no pasemos a ser un libro de historia en materia olímpica- deportiva, es imprescindible además, un decidido apoyo oficial.

*Abogado. Prof. Nac. de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com


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