El tiempo que le tocó a Gloria Ruiz
Con los antecedentes de Rolando Figueroa y Marcos Koopmann, se entiende el disgusto y su resistencia a ceder el control de su presupuest. No significa que tenga razón.
A Yolanda Maiolo, la “asesora contable” que presentó el presupuesto legislativo en nombre de Gloria Ruiz, la vieron la mayoría de los diputados por primera vez el jueves. No está nombrada formalmente ni ocupa ninguno de los importantes cargos que la vicegobernadora reservó para miembros de su familia, sobre los que todavía no dio explicaciones.
Es otra desprolijidad de la gestión que sigue molestando al oficialismo de Rolando Figueroa y que le da nuevos motivos para impugnarle cada movimiento.
El debate sobre los ingresos, pero principalmente sobre los gastos que la exintendenta de Plottier piensa hacer el año que viene no se saldó y recién se retomará el martes. Fue casi una auditoría como jamás se había visto en la Legislatura con el presupuesto de ninguna administración.
El diputado Darío Martínez (UP) fue quien puso sobre la mesa los gastos que habían hecho los anteriores vicegobernadores aunque un poco lo había sugerido la propia Ruiz, cuando esta disputa apenas asomaba: “¿Por qué si siempre se hizo yo no puedo hacerlo?”
El legislador kirchnerista solamente comparó entre gestiones los gastos que se habían reservado a la partida de transferencias a municipios y otras instituciones. Otra forma de verlo es analizar los fondos que destinaban a publicidad y “difusión” de la imagen institucional, que también le cuestionaron a Ruiz.
El propio Figueroa usó un 1,6% del presupuesto del 2018 en esa partida que incluía implementar “modernas técnicas de marketing digital” para el uso de las redes sociales. Ruiz, en el presupuesto “corregido” que envió esta semana, terminó dejando un 1,3% destinado a publicidad, aunque su intención original era usar más.
Cómo olvidar que Figueroa hizo recitales en la Legislatura y hasta presentó un tráiler para recorrer la provincia y “acercar” el trabajo de los diputados al interior. Luego, llegó Marcos Koopmann y montó ferias de emprendedores, organizó carreras y sí, también hizo campaña.
Con esos antecedentes, se entiende el disgusto de Ruiz y su resistencia a ceder el control de su presupuesto, lo que no significa que tenga razón. Como buscaron algunos diputados recordarle esta semana, la mayoría del electorado envió un mensaje en el 2023 que debiera ser escuchado.
Y si la vicegobernadora ve que los intendentes están faltos de recursos tiene la opción de cumplir su compromiso de campaña y, en lugar de entregarles aportes discrecionales con la billetera de todos, presentar una ley para reformar el régimen de coparticipación. O exigírsela al gobernador.
La relación entre Ruiz y Figueroa parece haberse tensado demasiado, demasiado pronto, y tiene final abierto. ¿Sería una salida decorosa un asiento para la vicegobernadora en el Congreso nacional? Difícil si hay una “ruptura de confianza”, como sugirió esta semana Guillermo Monzani.
Una vicegobernadora opositora tampoco sería para asustarse. Lo fue Figueroa a Omar Gutiérrez y, además, a Ruiz le quedan pocos aliados por fuera de Alberto Bruno, el diputado que reparte mates de Malvinas y la acompaña en las actividades extra legislativas, o de algunos integrantes del MPN como Gerardo Gutiérrez. Quizás su principal siembra esté en la relación que ha construido con la diputada nacional Nadia Márquez y el espacio libertario-evangélico en general.
Ruiz había logrado ubicar algunos propios en la lista de Comunidad como Ailín Ríos, quien luego terminó trabajando para la ministra Julieta Corroza, o Federico Méndez, quien terminó sugiriendo el jueves que no le devuelvan los fondos de coparticipación. “Yo vería si ese 1,5 debería ir al Poder Legislativo o al Poder Judicial, en función de los presupuestos que llegaron”, opinó.
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