El país, un conflicto a cielo abierto


Los políticos que desde la crisis de 2001 se dedicaron a gerenciar la pobreza son los que engrosaron su padrón. Su cálculo político fue imfalible: a más pobreza, más poder.


Con el fondo iluminado por el enorme cartel que recuerda a Eva Perón en el ministerio de Obras Públicas, cientos de carpas se asentaron en la avenida emblemática del país para disputarle al Gobierno la paritaria de los planes sociales.

La presión aplicada a punta de piquete en la 9 de Julio se replicó en los principales centros urbanos del país. Los políticos que desde la crisis de 2001 se dedicaron al gerenciamiento de la pobreza son los que engrosaron a mayor velocidad su padrón. Su cálculo político fue infalible: a mayor pobreza, mayor poder.

Con el fondo del acampe piquetero a sus espaldas, los referentes de la CGT se reunieron con el Presidente para plantearle los objetivos de sus paritarias. La inflación sin freno está agitando las bases. La caída imprevista de Antonio Caló, destronado entre los metalúrgicos, puso en alerta a los gremialistas proclives a colaborar con el Gobierno. Aquellos que antes ofrecían espaldas sindicales para Alberto Fernández, hoy apuran una recomposición salarial para evitar desbordes en sus comisiones internas.

Con el fondo de la presión sindical, los empresarios que se acercaron a dialogar tampoco ocultan sus urgencias. Roberto Urquía, de buen vínculo histórico con el Presidente, reclamó que el Gobierno sea más previsible. Desgranó además una diferenciación entre los empresarios. Dijo que no siempre el apuntado para tributar en la emergencia debe ser el campo. Hay otros sectores “históricamente intocables”. “Los que a veces te hacen faltar el gasoil y otros que exploran a cielo abierto y reciben dólares libres del exterior”. Traducción: petroleros y mineros.

Con el fondo de la presión piquetera y del fracaso del consenso que dirigía en las sombras Gustavo Béliz, los gobernadores fueron convocados para hacer número en la demanda que Alberto está a punto de perder en la Corte. Por haber favorecido a la Provincia de Buenos Aires con un manotazo a los recursos coparticipables de CABA.

Los gobernadores firmaron el pedido de la Rosada. Temen que, ante un fallo desfavorable, el mismo presidente les haga pagar la fiesta para evitarse otra pelea con Cristina. Cuyo territorio administra Axel Kicillof. En cada uno de sus distritos, los gobernadores buscan la forma de desdoblar las elecciones para despegarlas del caos nacional. Para llegar a ese destino, miden con precaución sus recursos. El acuerdo con el FMI les garantizó la licuación de gastos con inflación. Pero una disminución de las transferencias a las provincias alteraría ese equilibrio precario.


El auténtico telón de fondo es el país como un conflicto a cielo abierto, por la acefalía en el Frente de Todos. El kirchnerismo muestra agotamiento.


El auténtico telón de fondo es el país como un conflicto a cielo abierto, por la acefalía en el Frente de Todos. El kirchnerismo muestra agotamiento. Como pocas veces, el peronismo carece de figuras de relieve para proponer en la próxima elección. Sergio Massa aspira a ser elegido. La aceleración de la crisis sólo le promete por ahora el destino de Ítalo Luder, muleta parlamentaria de Isabel Perón y candidato que propuso el peronismo unido luego del derrumbe de la última dictadura. Hace 40 años, tras el desastre de la guerra en Malvinas. La cúpula de la coalición gobernante no parece encontrar puntos en común. Ni siquiera la memoria de aquel desquicio bélico al que condujo la dictadura provocó la unidad espontánea del presidente y su vice.

La celeridad de la crisis apura a la oposición. Horacio Rodríguez Larreta tomó la palabra en Mendoza: “El próximo presidente será del PRO”. En la principal oposición, esa afirmación tiene el peso de lo constatable: los dirigentes mejor posicionados son los de su partido. Contra ese muro inevitable chocan los disparos de salva de Gerardo Morales.

El presidente de la UCR hace del ataque a sus aliados su principal argumento. Si quiere deshacer lo que el radicalismo decidió en la convención de Gualeguaychú en 2015 -y restaurar el proyecto que entonces tenía para aliarse a Massa- deberá correr contrarreloj. Conseguir la ruptura de Juntos por el Cambio en el segundo semestre de este año.


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