El odio destruye
El presidente Javier Milei ha generado una gran preocupación al hacer declaraciones sobre la comunidad LGBT+ y las mujeres que ponen en duda los avances en derechos humanos alcanzados hasta el momento. En su intervención en el Foro Económico Mundial en DAVOS, propuso eliminar figuras jurídicas fundamentales como la del feminicidio y deslegitimar avances cruciales en paridad de género y documentos no binarios, llamándolos parte de lo que él denomina “ideología woke”. Este ataque directo a los derechos de las mujeres y la comunidad LGBT+ busca deshacer luchas históricas por la igualdad y la justicia.
El cuestionamiento de la figura del feminicidio es especialmente grave. Esta figura no es un “privilegio” ni una “ideología”, sino una herramienta jurídica clave para visibilizar y erradicar la violencia extrema por razones de género. Deslegitimarla no solo minimiza la realidad de miles de mujeres víctimas de violencia, sino que también abre la puerta a la normalización de esa violencia en una sociedad que ya ha luchado por avanzar en derechos fundamentales.
Al mismo tiempo, los ataques a los derechos de la comunidad LGBT+ reflejan un intento por dividir aún más a la sociedad, en lugar de promover la unidad. Estas declaraciones no solo deslegitiman a un colectivo que ha luchado por la igualdad real, sino que también siembran odio y exclusión en un momento crítico para la cohesión social.
El ascenso de la ultraderecha: una amenaza global a los derechos humanos
Las declaraciones de Milei no son un hecho aislado, sino parte de una tendencia global alarmante: el ascenso de la ultraderecha que pone en riesgo los avances en derechos humanos. Líderes como Donald Trump, Giorgia Meloni y Viktor Orbán han promovido políticas y discursos que buscan desmantelar los logros conseguidos en derechos humanos y sostenibilidad, en favor de un nacionalismo exacerbado. Esta retórica de odio y fragmentación no solo destruye la cohesión social, sino que amenaza con deshacer las bases democráticas sobre las cuales hemos construido nuestras sociedades.
En este contexto, las declaraciones de Milei refuerzan la necesidad de resistir y defender los valores democráticos, la inclusión y la solidaridad. Los discursos de odio, cuando provienen de figuras de poder, validan la discriminación y profundizan la división social, debilitando el tejido que debería unirnos como sociedad.
La respuesta de la comunidad: denuncia penal y movilización antifascista
Ante estos ataques, la Federación Argentina LGBT+ y diversas organizaciones sociales han dado un paso importante en la defensa de los derechos y la dignidad de la comunidad. Se ha presentado una denuncia penal contra las declaraciones de Milei, considerando que sus palabras incitan al odio y a la violencia, además de vulnerar los derechos de las personas LGBT+ y las mujeres. Además, como parte de la respuesta colectiva, se ha convocado una marcha antifascista para el 1 de febrero, que partirá desde el Congreso hasta la Casa de Gobierno, con el objetivo de visibilizar el rechazo a las políticas y discursos que fomentan la discriminación, la violencia y la polarización. Esta marcha se convierte en una manifestación clara en defensa de la paz, la unidad y la inclusión, mostrando que la resistencia colectiva es una herramienta poderosa para contrarrestar los discursos de odio.
La urgencia de militar el amor y la unidad
Frente a este panorama, se hace más urgente que nunca militar por la paz, la justicia y la unidad. Los discursos de odio buscan separar y polarizar, debilitando la cohesión social. El amor, en cambio, tiene la capacidad de sanar, de reconstruir puentes y de fortalecer las comunidades. No basta con observar pasivamente; es necesario organizarnos, actuar y resistir con empatía, solidaridad y respeto por los derechos de todas las personas, sin importar su género, orientación sexual o identidad.
Movimientos como “Ni Una Menos” y otros sectores han demostrado que la organización colectiva es una herramienta poderosa para generar cambios profundos. La resistencia pacífica y la acción colectiva pueden transformar las estructuras sociales, presionar para que se respeten los derechos humanos y contribuir a la construcción de una sociedad más justa e inclusiva.
Un llamado a la reflexión: ¿Qué tipo de país queremos para el futuro?
Nos enfrentamos a una pregunta crucial: ¿Qué tipo de país queremos dejar para las generaciones? ¿Un país marcado por el odio, la exclusión y la violencia, o uno que elija la unidad, el respeto y la paz como pilares fundamentales?
Es momento de reflexionar y actuar. Las palabras del presidente reflejan un problema más profundo que puede socavar los valores democráticos y fragmentar la sociedad. Sin embargo, como sociedad, tenemos el poder de elegir el amor, la empatía y la unidad como nuestra respuesta frente a los discursos divisivos.
“Donde el odio divide, el amor y la organización construyen puentes.” Esta es la resistencia que necesitamos: una resistencia que no solo desafíe las narrativas divisivas, sino que también trabaje activamente por un futuro donde todos los derechos sean respetados, donde todas las voces sean escuchadas y donde la unidad sea el pilar que sustente nuestra sociedad.
Es hora de preguntarnos: ¿Este es el tipo de país que queremos para el futuro?
(*) especialista en Masculinidades y Cambio Social, Facilitador de Procesos Colaborativos, Mediador y RRPP. Vive y trabaja en Neuquén.
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