El mágico camino al acuerdo salarial
El primer pacto de la gestión Weretilneck con gremios estatales llegó luego de una extraña evolución de la oferta oficial.
Casi un mes de negociaciones transcurrió desde las primeras reuniones paritarias hasta los acuerdos iniciales de esta semana entre el gobierno rionegrino y los gremios estatales.
El esquema de doble bono, para enero y febrero, con sumas diferenciadas según el nivel en el escalafón se cocinó a fuego lento.
Nadie perdió la paciencia dentro del Consejo de la Función Pública, donde ATE y UPCN tienen sobrada experiencia para desplegar estrategias en público y al mismo tiempo avanzar con gestiones más reservadas para encarrilar los debates salariales.
Algunas veces protagonistas, otras como actores secundarios, los dos sindicatos mayoritarios de la provincia saben que en estos procesos inciden mucho las apariencias, porque las reuniones formales no son más que un trámite para convalidar lo que ya está acordado de antemano.
No hay ni habrá pruebas, pero tampoco queda margen para las dudas sobre la existencia de una hoja de ruta cuando en pocos días se salta de una oferta de $ 30.000 a una de $ 45.000 y luego a otra con bandas entre los $ 57.000 y los $ 85.000.
Si ese sendero no estaba al menos anticipado, en el Ministerio de Hacienda se olvidaron de anunciar y celebrar la repentina y casi mágica recuperación de las finanzas públicas rionegrinas.
Si en diciembre todo era sorpresa, preocupación y restricciones por los 30.000 millones de pesos de deudas que dejó la administración de Arabela Carreras, en enero jamás podría haberse avanzado tan repentinamente con un mejoramiento del bono en niveles del 100%, pasando de 1.650 millones a 3.300 millones adicionales para la masa salarial del Ejecutivo.
Antes o ahora, la sobreactuación quedó expuesta.
La unidad contra Milei y los riesgos internos
Los gremios acompañan ese paso de minué, por diferentes razones.
En principio, porque el escenario nacional los muestra como aliados en la resistencia al DNU y a la Ley Ómnibus impulsados por el gobierno de Javier Milei. Sería incoherente y contraproducente que esa unidad ante ese supuesto mal mayor se debilite por desavenencias domésticas.
Pero en segunda instancia, las tensiones tienen límites porque el clima económico y social tampoco está para posturas radicalizadas.
Condiciona el contexto nacional, donde el Ministerio de Seguridad despliega rápidamente a fuerzas federales que impiden los cortes de ruta -como ocurrió el lunes en Cipolletti- pero poner a prueba la tolerancia del gobierno provincial también significa acercarse a riesgos concretos.
El gobernador, Alberto Weretilneck, tiene poder de respuesta con su plan de revisión integral del Estado y la amabilidad actual podría trastocarse si realmente se empezara a cuestionar a fondo qué misión cumplen todos y cada uno de los que reciben un sueldo de las arcas públicas.
Ahora bien, esa cierta tranquilidad lograda con ATE y con UPCN no es trasladable a la paritaria docente, donde la previsibilidad es un concepto mucho más volátil.
Aun cuando el Plenario de secretarios generales de la Unter apruebe mañana el esquema de bonos para enero y febrero, el terreno seguirá siendo inestable.
La próxima reunión salarial está prevista para el 23 de febrero. A esa altura, la aceptación o rechazo ya no estará en manos de 18 dirigentes, sino de todo el Congreso del gremio. Y allí, bien lo sabe Weretilneck, porque padeció indirectamente en las urnas las consecuencias del conflicto del 2023, ni siquiera un acuerdo con la conducción es garantía para evitar un paro, por el peso que tienen las agrupaciones opositoras al oficialismo docente.
Si el gobierno mantiene esa fecha para retomar el debate salarial, miles de familias serán sometidas una vez más a la incertidumbre por no saber si empiezan las clases. Otra vez se hablará de poner a los niños como rehenes y se denunciarán extorsiones por la amenaza de descuentos si hay paro.
Una historia repetida, que obligará a pensar cuánta realidad y cuánta ficción hay detrás de los anuncios de cambio.
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